(Minghui.org) Mi nombre es Zhang Xiuli. Comencé a practicar Falun Gong en 1998 y mis enfermedades, entre ellas conjuntivitis, queratitis, una enfermedad ginecológica, y neurastenia desaparecieron poco después. Recobré mi buena salud y toda mi familia estaba viviendo una vida feliz.
Después que Jiang Zemin lanzó la desenfrenada persecución a Falun Gong bajo la orden de “arruinar su reputación, quebrarlos financieramente, y destruirlos físicamente”, mi esposo, nuestra hija y yo sufrimos mucho la persecución y tormento mental.
Cinco arrestos resultan en un daño irreparable
Simplemente por negarme a renunciar a mi creencia en Falun Gong, fui arrestada cuatro veces entre 2000 y 2002. Me golpearon tan duramente en mi primer arresto en enero de 2000 que sufrí pérdida temporal de memoria. Cuando la policía me arrestó de nuevo varios meses después, un oficial me asaltó sexualmente.
A pesar de que fui liberada rápidamente después de mi tercer arresto en febrero de 2002, la policía visitaba mi casa constantemente e intentaba persuadirme a que escribiera declaraciones de renuncia a Falun Gong. Mi esposo e hija eran traumatizados por el acoso de la policía con frecuencia.
Mi cuarto arresto en agosto de 2002 terminó en con mi brazo roto, gracias a la brutalidad de la policía. Mi esposo fue sentenciado a cuatro años mientras yo estaba detenida, y nuestra hija tuvo que dejar la escuela. Mi padre murió, sin poder ver su hija por última vez.
En noviembre de 2014, fui arrestada por quinta vez y no me liberaron hasta que hice una huelga de hambre por cinco días.
Abajo están los detalles de mi sufrimiento en manos de la policía.
Pérdida de memoria por una golpiza en la Plaza Tiananmen
Fui a la plaza Tiananmen para pedir justicia para Falun Gong en enero de 2000. Antes de que pudiera desplegar la bandera, un policía me golpeó la cabeza violentamente desde atrás. Me desmayé en el lugar.
No tengo idea cuánto tiempo permanecí inconsciente.Cuando desperté, sabía que un practicante me había ayudado. Me pusieron un saco, me compraron un pasaje de tren y me ayudaron a subir al tren. De alguna manera me las arreglé para llegar a casa.
Mis labios estaban muy hinchados y no podía recordar nada. Mis manos estaban blancas. No podía hacer nada y tenía miedo de salir.
Luego, mi esposo me alentó a leer Zhuan Falun, y gradualmente recobré la memoria.
Arrestos ilegales, multas enormes y alimentación forzada
Una mañana de verano en 2001, Wang Haishun, un policía, y otros de la comisaría de Zhengyang, ciudad de Yushu, irrumpieron en nuestra casa. La saquearon y secuestraron nuestros libros de Falun Gong y materiales para aclarar la verdad. Dos policías me torcieron el brazo detrás de la espalda y me forzaron a sentarme en la cama. Otro oficial agarró mi mano y la presionó contra sus genitales.
El jefe de la sección de seguridad, Zhang Deqing me quitó una foto del fundador de Falun Gong, y luego intentaron grabarme. Cuando me negué, me tiraron del pelo y me dieron una bofetada. Mi hija ni siquiera tenía diez años en ese momento. Estaban tan asustada que no paraba de llorar. Me llevaron al centro de detención de la ciudad de Yushu descalza y en pijamas.
Esa noche, la estación de TV local emitió un video hecho por la policía para difamar a Falun Gong. Hice una huelga de hambre para protestar por la persecución. Unos días después, me transfirieron a una casa con custodia local, donde me alimentaron a la fuerza brutalmente. Para ese entonces estaba ya muy débil, y me llevaron a un hospital de medicina china.
Wang Haishun forzó a mi esposo a pagar 5000 yuanes. Hu Manshan, policía, forzó a mi familia a pagar 1000 yuanes en multas y 2000 yuanes de “costo de calefacción” antes de ser liberada.
La noche del 8 de febrero de 2002, mientras estaba visitando unos parientes (también practicantes), Wang y cinco otros policías irrumpieron en la casa y confiscaron una copia de Zhuan Falun y una alfombra para meditar. Cuando me estaba yendo, me arrestaron y llevaron a la comisaría local. Mi familia tuvo que pedir ayuda a otras personas para que pudieran liberarme.
Wang y otros continuaron viniendo a mi casa para acosarnos. Intentaron forzarme a escribir una declaración de garantía para renunciar a Falun Gong. Me sacaron fotos, registraron mi habitación. A menudo tenía que quedarme fuera de mi casa para evitar el constante acoso. Esto causó una enorme presión mental para mi esposo e hija.
Brazo roto
En agosto de 2002 me quedé en una casa alquilada con otra practicante. La mañana del 30 de agosto, la policía de la división de seguridad doméstica de Yushu y de la comisaría local irrumpieron en la casa y comenzaron a saquearla. Nos llevaron abajo. La policía ató una bolsa de plástico en mi boca para callarme. Luego me llevaron a una habitación pequeña, ataron mis manos detrás de mi espalda, y luego me encerraron en el centro de detención.
