[Minghui Net] A fines de octubre de 1999, mi madre fue arrestada y llevada a la comisaría de Xincheng, en la ciudad de Qitahe, cuando iba camino a Beijing para apelar por su derecho a practicar Falun Gong. Cuando nuestra entera familia fue a verla, con la esperanza de traerla a casa de nuevo, la policía nos dijo que no la liberarían a menos que firmara una declaración garantizando que dejaría de practicar Falun Gong. En vez de ser liberada sería enviada a un campo de trabajo forzado. Yo era muy pequeña y estaba asustada. Lloré unas cuantas horas hasta que me desmayé. Desde entonces mi corazón está débil y tengo que evitar emociones fuertes. En diciembre de 1999, mi madre fue ilegalmente sentenciada por negarse a renunciar a su creencia en Falun Gong. La enviaron al campo de trabajo forzado de Jiamusi. Al mismo tiempo, mi padre fue llevado al centro de detención de la ciudad de Qitaihe, donde estuvo detenido hasta la noche del año nuevo del 2000.
Más tarde sentenciaron a mi padre a seis meses de trabajo forzado. En ese tiempo yo solo tenía diez años. Mi hermano mayor y yo perdimos el cuidado de nuestros padres y nos dejaron en casa solos.
Nací en 1989 en una familia común de la ciudad de Qitaihe, provincia de Heilongjiang. Cuando era niña, mi padre fumaba y bebía, y dependía de muchos medicamentos. Tomaba medicinas todos los días, y también tenía tuberculosis. El costo de su medicina era mayor a sus ingresos mensuales. Cuando era joven mi madre se cayó desde muy alto y por ello tuvo cuestiones de salud por las secuelas de la contusión. Los días lluviosos o ventosos, tenía dolores de cabeza. Debido a que mi padre fumaba y se embriagaba, mi madre discutía con él a menudo. Crecí en una familia muy complicada.
En la primavera de 1997, mis padres comenzaron a practicar Falun Gong, y consecuentemente recuperaron su salud. Mi padre dejó la bebida y el tabaco y también dejó de discutir con mi madre. Fue increíble. Éramos una familia feliz. Aunque nuestra situación económica era promedio, estaba llena de amor, y ya nadie se peleaba. Mis padres me brindaban su amor y yo simplemente disfrutaba estar con ellos.
Sin embargo, nuestra familia no duró mucho. El 20 de julio de 1999, el partido comunista chino lanzó la campaña a escala nacional para perseguir a Falun Gong. La década de persecución desenfrenada contra los practicantes de Falun Gong, incluyendo a mis padres, me ha dejado sin el calor de mi familia, y se llevó mi felicidad. Comencé a sufrir tribulaciones, y me empujaron a vivir la adultez en medio de una crisis financiera y con una tremenda carga mental.
Mis abuelos paternos murieron antes de que yo naciera y mis abuelos maternos vivían muy lejos en Sichuan. Después de que mis padres fueron ilegalmente detenidos, mi hermano, dos años mayor, y yo quedamos solos a la deriva.
En el helado invierno, mi hermano y yo teníamos que hacer fuego con leña y cocinarnos la comida. ¿Cómo podríamos manejar la casa con una edad tan corta? Fue muy difícil para nosotros. Ni siquiera sabíamos cómo prender fuego a la leña. El calefón y el calefactor se congelaron debido a las bajas temperaturas. A menudo nos despertábamos en medio de la noche, helados, y teníamos que acurrucarnos para evitar el frío. Podía escuchar a los ratones chillando por la noche, y a veces se metían debajo de la frazada, lo que me atemorizaba, y por ello lloraba y gritaba. Mi hermano y yo a veces nos escondíamos en la habitación, buscando fotos de nuestros padres, llorando y dándonos ánimos para seguir adelante.
