(Minghui.org) Practicar Falun Dafa me dio una segunda oportunidad en la vida. Durante más de 12 años estuve muy enferma y estaba considerada como “una persona moribunda”. Tenía todo tipo de dolores y problemas de corazón y estómago, cálculos en el hígado, y úlcera duodenal e hipertensión, por mencionar unas cuantas de mis dolencias. Pensé acerca de cometer suicidio, pero titubeé por mi hijo.
El Maestro de Falun Dafa vino a nuestra ciudad a enseñar el Fa en el invierno de 1992. Mi marido preguntó al Maestro por mi. Le dijo que podía asistir a las lecciones. Escuchando lo que el Maestro dijo, sentí el cambió en todo mi cuerpo porque había esperanzas. Decidí ir a verle.
El Maestro me resultaba familiar, como si le hubiera conocido en esta u otra vida anterior. Me pidió que cerrara los ojos, y sentí una gran mano acariciándome. Instantáneamente me sentí libre de todos mis problemas y enfermedades. Fue maravilloso.
Lucía más fresca y mi cara brillaba. El Maestro me pidió que montara en bicicleta frente a todo el mundo. Estaban sorprendidos por cómo había cambiado mi dramática situación y aplaudieron. Estaba muy emocionada y quería arrodillarme frente al Maestro.
Tenía 30 años, pero me sentía como si hubiera regresado a mi niñez. El Maestro estuvo en nuestra ciudad durante diez días. Después se fue, le seguí a Xianocheng y a Damin. Mi corazón estaba rebosante de alegría y felicidad.
Cuando practicaba los ejercicios, verdaderamente sentía lo que el Maestro describe en Zhuan Falun. Cuando me sentaba en meditación, flotaba en el aire sobre mi manta. Cuando realizaba los ejercicios de pie, estaba en total tranquilidad. Cuando estudiaba el Fa, estaba inmersa en él. Durante este tiempo, mi felicidad no se puede explicar con palabras.