Me forzaron a sentarme en una silla de metal y no me podía mover. Se pararon en mis pies hasta que mis dedos se hincharon y quedaron morados, y echaron agua sobre mi cabeza y cara.
Intentaron arrestar a mi hija, pero fallaron porque llamaron a la escuela incorrecta. Al no poder sacarme nada, la policía comenzó a torturarme. Me esposaron las manos detrás de la espalda, ataron una soga en las esposas y me colgaron del marco de una puerta, que tenía dos metros de altura. No podía tocar el piso con los pies y todo mi cuerpo estaba en el aire, fue cuando se me rompió el brazo derecho. También me azotaron la espalda con un pedazo de soga.
Tres o cuatro días después, todo mi brazo estaba morado e hinchado dos veces su tamaño normal. Me colocaron cadenas y me llevaron al hospital de medicina china de Yushu. No tenía permitido hablar con nadie. Los médicos del hospital le pidieron a la policía que firmaran un documento para que ellos pudieran operarme el brazo roto, pero la policía se negó. Eventualmente firmé yo con mi brazo izquierdo. Tan pronto como terminó la operación, me llevaron de nuevo al centro de detención.
Realicé una huelga de hambre para protestar por la persecución. Hacía mucho frío en octubre en el nordeste de China. Estaba muy débil y me dejaron tirada en una tabla de madera con ropas finas. Gong, el jefe del centro de detención me agarró del pelo y lo tiró. Luego cuatro o cinco reclusos me sostuvieron de las piernas y cabeza, y comenzaron a alimentarme a la fuera con una mezcla de leche con salmuera concentrada.
Por temor a que pudiera morir en el centro de detención, la policía me transfirió a una casa custodiada. No tenía cama ni almohada, y nada para comer. Los practicantes que también estaban ahí, me ayudaron. Les dijeron a la policía que yo estaba en un estado crítico, pero a nadie le importó. No fue hasta la noche que la policía llamó a una ambulancia para llevarme al hospital.
Inmediatamente me colocaron oxígeno. Estaba tan débil que los médicos no podían encontrar una vena para pinchar. La policía dijo que se arrepentían de haberme llevado al hospital, que hubiera sido mejor dejarme morir.
Estaban preocupados de que muriera en el hospital, así que un par de días después llamaron a mi suegra para que me llevara a casa. Qi Li, policía, pretendió ser amable y preguntó si tenía algo que pedir. Como sabía que habían arrestado a mi esposo, pedí la liberación de él. Dijo que no era su decisión y se fue.
Esposo ilegalmente sentenciado a prisión y la muerte de mi padre
La policía también arrestó ilegalmente a mi esposo, se llevó todos mis libros de Falun Gong, y confiscó un triciclo motorizado valuado en más de 1000 yuanes. Mi suegra fue a la división de seguridad doméstica para intentar recuperarlo, pero se lo negaron. Luego mi esposo fue sentenciado ilegalmente a cuatro años de prisión.
Como mi padre estaba sufriendo de cáncer en etapa avanzada, no le dijeron nada sobre lo que me ocurría a mí. A él le pareció que me habían arrestado ya que no lo visitamos en una tiempo largo y comenzó a preocuparse. Murió sin poder verme por última vez.
Mi suegra extrañaba tanto a su hijo que su vista comenzó a deteriorarse y no podía ver las cosas con claridad. Cada vez que escuchaba que arrestaban a practicantes de Falun Gong, no podía dormir y venía a mi casa para ver si estábamos a salvo.
En ese tiempo mi hija estaba en la escuela media. Los maestros y alumnos la discriminaban por lo que nos sucedía a nosotros, los arrestos. Todas eran personas que habían sido engañadas con la propaganda y las mentiras de la TV. Su rendimiento en la escuela empeoró y tuvo que dejarla al final.
Persecución en el centro de lavado de cerebro
Mientras trabajaba en una tienda de cosméticos en la ciudad de Yushu, un grupo de policías dirigidos por Shi Hailin, irrumpió en la tienda a las 8:30 del 14 de noviembre de 2014. Nos forzaron a ponernos nuestros sacos y nos registraron los bolsillos, arrastraron a todo el personal a un vehículo policial y nos llevaron al centro de lavado de cerebro.
Qi Li, policía de la división de seguridad doméstica, también estaba allí. Nos detuvieron en lugares separados y contrataron gente que nos vigilara día y noche. Zhen Shengli de la oficina 610 nos forzó a mirar videos que difamaban a Falun Gong y su fundador.
Nos forzaron a quedarnos parados sin movernos hasta las 11 p.m. para que recién nos permitieran ir a dormir. Yao Haibo de la oficina 610 y Liu Shuanghui y Liu Shurong, ex practicantes que se dieron vuelta contra Falun Gong, también participaron en la persecución. Realicé una huelga de hambre y quedé muy débil. Diez días después me liberaron.