[Minghui.net] Nota de los editores: Tanto en la cultura occidental como en la china, el principio de la retribución del *yeli, es decir, responder por las acciones de uno, es ampliamente aceptado. La enseñanza fundamental de Falun Gong es la característica del universo, "Verdad-Benevolencia-Tolerancia". El universo recompensará las acciones que están en armonía con este principio, mientras que las acciones como golpear, torturar y asesinar a personas producirán retribución del yeli. Dicho de otro modo, los actos buenos serán recompensados con el bien, mientras que los actos malos recibirán la retribución debida. Los artículos como éste tienen el sentido de ser un recordatorio compasivo de este principio para aquellos que cometen fechorías. Mientras muchos de los que persiguen a Falun Gong están meramente "cumpliendo órdenes", la ley universal requiere que ellos también se responsabilicen de sus acciones, y que únicamente cambiando el curso de sus malas acciones podrán escapar de la retribución.
Durante los últimos 12 años el régimen comunista chino ha estado persiguiendo a Falun Gong. Muchos de los oficiales de policía que continúan impulsando al régimen en esta persecución, han experimentado con regularidad la retribución del yeli por sus malas acciones. A continuación, se explican las incidencias de retribución del yeli sufridas por oficiales de la policía de la Central Nuclear 404 en la provincia de Gansu.
Li Shuliang, tenía casi 50 años, le diagnosticaron cáncer de estómago en 2007 y estuvo sufriendo hasta el día de su muerte. En 2002, Li era jefe político del equipo de policía de tráfico, en el departamento de policía de la Central Nuclear 404. Entre agosto y septiembre de 2002, participó activamente arrestando y torturando brutalmente a practicantes. Cuando otros oficiales no eran capaces de pegarle a una mujer de 70 años, él, la abofeteó, pateó, y la azotó con un cinturón de cuero, hasta que se desplomó. Cuando le preguntaban cómo podía hacer tal cosa, contestaba arrogantemente: “Lo quiero hacer”. El cáncer le provocó un terrible dolor, y estuvo con agonía hasta su muerte.
Zhang Shunlai, de aproximadamente 50 años, era oficial de policía en la central nuclear. Entre agosto y septiembre de 2002, esposó a practicantes por la espalda contra postes de servicios en el centro de detención y los dejaba bajo el sol ardiente. También los azotaba con ramas de árbol. Cuando alguien le recordó que no estaba bien realizar estos hechos, seguía haciéndolo sin mostrar ningún remordimiento. En 2010, Zhang Shunlai chocó contra un coche cuando montaba en una motocicleta. Sufrió una lesión cerebral y perdió el conocimiento. Su pierna derecha se fracturó y casi se muere.
El oficial de policía Chang Hong muere como resultado de retribución del yeli
Por un corresponsal de Minghui de la provincia de Jilin
Chang Hong, y oficiales del departamento de policía del distrito de Tiexi, ciudad de Siping, provincia de Jilin, participaron en la persecución a practicantes. El 27 de noviembre de 2011, alrededor de las 7:00, saltó desde el puente de Nanhu, en Siping, y se ahogó. Tan solo tenía 50 años.
La gente se preguntaba por qué se había suicidado siendo tan joven. Debido a sus malos hechos, ella desarrolló problemas en su sistema nervioso y sufría de insomnio y depresión. Por consiguiente, tuvo que ser admitida en el Hospital Cerebral de Siping para que la trataran.
A comienzos de 1999, siguió activamente las peticiones del régimen de perseguir a practicantes. Acosó y buscó personalmente a practicantes, y saqueó sus casas. Una docena de practicantes fueron detenidos, enviados a campos de trabajo forzado, y encarcelados, y al menos cuatro fueron torturados hasta la muerte. Chang Hong incluso participó en secuestrar a practicantes y los levaba a centros de lavado de cerebro, donde eran presionados para escribir declaraciones anunciando que renunciaban a su práctica.
Los practicantes de buen corazón seguían diciéndole que detuviera sus malas acciones, pero se negaba a escuchar. Su familia también estaba implicada por sus malos hechos. Su hija se hizo autista. Continuaba sin arrepentirse y siguió persiguiendo a practicantes. Al final, perdió su vida.