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Cada tribulación es un paso más en la vía a mejorarnos

Nov. 14, 2013 |   Por un practicante de Falun Dafa en China

[Minghui Net]

Comencé a practicar Falun Dafa en el 2004. Antes de iniciar la práctica tenía problemas de salud severos que incluían enfermedad cardíaca, hipertensión, neurastenia, y úlcera dudenal. El peor problema era un sangrado vaginal sin ninguna razón aparente, razón por la cual fui al hospital, pero no pudieron encontrar cuál era el problema. Luego de ser hospitalizada por casi dos semanas, fui dada de alta. No podía hacer las tareas del hogar luego de regresar a casa y estaba en cama todo el día.

Una vez cuando una amiga vino a visitarme, vi que llevaba algo en su cuello, pero no quería que lo viera. Lo agarré cuando no estaba prestando atención y vi que era un amuleto de Falun Gong. Resulta que su madre practicaba Falun Gong, así que le pedí que me trajera uno. De allí en adelante, recité lo que estaba escrito en el amuleto y antes de darme cuenta, había recuperado mi energía y comencé a retomar las tareas de la casa y de la granja. Me sentí muy feliz y pensé que debía aprender Falun Gong. Aunque en aquel entonces no me había dado cuenta porqué todo estaba yendo tan bien, Shifu ya me había ayudado.

Le dije a mi amiga: “Quiero practicar Falun Gong, pero no se dónde encontrar el libro”. Ella dijo que su madre lo había practicado, pero que tuvo mucho miedo de continuar con la práctica luego que el régimen comunista comenzara la persecución. También dijo: “Varias personas quisieron pedirle prestado el libro a mi madre, pero ella dijo que no podía conseguirlo. En realidad, ella no quería que cualquier persona lo tomara. Pero estaría feliz de darte el libro a ti. Así que lo iré a buscar ahora”.

Luego de un corto tiempo, retornó con el libro Zhuan Falun. Lo abrí y vi la foto de Shifu mirándome con una compasión tan profunda que derramé lágrimas. Comencé a leer el libro día y noche. Luego de leerlo varias veces, quería aprender los ejercicios. Pronto pude encontrar los videos de Shifu para aprender los ejercicios y las grabaciones de la música de los ejercicios. Estaba dentro de un campo compasivo todos los días y lo que sentí no puede ser descrito con palabras. Todavía puedo recordar cómo me sentí en aquel entonces.

Comencé a clarificar los hechos sobre la prácitca y la persecución pronto después de comenzar a cultivarme. Mi esposo no pudo entenderlo y me dijo: “No me importa si te quedas en casa a estudiar el Fa y hacer los ejercicios. Pero también sales a clarificar los hechos y enviar pensamientos rectos. No sólo es que sales durante el día sino también por la noche”. Le dije: “Si no hubiera practicantes que distribuyen volantes, entonces nadie sabría cuán bueno es Falun Gong. ¿Acaso no has visto cómo ha mejorado mi salud y cómo ha cambiado mi temperamento? Ya no necesitas preocuparte de que me enferme”. Él dijo: “El partido comunista no lo permite y me temo que serás arrestada. Entonces ya no podremos vivir en paz”. Le dije que no se preocupara y que yo sería cuidadosa.

En una ocasión algunos practicantes me pidieron que fuera a la ciudad a enviar pensamientos rectos. Era invierno y me levanté bien temprano para preparar las cosas. Mi esposo se molestó mucho y comenzó a gritarme: “De verdad que quiero botarte de aquí”. Le dije medio bromeando: “Adelante. Mientras más lejos me botes de aquí mejor. Sería mejor si me pudieras dejar botada en un lugar donde yo quiera estar. Así nos ahorramos tiempo y dinero”. Se calmó un poco pero todavía no permitía que me fuera. Miré al reloj y ya se había hecho tarde. Sabía que los demás ya se habían ido. Cuando vio que yo no estaba feliz, retrocedió: “Yo cocinaré y haré los quehaceres del hogar hoy. Puedes sentarte allí y enviar pensamientos rectos”. Luego nunca más trató de detenerme a que fuera a enviar pensamientos rectos.

Ayudé a encuadernar copias de los Nueve Comentarios en el 2007, primero en la casa de un practicante. Por varias razones el coordinador me preguntó si podían hacerlo en mi casa. Honestamente tenía un poco de miedo. Mi esposo no se encontraba en la casa en aquel momento, pero temía que fuera a escuchar algo al respecto y que luego me causara problemas. También tenía miedo que el partido comunista escuchara sobre ello y me persiguiera. El apego al miedo me hizo sentir presión, pero estaba determinada a negarlo. Le pedí a los compañeros practicantes que trajeran las páginas impresas para que pudieramos realizar las encuadernaciones. Shifu utilizó esta oportunidad para ayudarme a deshacerme de mi miedo.

Mi esposo estaba en un viaje de negocios con sus amigos y no se suponía que iba a retornar en varios días. Le dije a los practicantes que trajeran rápidamente los materiales para poder terminar todo antes que regresara, pero regresó antes de tiempo.

Esa misma noche, los practicantes llegaron cerca de la media noche. Mi esposo se molestó mucho y me dijo que les dejara entrar a la casa. Luego les dijo: “Dejenme decirles algo, si álgo le pasa a ella, ninguno de ustedes vivirá en paz. Si no nos dejan vivir en paz, entonces nadie aquí vivirá en paz”. Todos actuaron con calma y uno le dijo: “No hay problema. Mañana encontraremos otro lugar para trabajar”.

Al día siguiente mi esposo todavía andaba molesto. Traté de hablar las cosas con él: “Mira, estas cosas no pueden ser hechas durante el día y en la noche ambas intersecciones tienen mercados nocturnos. Así que dime, ¿cómo podemos mover los materiales?”. Él vio que no me iba a rendir y dijo: “Ok sólo por esta vez. No traigas esas cosas a nuestra casa de nuevo”. Así que de esta forma pasé la primera tribulación con respecto a este asunto.

La segunda vez, tan pronto como mi esposo se fue de viaje de negocios, notifiqué a los demás practicantes para que trajeran los materiales ya que había muchos por hacer. Mientras limpiaba los platos luego del almuerzo, levanté la cabeza y vi a mi esposo llegar. No pude evitar decir: “¿Por qué has vuelto? ¿Por qué no me llamaste primero?”. Dijo que había una innundación en el otro pueblo y que tenía que regresar al lugar en un par de días. Mi mente se calmó y pensé que tenía simplemente que enfrentar la situación así que le dije: “¿Qué quieres comer? Lo prepararé para ti. Estamos aquí encuadernando los Nueve Comentarios”. Para mi sorpresa, me dijo: “Ya comí. Anda continúa haciendo tus cosas”.

Todas las tribulaciones habían establecido una buena base para luego establecer mi centro de producción de materiales en mi casa. Sé que cada una de las veces que he mejorado ha sido debido a los arreglos compasivos de Shifu, y las tribulaciones ocurrieron para que pudiera eliminar mis apegos. El esfuerzo que Shifu ha invertido en nosotros no puede ser medido. Sólo los discípulos pueden entender cómo se siente; la gente común nunca podría entenderlo. Gracias, Shifu.

Al principio no iba a escribir este artículo porque siento que todavía tengo que eliminar muchos apegos. Un practicante de otro pueblo estaba de paso en nuestra área y nuestro coordinador local arregló que compartieramos experiencias de cultivación, así que he escrito esta. Quisiera también agradecer a los practicantes por su ayuda y motivación.