Entendíamos que nuestros padres estaban haciendo lo correcto. Nuestra familia se benefició mucho de Falun Dafa. Cuando Falun Dafa fue calumniado por el PCCh, nuestros padres salieron a decirle a la gente la verdad de Falun Gong y de este modo salvaguardaron la reputación de Falun Dafa. Nuestros padres nos educaron con palabas y acciones, y querían que fuéramos honrados y agradecidos. Aunque los extrañamos mucho, estamos muy orgullosos de ellos.
Nunca antes habíamos cocinado, así que no sabíamos qué cantidad de agua había que usar para el arroz. La primera vez que cocinamos el arroz, quedó duro como una piedra. Pero como teníamos tanta hambre, lo comimos igual, llorando. No teníamos ropa de invierno. Nuestros zapatos tenían agujeros en la suela, y nos salían los dedos hacia fuera. Ese invierno fue especialmente frío y mis pies se congelaron. Tuvimos que usar la ropa de invierno que descartaban los adultos. Esta ropa era muy grande para mí y no me abrigaba bien. El viento frío penetraba mi cuerpo. Sentía dolor y esto hacía que extrañase aún más a mis padres.
No teníamos ingresos. Para poder sobrevivir, mi hermano y yo usábamos las vacaciones del colegio para reciclar basura. Todas las mañanas desde las 6 en punto, íbamos al basurero para recoger cartones, botellas de plástico, y pedazos de vidrio. Medio kilo de cartón se vendía a 20 centavos de yuan, una botella de plástico a 5 centavos, las mejores costaban 10 centavos, los pedazos de vidrio se vendían el medio kilo a 5 centavos. Los vidrios a menudo nos cortaban las manos y los pies, dejándonos cicatrices que hasta el día de hoy son visibles. Sangrar era común. Yo solo medía 1 metro 20, y no era muy fuerte. Mi hermano me cuidaba y no me dejaba levantar cosas pesadas. Éramos pequeños y piel y hueso debido a la malnutrición crónica.
Éramos muy cuidadosos con el gasto del dinero ganado duramente. Intentábamos controlarnos lo más posible de no comprar un helado durante el caluroso verano, ya que realmente no podíamos darnos ese gusto. Teníamos que ahorrar dinero de la escuela y solo comprábamos comida rica en ocasiones especiales. La tribulación de ganarse la vida y no tener padres, me cambió de ser una niña alegre a una persona muy callada.
En estas condiciones difíciles, a pesar de la persecución financiera y espiritual, nunca dejamos nuestros estudios. Tanto mi hermano como yo teníamos muy buenas notas siempre.
Mi madre fue liberada en diciembre de 2000, lo cual fue un gran alivio para mi hermano y yo. Sin embargo, mi madre era un ama de casa, y no tenía trabajo ni ingresos. Para poder mantenernos en la escuela y sostener la familia, mi madre aprendió a hacer tofu. Ella medía 1 metro y medio aproximadamente, y pesaba menos de 40 kilos. Se levantaba a medianoche todos los días para hacer tofu hasta las 5 a.m. cuando salía a venderlo. Las mañanas de invierno en el nordeste de China son muy heladas. Un viento norte sopla con toda su fuerza, quemando la cara de la gente. Un balde grande de tofu pesa 34 kilos, y mi madre solo pesaba 38 kilos. Cuando nevaba era difícil empujar el carrito con el balde. Una persona sola simplemente no podría moverlo. Mi madre llegaba muy tarde en la noche los días que nevaba.
Durante las vacaciones de invierno, mi hermano y yo ayudábamos a mi madre a empujar el carrito, atando una soga al frente mientras que mi madre lo empujaba de atrás. A veces era difícil moverlo por la profunda nieve. Después que vendíamos el tofu, teníamos que descartar el agua, la que teníamos que mover de a poco. También teníamos que lavar la gasa que usábamos para colgar el tofu. Cuando terminábamos de hacer todo, ya era casi mediodía.
