[Minghui Net] Entre los discípulos del Fo, Ananda era el más bello. Su semblante era tan solemne como la luna llena y sus ojos eran como flores de loto puras. Además, era muy inteligente. El Fo dio muchas enseñanzas diferentes. Ananda necesitaba oír la enseñanza del Fo solo una vez y nunca olvidaba nada de ella.
Un día después de que Ananda había mendigado limosna en una aldea, en su camino de regreso, vio a una chica joven que estaba bebiendo agua al lado de un pozo al borde del camino. Ananda tenía sed, así que caminó hacia allí y le pidió a la chica que le diera un cuenco de agua limpia.
La chica era de la humilde casta matavgi. Cuando Ananda le pidió agua, no se atrevió a darle agua. Dijo: “Honorable señor, no estoy cualificada para entregarle agua a un monje de la familia real como usted debido a mi estatus humilde. Si hiciera eso, bajaría su estatus”. Ananda dijo genuinamente: “Por favor, no me consideres de esa manera. Soy un monje, así que a mis ojos, todo el mundo es igual y no hay diferencia entre los nobles y los humildes. Realmente estoy sediento. Por favor dame algo de agua.
La chica matavgi estuvo encantada al oír las palabras bondadosas de Ananda. Sostuvo un cuenco de agua con ambas manos respetuosamente y se lo dio a Ananda. Ananda no la menospreció en absoluto y le expresó aprecio asintiendo con la cabeza respetuosamente. La chica se sintió muy conmovida. Cuando miró al bello Ananda otra vez, sintió que se estaba enamorando de él. Sus ojos siguieron a Ananda mientras se iba. Sintió una pequeña pérdida cuando se fue.
De ahí en adelante, la chica se volvió absorta en su anhelo por Ananda. Su cara se puso demacrada. Su madre la vio cargada de ansiedad pero sin hablar de nada todos los días, así que le preguntó la razón. La chica matavgi sabía que no podía esconder su preocupación a su madre, así que le dijo que varios días atrás, cuando estaba bebiendo agua en un pozo, se encontró a un monje llamado Ananda. Aunque solo le vio una vez, se sintió muy atraída hacia él. No podía olvidarle y pensaba en él con todo su cuerpo y mente. No sabía cómo enfrentarse a ello.
Su madre dijo: “Hay dos tipos de personas en el mundo que nunca puedes obtener: uno son los muertos; el otro son aquellos que han eliminado toda su lujuria y deseos. Oí que el Fo es un hombre grande y sagrado. Todos sus discípulos han abandonado sus deseos. Aunque estés loca por él, no tengo idea de cómo ayudarte”.
La chica matavgi bajó su cabeza y dijo: “Uno tiene que esforzarse si quiere lograr algo en este mundo. Si no puedo tener a Ananda, no puedo sobrevivir. Me gustaría hacer lo mejor que pueda para adquirir su amor”.
Por su afecto hacia su hija, su madre no quería que estuviera tan triste, así que pensó en una idea para ayudarla. Le dijo a la chica que aprendiera un tipo de encantamiento especial. Este encantamiento podría hacer que Ananda perdiera su sabiduría. Si Ananda no tuviese la mente clara, ella tendría la oportunidad de apoderarse de él.
Por consiguiente, la chica matavgi empezó sus intentos para cautivar a Ananda. Se vistió elegantemente, recitó el encantamiento en su corazón y esperó a Ananda cerca de donde vivía todos los días.
Cuando Ananda salió de su lugar de residencia y vio a la chica matavgi, la reconoció inmediatamente. Cuando la chica saludó educadamente a Ananda, él ya supo que la chica estaba intentado usar su belleza para cautivarle. Ananda entonces incrementó su sabiduría inmediatamente y mientras tanto, sintió que estaba rodeado por la luz sagrada del Fo. Se dio la vuelta de inmediato y caminó de regreso a su lugar de residencia. La chica matavgi quiso usar su encantamiento para interferir con Ananda. Pero cuando el mal se acercó a Ananda, el Fo usó su propia luz para proteger a Ananda de ser molestado por la chica.
El día siguiente era 25 de abril, día en que el Fo pedía a sus discípulos que empezaran a quedarse en sus lugares de residencia y no salieran en los tres meses siguientes. La chica matavgi tuvo que esperar hasta el 15 de julio con extrema ansiedad. Cuando Ananda salió de su lugar de residencia de nuevo tres meses después, la chica se arrodilló y le suplicó diciendo: “Ananda, sin ti ni el sol ni la luna brillan más para mí. Sin ti, mi vida perderá completamente significado. Me gustaría darte todo mi corazón”. Ananda vio que la chica era tan sentimental y dijo compasivamente: “Por favor levántate y sígueme. Vayamos a ver al Fo. Él nos ayudará”.
La chica matavgi pensó que Ananda había cambiado su parecer, así que le siguió encantada y fueron a ver al Fo.
“¿Quieres casarte con Ananda?”. Preguntó el Fo. Cuando el Fo vio a Ananda llevándole a una mujer hacia él, antes de que hablara, el Fo ya sabía sus pensamientos. La chica bajó su cabeza y contestó con sus manos frente al pecho: “¡Sí!”.
El Fo dijo: “Ananda es un monje. Primero deberías ser una monja y cultivarte diligentemente. Cuando te cultives bien y puedas compararte con Ananda, realizaré una ceremonia para vosotros”.
La chica matavgi solo quería ser la mujer de Ananda. En ese momento, aceptaría cualquier cosa mientras pudiera estar con él eventualmente. Se afeitó la cabeza encantada. Después escuchó las enseñanzas del Fo de todo corazón y se conformó a las enseñanzas del Fo diligentemente. Se cultivó y vivió junto con otras monjas.
La mente de la chica matavgi se volvió más y más calmada a medida que practicaba la cultivación. Junto con la profundización de su entendimiento de la cultivación y de Fo Fa, empezó a reexaminar su apego al amor y a la lujuria. EL Fo a menudo decía que hay cinco deseos que son sucios y son el origen de la amargura humana. Los seres humanos que persiguen los cinco deseos son como una polilla lanzándose a una llama y un gusano de seda que se enreda en una red de su propio hilo. Solo cuando uno abandona todo deseo, puede uno obtener serenidad y pureza interior.
La chica se sintió arrepentida por su falta de benevolencia y sus pensamientos sucios. Estaba compungida por haberse obsesionado con Ananda. Un día, se arrodilló frente al Fo y lloró: “Gran Fo, he despertado completamente de estar confundida. He entendido el fruto que he cultivado y validado. Me siento agradecida hacia ti por salvar a los seres ilusionados como yo incansablemente. Por favor acepta mi arrepentimiento. Me gustaría seguir las enseñanzas del Fo toda mi vida y abandonar todos mis deseos. Me cultivaré, iluminaré a otras personas y me convertiré en una monja genuina.
El Fo sonrió y respondió: “Bien. Sabía que obtendrías este entendimiento. Tu cualidad innata es bastante buena. Cultívate más diligentemente”.
Queridos lectores, ¿podría esta historia no causar que pensaran las cosas más en profundidad?
Versión en inglés: http://pureinsight.org/node/4074