(Minghui.org) Wang Zhiwen, coordinador de la Asociación de Investigación de Falun Dafa en Beijing, fue liberado tras una condena de 15 años de prisión el pasado 18 de octubre, para ser inmediatamente enviado a un centro de lavado de cerebro.
Wang, ex funcionario del Ministerio de Ferrocarril, fue arrestado en su casa en las primeras horas del 20 de julio de 1999. Fue uno de los cientos de practicantes de Falun Dafa secuestrados en toda la nación esa mañana, mientras el régimen chino lanzaba oficialmente su persecución a la práctica.
Fue sentenciado a 16 años de prisión durante un juicio que fue emitido en toda China para las televisiones estatales el 26 de diciembre de 1999.
La hija de Wang, Danielle, que vive en Estados Unidos, habló con él por teléfono el pasado 18 de octubre mientras era transportado de la prisión de Qianjin a un centro de lavado de cerebro en el distrito Changping de Beijing.
Familiares contaron a Danielle más tarde que su padre había sufrido un ataque al corazón hace casi un mes. También advirtieron a Danielle que se quedara en Estados Unidos y que estuviera pendiente de la seguridad de ellos, sugiriendo que habían recibido amenazas de las autoridades chinas.
El preso de conciencia Wang Zhiwen en 1997 y en 2014 (Foto cortesía de Epoch Times).
El caso de Wang obtuvo una atención internacional creciente después de que Danielle testificara en una vista del Congreso estadounidense el 5 de diciembre de 2013. El último informe anual de la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China (CECC son sus siglas en inglés), publicado el pasado 9 de octubre, pedía nuevamente la liberación de Wang.
Lo que le sucedió –ser liberado de prisión y trasladado silenciosamente a un centro de lavado de cerebro– es coherente con otros informes de persecución de primera mano en China publicados en esta web. La política de persecución a nivel nacional no ha cambiado, aunque las formas y métodos pueden haber evolucionado.
El informe anual 2014 de la CECC afirma que: “En la primavera de 2014, un 'centro de educación legal' en Jiansanjiang, condado de Fujin, Heilongjiang, fue cerrado después de la notoriedad que alcanzó la detención y tortura de cuatro abogados de derechos humanos que fueron a Jiansanjiang para proporcionar asistencia legal a practicantes de Falun Gong detenidos allí”.
“Sin embargo, las autoridades han informado que se ha reemplazado la instalación de Jiansanjiang por un centro de desintoxicación de droga obligatorio en la ciudad de Qiqiha'er para detener a practicantes de Falun Gong”, continuaba el informe.
El informe de diciembre de 2013 de Amnistía Internacional sobre los movimientos de China para abolir su sistema de campos de trabajo concluía que “está claro que las políticas subyacentes de castigar a la gente por sus actividades políticas o creencias religiosas no han cambiado. Los abusos y torturas continúan, solo que de forma diferente”.
Danielle dijo en una entrevista por teléfono esta semana que estaba muy preocupada por la seguridad de su padre:
“Hay dos centros de lavado de cerebro en Changping, Beijing. Según Minghui, practicantes de Falun Dafa han sido golpeados hasta la muerte en ambos centros. En estos lugares, se ha inyectado a practicantes drogas que dañan el sistema nervioso y destruyen su salud. Estoy muy preocupada”.
Danielle Wang pide la liberación de su padre en la vista en el Congreso llamada “La petición de sus hijas a Beijing: 'Dejen ir a nuestro padre'”. La pequeña rama en su mano es lo único que ha recibido de su padre en los 15 años que ha estado encarcelado.
El último papel blanco de Minghui.org sobre la industria oculta de lavado de cerebro en China destaca el uso del lavado de cerebro institucional en la persecución a Falun Dafa. El lavado de cerebro se ve como un sistema altamente eficiente, de elevado valor económico, ejecutado en instalaciones dedicadas a ello en cada ciudad en cada provincia.
Meng Jun, un practicante que compartió una celda en prisión con Wang en 2002, describió sus recuerdos de Wang en un artículo recientemente publicado en la web en chino de Minghui:
“Wang es alto y un poco encorvado debido a tener que sentarse en pequeños bancos largos periodos de tiempo durante el trabajo forzado en prisión. Parecía una persona cálida, a menudo con una ligera sonrisa... En un ambiente tan sofocante como es la prisión, vi que no se vino abajo. Soy más feliz cuando estoy con él”.
Parientes de Wang le dieron una carta de su hija en una visita en prisión. Wang atesoraba la carta y la leía a menudo, recordaba Meng.