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Hay un antiguo dicho chino que dice que “cada pensamiento del hombre se escucha en el Cielo y en la Tierra; ellos se asegurarán de que el bien sea recompensado con bendiciones, y que la maldad se encuentre con su castigo”.
Según el entendimiento del autor, este dicho muestra que este principio celestial no puede esconderse ni alterarse, ya que lo divino lo sabe todo y puede diferenciar el bien y el mal a cada momento.
En la china antigua se creía que la gente era debidamente recompensada por sus buenos pensamientos, y castigada por sus malos pensamientos. De hecho, todo radicaba en el momento en que se produce un pensamiento. En la cultura china tradicional, había muchas referencias a las escrituras del confucionismo, budismo y taoísmo, y todos los sabios y personas virtuosas de la antigüedad consideraban que la honestidad y la integridad eran las virtudes principales del comportamiento.
El autor cree que los chinos antiguos eran rectos en todo, y que los principios aquí descriptos están tan vigentes hoy como en aquellos tiempos.
Los antiguos respetaban al Cielo y a la Tierra, y tomaban con seriedad el juicio de otras personas en caso de que se equivocaran y ofendieran al Cielo y a la Tierra, al comportarse inapropiadamente, incluso sin saberlo. Siempre eran cuidadosos y mantenían una mente calma y pura, incluso cuando no había nadie alrededor, para asegurarse de no hacer nada en contra de su propia consciencia.
Sin embargo, también había personas que pensaban que si cometían malas acciones en secreto, nadie lo sabría. Pero nunca serían capaces de escapar del castigo merecido por su mala acción.
Había muchas historias de este tipo en los libros antiguos. La siguiente es sólo una de ellas.
Golpeado por un rayo por obtener dinero robando.
Una señora mayor que vivió durante la dinastía Qing enviudó cuando era joven.
Crió a su hijo haciendo bordados para otros. Su hijo creció y consiguió trabajo en un banco privado. La señora mayor siguió trabajando y ahorró varias docenas de monedas de plata para preparar el casamiento de su hijo en el futuro. Siempre llevaba el dinero sobre su muñeca cuando salía, por miedo a perderlo.
Una vez, fue a quemar incienso al templo. Como escuchó que había muchos carteristas en esa zona, le pidió al dueño de una bodega de granos (un conocido) que cuidara de su dinero mientras iba al templo. Sin embargo, cuando regresó a buscar su dinero, el dueño del negocio de granos le respondió enojado: “¡Quién se llevó tu dinero!".
La señora mayor estaba impactada y discutió con él hasta las lágrimas. Señalando hacia el cielo, el dueño juró que ella lo quería engañar. Los observadores no podían afirmar quién decía la verdad. De hecho, cuando la señora dejó el dinero, había un vecino presente, que también los vio discutir.
La señora le pidió al vecino que ofreciera su testimonio por lo que había sucedido, pero él se rió y le dijo: “¡No tiene sentido! Recién llego y nunca te vi antes. ¿Cómo podría saber quién dice la verdad?”. Escuchando sus palabras, la gente empezó a comentar, diciendo que estaba equivocada. Ella estaba sufriendo una gran injusticia, pero era muy difícil defenderse.
Regresó a su casa, y con gran desesperación, se colgó.
Cuando el hijo llegó a la casa encontró a su madre muerta. No podía comprender por qué se había suicidado y estaba muy triste.
Esta tragedia inesperada fue un gran golpe para él y se enfermó. Un día, cuando estaba medio consciente, se le apareció su madre y le dijo: “Hijo mío, dos personas serán alcanzadas por un rayo hoy y morirán en el templo Yuanmiao mañana, y la injusticia que sufrí será enmendada. Obtendremos el dinero de regreso. Debes ir allí mañana a ver aunque estés enfermo”.
Al día siguiente, su hijo fue al templo como le había pedido. El día estaba agradable y despejado al principio, pero poco después, se cubrió todo de nubes negras, caían rayos y truenos. Se escuchó un sonido resquebrajan te, y un golpe de relámpago mató a dos personas.
Quedaron arrodilladas cara a cara, cada uno con una bolsa de monedas de plata en su mano. Enseguida, uno de ellos (el vecino del negocio de granos) revivió y le dijo a todos: “Ese día luego de que la señora dejó el dinero con el dueño del negocio, él tuvo la malvada idea de estafarla y prometió dividir el dinero conmigo. Quién hubiera pensado que ofenderíamos al Cielo al hacer eso. El juez del inframundo determinó que el dueño del negocio era el culpable principal y fui librado de la pena de muerte. Se me ordenó hacer este anuncio público y devolverle el dinero a su hijo”.
Alguien en la multitud reconoció al hijo y él aceptó el dinero. Luego de llegar a su casa, llevó a cabo una ceremonia en nombre de su madre y lloró con gran tristeza en su memoria. Se recuperó por completo de su enfermedad. El vecino quedó postrado en cama por medio año. Quedó permanentemente lisiado con una mano y un pie roto.
Epílogo
Según el entendimiento del autor, las historias presentadas en esta serie sirven a modo de advertencia de que todo está controlado por principios celestiales.
Lo divino está plenamente consciente de todo, de nuestras palabras y acciones, cada idea y pensamiento. De hecho, el bien y el mal no se diferencian solamente por lo que uno dice o hace, sino también por lo que uno piensa.
En la antigüedad la gente creía: ”Lo bueno será recompensado con bendiciones, la maldad recibirá su castigo, tarde o temprano”.
Sin embargo, el PCCh (partido comunista chino) actúa en contra de esta ley universal del cosmos y ha forzado el ateísmo y la filosofía de lucha en la mente de las personas, impidiéndoles creer en la causa y efecto. El PCCh hace lo que quiere y engaña al mundo con mentiras. Lo que es peor, ha perseguido a practicantes de Falun Gong que creen en Verdad-Benevolencia-Tolerancia, y en los últimos 14 años ha cometido atrocidades imperdonables.
Más de 140 millones de chinos han declarado su renuncia al PCCh y sus organizaciones afiliadas. Han conocido la verdad y se han alejado del PCCh. Han visto la naturaleza malvada del PCCh y han hecho una elección racional, eligiendo así un futuro brillante para ellos mismos.
(Fuente: “El libro supremo de las recompensas y castigos” 《太上感应篇例证》 , “Zuo Hua Zhi Guo” 《坐花志果》y otros).