(Minghui.org) Fui una vez un delincuente que cumplía una condena de por vida por tres robos. En prisión, tuve la oportunidad de aprender Falun Gong y mi vida experimentó enormes cambios.
De un joven sencillo a un delincuente
Fui un niño sencillo y obediente que creció en una zona rural en la provincia de Heilongjiang. Después de graduarme de la escuela secundaria, decidí convertirme en un profesor, pero en la escuela me di cuenta de que no me gustaba.
Luego empecé a salir con una chica que mi familia no aprobaba. Nos mudamos a otra ciudad y abrí un negocio mayorista. El negocio no era rentable.
No tenía el dinero para pagar nuestras deudas, así que, cuando un vecino me pidió que robara algo con él, no lo dudé. Nuestro primer robo fue un éxito y continué robando. Después de mi tercer robo, en 1995, fui detenido y condenado a prisión.
Mi condena era larga, la situación financiera de mi familia no era buena y estaba plagado de enfermedades. Había perdido la esperanza.
Principios profundos
Mi padre me visitó en 1997 y me dio el libro Falun Gong. Lo leí y pensé que era muy bueno, diferente a otros libros que había leído, porque hablaba sobre principios profundos, que nunca había encontrado antes.
En 1998, la prisión se inundó y todos los internos fuimos trasladados temporalmente a un almacén grande, vacío.
Varios practicantes de Falun Gong visitaron el almacén y enseñaron los ejercicios de esta práctica de cultivación a los internos que estuvieron interesados. Otros practicantes leyeron los libros de Falun Gong con nosotros.
Los practicantes trajeron varios libros de Falun Gong, incluyendo Zhuan Falun y Escrituras esenciales para mayor avance. Después de leer los libros, sentí que mi verdadero ser despertó y mi visión del mundo cambió. Comprendí el propósito de la vida y comencé mi camino de cultivación.
En 1999, mi sentencia de por vida fue cambiada a 25 años de prisión. En circunstancias normales, por cada dos años de condena cumplidos, podrían deducirse un año y medio y hasta dos años de mi sentencia.
Elegir Falun Gong en lugar de una sentencia más ligera
Después de que el partido comunista chino (PCCh) comenzó a perseguir a Falun Gong el 20 de julio de 1999, me dieron la opción de renunciar a la práctica para lograr una pena menos severa y una posible liberación dentro de unos 12 años, o de continuar la práctica sin tener la posibilidad de conseguir una sentencia reducida. Elegí lo último.
Todos mis libros de Falun Gong fueron confiscados y no se me permitió practicar los ejercicios.
Cuando hice los ejercicios, un recluso me denunció a los guardias. Ellos trataron de obligarme a renunciar a la práctica, pero me negué, entonces me torturaron.
Estuve encerrado en una celda pequeña con los brazos esposados a mis espaldas a un anillo de metal colocado en el suelo. Separaron mis piernas y las encadenaron a unos anillos en el suelo. No podía sentarme ni acostarme y me quedé así durante 24 horas. Cuando me sacaron fuera, los guardias me vertieron agua fría en la cara.
Como aún así no quise renunciar a la práctica, los guardias me obligaron a beber un laxante potente. Tuve diarrea severa por varios días. Cuando me soltaron del confinamiento solitario 29 días más tarde, nadie pudo reconocerme porque estaba demacrado.
En 2002 fui encerrado en una celda pequeña tres veces. El tiempo más largo fue de más de seis meses.
También fui torturado con un dispositivo de pipas de metal soldadas en forma de un rectángulo grande. Mis brazos y piernas estaban esposados a los anillos fijados en las esquinas del aparato, haciendo difícil enderezar mi espalda. Estuve inmovilizado en esta posición a veces hasta un mes, excepto cuando necesitaba usar el baño.
A veces, los guardias me llevaban con el dispositivo al baño, abrían la ventana para dejar que entrara aire frío y me vertían agua fría encima.
Guardia: “Los practicantes son guerreros”
En la cárcel, hice huelga de hambre muchas veces, para protestar en contra de la persecución. El tiempo más largo fue de más de 40 días. Los guardias me alimentaron a la fuerza cada vez que hacía huelga de hambre.
Me torturaron casi hasta la muerte muchas veces. Sin embargo, con la creencia recta en Falun Gong y bajo la protección de Shifu, atravesé las tribulaciones cada vez. Sabía que era a causa del poder extraordinario de esta práctica de cultivación.
Ahora siempre recito sinceramente: "¡Falun Gong es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”.
En otra ocasión, un guardia me golpeó y pateó mientras hacía los ejercicios. No me moví y seguí practicando hasta que perdí el conocimiento. Después de ese incidente, el guardia nunca más me golpeó. Dijo: "Los practicantes de Falun Gong son verdaderos guerreros".
Los presos y los guardias quieren saber acerca de Falun Gong
Un practicante me enseñó poemas de Hong Yin.
Llegué a comprender que, para ser un verdadero practicante del período de la rectificación del Fa, debo hablarle a la gente acerca de Falun Gong para limpiar sus mentes de las mentiras del PCCh sobre la práctica. Teniendo el corazón para salvar a los seres conscientes, muchos reclusos y guardias con quienes hablé sobre Falun Gong aceptaron lo que les dije y se dieron cuenta de que la práctica es buena.
Las condiciones en la prisión mejoraron mucho después de que los practicantes comenzaron a aclarar la verdad sobre Falun Gong. Muchos reclusos y guardias que entendieron lo que es Falun Gong y la persecución comenzaron a tratar amablemente a los practicantes. Muchos también renunciaron al partido y a sus organizaciones afiliadas.
En 2014, hubo una reorganización de la administración de la cárcel y de los guardias. Varios quisieron agradar a los directivos y comenzaron a acosar a los practicantes en el patio en donde estaba detenido. Fui encerrado en una celda pequeña otra vez.
Hablé sobre Falun Gong y la persecución con los reclusos encerrados conmigo en la pequeña celda. Algunos renunciaron al PCCh después de convencerlos de que no querrán ser asociados con el PCCh, cuando éste se derrumbe.
Un día, un grupo de personas vino a visitar la prisión. Cuando pasaron por la pequeña celda, gritamos todos los presos: "¡Falun Gong es bueno!". Los visitantes pensaron que todos en la pequeña celda eran practicantes.
Ser digno de la salvación de Shifu
Ahora tengo un cuerpo saludable y parezco mucho más joven que mi edad real. Trato de hacer bien todo lo que un practicante se supone que debe hacer. Estudio los libros de Falun Gong diligentemente, envío pensamientos rectos y le hablo a la gente sobre Falun Gong.
Falun Gong me ha cambiado. Antes, solía gastar dinero sin cuidado, ahora soy un practicante digno.