Las manos de mi madre se pusieron muy duras por el trabajo duro. Sus dos manos tenían grietas en la piel e incluso sangraban. Trabajaba tan duro pero solo ganaba 200 yuanes por mes. Para poder pagar nuestra educación vivía frugalmente, y nunca se compraba ropa para ella. Usaba la ropa vieja de otros. A medida que la carga financiera de la familia crecía, solo teníamos buena comida en ocasiones especiales. Aunque nuestra situación era un poquito mejor, extrañaba a mi padre. Hacía un año ya que no lo veía.
En diciembre de 2001, liberaron a mi padre del campo de trabajo forzado de Suihua. Finalmente nos reunimos los cuatro casi dos años después. Era como estar en el Cielo, con mis padres en casa. Mi sueño se hizo realidad. Mi alegría regresó, y me sentía feliz todos los días.
La vida está llena de incertidumbre. Mi padre fue arrestado de nuevo en mayo de 2002, menos de seis meses después de regresar a casa. Nuevamente fue enviado al campo de trabajo forzado de Suihua por dos años. En realidad estuvo detenido más de dos años esa vez. La casa estaba de nuevo rodeada de oscuridad, y mi madre tenía que llevar nuevamente una pesada carga. Como veíamos a mi madre cada vez más flaca, nos preocupamos con mi hermano, pero ¿qué podíamos hacer? Estudiamos duramente, hicimos lo que teníamos que hacer, y la ayudamos a cargar con las tareas centrales.
Cuando mi hermano y yo comenzamos la secundaria, teníamos una de las mejores notas. En septiembre de 2003, mi hermano fue admitido en la secundaria clave con honores, después de atravesar inmensa presión. Yo estaba en mi tercer año de la secundaria. Debido a los gastos escolares, no pude comprarme ropa durante cuatro años seguidos. Recogía ropa vieja de otros y mi madre la achicaba para que me entrara. Mi madre continuó con la venta de tofu para mantener la familia, mientras que mi hermano y yo nos dedicamos a reciclar basura durante las vacaciones escolares.
Nuestro padre fue liberado durante el invierno de 2004. Estaba extremadamente flaco. Cuando lo vi por primera vez, mis emociones me arrollaron y comencé a llorar descontroladamente. Me tiré en sus brazos y lloré. El regreso de mi padre me motivó aún más para hacer bien mis estudios. Me admitieron en un colegio clave de la ciudad. La vida, una vez más, volvió a ser pacífica.
Sin embargo en marzo de 2008, alrededor de la mitad del segundo semestre de mi último año en el colegio, antes de comenzar la universidad, mi padre nuevamente fue llevado al centro de detención de Qitaihe, y mi madre escapó de casa para evitar ser secuestrada. Para ese entonces ya era una adulta. Podía entender a mis padres aún mejor que antes. Quería buscar justicia para mi padre, así que renuncié a mis estudios, renuncié al examen de ingreso, y a la universidad. En otras palabras, renuncié a mi futura carrera. Fui a hablar con el personal del buró de seguridad pública y del centro de detención. Con extenuante esfuerzo, mi padre fue liberado 56 días después de ser detenido y regresó a casa. Aunque había dejado la universidad, continué estudiando en casa después que llegó nuestro padre. Eventualmente aprobé el examen de ingreso y me admitieron en la universidad.
Ahora toda nuestra familia practica Falun Gong. Sin la guía de Dafa y de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, probablemente me hubiera desvanecido como muchos otros, y no tendría mis propios principios ni creencias. Mis padres han sufrido tanto por la persecución del PCCh. Sin embargo, el dolor de mi infancia no quebró mi espíritu ni torció mi mente, porque yo creo firmemente en Verdad-Benevolencia-Tolerancia, que me guía en la dirección correcta en la vida.
Escribí mis experiencias de la niñez con la esperanza de que la comunidad internacional preste atención a la trágica persecución en China. Espero que el sistema de trabajo forzado sea finalmente eliminado, ya que no debería existir realmente. Espero que las asociaciones internacionales de mujeres y niños presten atención al sufrimiento de los niños de Falun Gong. Espero que ningún otro niño o pariente de practicantes de Falun Gong no tengan que atravesar lo que nosotros tuvimos que soportar.