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Lo que vi en otras dimensiones mientras desintegraba el mal en un campo de trabajo forzado con otros practicantes de Dafa

Ago. 27, 2012

[Minghui Net] En 2010 cuando fui con otro practicante a distribuir materiales de aclaración de la verdad, la gente de la zona, que no conocía la verdad sobre Dafa, me denunció a las autoridades. Fui arrestado y me enviaron a un campo de trabajo forzado.

Estuve detenido en una celda con otros nueve, incluyendo otros siete practicantes de Dafa. En septiembre de 2010 un practicante que justo había vuelto al campo nos dijo: “Mientras estaba pasando por el vestíbulo (utilizado por los capitanes del campo a cargo), escuché a un capitán gritar que ‘transformarían’ al practicante que acababan de enviar”.  De este modo, les dije a los otros practicantes que enviáramos pensamientos rectos juntos para ayudar al practicante.

Ocho de nosotros mandábamos pensamientos rectos juntos. En varios minutos mi tianmu se abrió y vi la siguiente escena en otra dimensión:

Dos docenas de pequeños demonios salieron de abajo de un puente antiguo. Todos llevaban la misma ropa negra y algo como un pequeño tronco de árbol. El tronco de árbol tenía unos ocho metros de largo con cada extremo de diferente tamaño; el grosor del final de uno era de unos 10 cm y el otro de 5 cm. Los pequeños demonios portaban el tronco del árbol y cargaban contra el practicante. Cuando el final grueso del tronco daba en el cuerpo del practicante, automáticamente del tronco salían raíces. Las raíces entraban rápidamente en el cuerpo, hasta sus pequeños capilares. Pero el practicante permanecía inmóvil. Luego, las raíces salían rápidamente del cuerpo del practicante y volvían al tronco. Los demonios trataron de hacer lo mismo tres veces más, pero el practicante seguía sin moverse. Los demonios se dieron cuenta de que habían fracasado, y volvieron rápidamente al puente. El capitán del campo en la dimensión humana no pudo gritar nunca más y no pudo “transformar” al practicante.

En el pasado, cuando los practicantes de Dafa eran enviados al campo, los capitanes primero les lavaban el cerebro. Luego, la gente “transformada” se turnaba para tratar de adoctrinar a los practicantes con sus teorías malvadas. Perseguían a los practicantes tanto física como espiritualmente sin parar durante días. Esta vez, ocho de nosotros mandamos pensamientos rectos como un cuerpo y solo tardamos 20 minutos en desintegrar al mal.