(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1998. Tengo una gratitud infinita hacia el Maestro Li, el fundador de Falun Dafa, que me protegió durante toda esta siniestra persecución lanzada por el partido comunista hace 16 años.
Sé que Shifu está siempre conmigo, sé que conoce mis pensamientos, y que arregló para que encontrara a la gente que debo salvar.
Un visitante inesperado
Varios años atrás, una mujer sin dientes en sus 80 años, golpeó la puerta de mi casa un día de invierno alrededor del mediodía. Parecía no haber comido en mucho tiempo. Así que le dije que entrara y que le haría de comer. Podía ver que estaba disfrutando mucho la comida.
Dijo que era del área montañosa de la provincia de Shandong, y hacía varios meses que estaba en la calle buscando a su hijo. Siempre que encontraba un templo entraba para postrarse ante la estatua del fo.
Le conté sobre Falun Dafa y le pedí que recordara: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”.
Lo aceptó muy bien y me dijo que lo recordaría, y que ahora ya no necesitaba entrar en los templos.
Salvando a un estudiante universitario
Un día estaba afuera de mi tienda cuando se me acercó un joven para preguntarme dónde se toma el autobús. Le dije que estaba en el lugar correcto, y que el autobús pasaba con frecuencia. Pensé que esta era una gran oportunidad para hablarle de Dafa.
Le dije: “Pareces ser estudiante universitario. ¿Te has unido al partido comunista, la liga juvenil o los jóvenes pioneros?”. Contestó diciendo que era miembro de las tres organizaciones.
Luego le dije que nuestro encuentro de hoy estaba predestinado. Continué explicándole que tenía que renunciar al partido y sus organizaciones. Escuchó atentamente y aceptó renunciar –usando su nombre real.
Tenía su atención, así que seguí hablando con él. Le dije que repitiendo “Falun Dafa es bueno, Zhen-Shan-Ren es bueno” puede salvar su vida cuando se encuentre en peligro. Puso sus manos juntas y se inclinó ante mí y me dio las gracias. Le dije: “No me agradezcas. Agradece a mi Maestro”.
Justo cuando terminábamos llegó el autobús. Entendí que el tiempo para salvar a la gente es limitado, y que realmente necesitamos apresurarnos y usar cada minuto disponible.
¿Cómo sabes mi nombre?
En una ocasión, otro practicante y yo estábamos hablando con un miembro del PCCh sobre renunciar al partido. El hombre estaba apurado y necesitaba tomarel autobús. Le dije: “No espere, hágalo ahora. Cuanto antes mejor, le puedo dar un seudónimo… ¿qué tal Baolin?”. Estaba sorprendido, me dijo que su nombre real era Baolin, y se preguntaba cómo sabía su nombre.
“Esto se llama relación predestinada”, le dije. Sonrió y me dijo que ingresara su renuncia, ya que sabía su nombre.
Esta no fue la primera vez que sucede algo así. A menudo adivino el nombre de las personas. Esto me ayuda a darles información sobre Dafa y convencerlos a renunciar al partido. Sé que estas cosas son arregladas por Shifu.
Mi gran arrepentimiento
Varios años atrás, tuve una cliente que usaba un montón de maquillaje. Aunque siempre era agradable, a mí no me caía bien así que no le daba conversación. Pensé en hablarle de Dafa pero nunca lo hice.
Una mañana vino a mi tienda, y me dijo que se estaba mudando del lugar, y que era la última visita a mi tienda. Estaba tan ocupada con otro cliente, así que no tuve tiempo de hablar con ella. A menudo pienso en ella y me arrepiento de no haberle dicho de Dafa.
Una joven inteligente
Una joven de unos 20 años vino a mi tienda durante la hora del almuerzo. Me levanté para atenderla. Primero pensé en terminar de comer, pero luego me dije que era mejor hablarle de Dafa. Como se estaba yendo, tuve el deseo de que regresara a comprar otra cosa.
Como si hubiera leído mi mente, regresó, tomó una botella de agua, y la colocó en el mostrador.
Luego le hablé y le pregunté si era miembro del PCCh. Dijo que sí, así que le pedí que se sentara conmigo y hablamos. Aceptó renunciar al PCCh. Continuamos conversando; afortunadamente no vinieron otros clientes a interrumpirnos.
Era una estudiante de secundaria muy alegre y estaba contenta de escuchar lo que le decía. Se disculpó por tomar tanto de mi tiempo y hacer que mi comida se enfriara. Le dije que no importaba y que yo estaba muy feliz de que hubiera vuelto a mi tienda para conversar.