[Minghui Net] En 2012, varios días antes de Halloween, Julie Keith de Oregón, sacó una caja de decoraciones de Halloween hechas en China de su almacén para usarlas como decoración. Cuando abrió la caja se quedó atónita, encontró una carta donde se pedía ayuda desde la unidad 8, del departamento 2, del campo de trabajo forzado de Masanjia, en la provincia de Liaoning, China.
La carta decía: “Si alguna vez compras este producto, por favor amablemente reenvía esta carta a la Organización Mundial de Derechos Humanos. Aquí miles de personas que están bajo la persecución del gobierno del partido comunista chino le agradecerán y le recordarán para siempre. Este producto se produjo en la unidad 8 del departamento 2, del campo de trabajo forzado de Masanjia, en la provincia de Liaoning, China. La gente que trabaja aquí tiene que hacerlo durante 15 horas al día sin descansar sábados y domingos ni en vacaciones. Casi sin cobrar, 10 yuanes al mes. (aprox. 1.12 euros al mes)La gente que trabaja aquí sufre castigos de 1-3 años de media, pero sin una condena judicial (castigo ilegal). Muchos de ellos son practicantes de Falun Gong, que son totalmente inocentes… solo porque tienen una creencia diferente al PCCh. A menudo sufren más castigos que los demás”. [Nota de los editores: Este texto es exactamente el de la carta.]
La carta no solo impactó a Julie sino también a la comunidad internacional. De repente, crímenes cometidos en un campo de trabajo forzado chino se convertía en el centro de atención y repulsa de los medios de comunicación occidentales y la esfera pública.
Desde que llegara al poder, el partido comunista chino (PCCh) ha alegado siempre que se adhiere a la ley, particularmente después de los días de “reforma y expansión”. Pero en realidad, el PCCh siempre ha operado fuera de ella, sin respeto hacia los derechos humanos y persiguiendo a gente decente. Ha transformado un bello país en una prisión gigante y los campos de trabajo forzado por el país han sido los peores delincuentes. Miles y miles de chinos han estado detenidos ilegalmente en dichos campos de trabajo y privados de sus derechos humanos básicos. Los campos de trabajo forzados chinos son auténticos infiernos en el mundo humano. Son peores que las prisiones, sin leyes que acatar y nadie que supervise sus acciones. Actualmente en estos campos se están llevando a cabo asesinatos inimaginables, actos de tortura y crímenes contra la humanidad.
Los campos persiguen, a disidentes políticos y presos de conciencia, de todas las formas posibles, incluyendo privación del sueño, administración de drogas, abuso sexual (incluyendo los hombres), el llamado tratamiento psiquiátrico y el peor, la sustracción de órganos a personas vivas. Las víctimas sufren abusos físicos y psíquicos y a menudo acaban mentalmente desequilibrados o incluso mueren.
Los que más sufren en los campos de trabajo forzado son aquellos con creencias espirituales y la mayoría de ellos son practicantes de Falun Gong. Según estadísticas aun no acabadas, al menos 100.000 practicantes de Falun Gong han estado detenidos en campos de trabajo forzado desde que empezó la persecución el 20 de julio de 1999.
El campo de trabajo forzado de Masanjia, en la ciudad de Shenyang, desde donde mandaron la carta de ayuda, desgraciadamente es conocido por perseguir a los practicantes de Falun Gong. Según la web de Minghui, aquí los presos a menudo escuchan gritos de practicantes que son torturados. Cuando se niegan a renunciar a sus creencias, les inyectan a la fuerza drogas que dañan el sistema nervioso. Son forzados a ver videos para lavar el cerebro, les golpean y les dan descargas con picanas eléctricas. A las practicantes femeninas les quitan la ropa y las meten en celdas de hombres. Estas torturas brutales han causado al menos 5 muertes, 7 casos de desorden mental y numerosos casos de discapacidad física.
El practicante Zen Zhen, que estaba detenido en este campo de trabajo, recordó en una entrevista: “Lo primero que uno escucha cuando llega a la división de envíos, del campo de trabajo forzado es, ‘baja la cabeza’. Lo siguiente es el sonido atroz de la descarga de las picanas eléctricas, este hecho es una rutina. Una vez atestigüé a una practicante soltera atada a una silla mientras cuatro o cinco hombres le aplicaban descargas eléctricas en sus genitales y cabeza hasta que perdió el control de su vejiga e intestinos; luego permaneció inconsciente durante un largo tiempo”.
“Había otra señora de unos 50 años. Después de que los guardias trataran sin éxito de forzarla a escribir una carta prometiendo no practicar Falun Gong, le desnudaron y forzaron a estar en el suelo pisándole. Luego usaban cuatro o cinco picanas eléctricas para darle descargas; la más reciente fue tan fuerte que su cuerpo saltaba de forma incontrolada, incluso mientras la pisaban. Después de electrocutarle la parte delantera, le electrocutaron la espalda, como si estuvieran haciendo una tortilla. Su cuerpo estaba ennegrecido y carbonizado. Joven o anciano nadie se escapa”.
No solo están detenidos practicantes de Falun Gong y otros con creencias espirituales en los campos de trabajo forzado y perseguidos, sino que muchos son disidentes desconocidos, trabajadores y ciudadanos que participaron el 4 de junio de 1989 en la protesta de Tiananmen; granjeros que se han resistido a decomisos ilegales de sus tierras por el régimen; y ciudadanos que han luchado contra la destrucción forzada de sus casas. También presos que incluye a todo tipo de gente que ha apelado al régimen así como aquellos que han osado criticar al PCCh por Internet.
Ren Jianyu, oficial civil de 25 años, fue uno de ellos. Estuvo detenido en un campo de trabajo forzado cerca de Chongqing en agosto de 2011 porque publicó y reenvió emails que apelaban por la democracia y criticaba a Bo Xilai. Ren fue liberado antes de que Bo fuera destituido y perdiera el poder. En su entrevista con el British Daily Telegraph Ren describió su experiencia de 15 meses en el campo de trabajo forzado y relató su “ira, dolor y depresión” mientras estaba detenido. “Doce personas estaban estrujadas en un pequeño espacio con literas. Era un ambiente muy duro y deprimente”, indicó. “No había calefacción en invierno y en verano solo ponían dos ventiladores. Las mantas y ropas que usábamos eran restos de antiguos presos. Requerían que todos los presos trabajaran muchas horas haciendo cajas de embalaje y cables eléctricos de bobina. La carga de trabajo era muy pesada, y nunca podía acabar mis tareas. Siempre estaba en un estado de mucha ansiedad, soledad y enorme presión. Antes de salir perdí unos 15 Kg.
Los campos de trabajo forzado esparcidos por el país son los Auschwitzs de China. Debido al estrecho control del PCCh sobre los medios, casi nada se ha sabido de ellos hasta hace poco. A menos que hubieras estado detenido personalmente o conocieras a alguien que lo hubiera estado, nunca podrías imaginar los crímenes increíbles que se llevan a cabo en esos campos.
Hace cinco décadas con el colapso de los nazis, Auschwitz fue etiquetado como una desgracia para la historia de la humanidad. Estamos seguros de que los campos de trabajo en China se enfrentarán al mismo destino y los crímenes que ocurren en los campos de trabajo chinos serán juzgados.