[Minghui Net] Cuando era joven caí enferma, y desde entonces fui a ver muchos médicos y usaba varios medicamentos por bastantes años. Nada funcionaba, y como resultado evidentemente perdí la confianza en los médicos y en las medicinas. Al final de 1992 mi condición de salud de repente empeoró. Mi familia me llevó a Beijing donde fuimos a ver algunos curanderos de qigong. Sin embargo, después de muchas sesiones de tratamientos mi salud no mejoró mucho. En julio de 1993, en la biblioteca de la casa de un amigo miré un libro titulado «Falun Gong», lo tomé y empecé a hojearlo. El libro decía que el Falun sería plantado en el abdomen inferior de los practicantes. Yo me sorprendí porque nunca nadie había podido saber en realidad el origen de la vida. Y aun así el fundador de Falun Gong había podido crear un objeto viviente. Algo como esto era inconcebible. Después de todo, algo tenía que haber, y reflexioné que posiblemente un Falun en mi abdomen inferior sería capaz de curar mis enfermedades. Fue así que rápidamente le pedí a mi amigo que me ayudara a localizar el lugar donde pudiera aprender Falun Gong.
El 25 de julio de 1993, estuve presente en la décima primera reunión de conferencias que el Maestro presentó en Beijing. Fue en ese momento que empecé mi camino en la cultivación.
Una proclamación de la Exposición de Salud Oriental en 1993 |
En la décima primera reunión de conferencias en Beijing, celebrada en el auditorio de la Universidad de la Seguridad en la ciudad de Beijing, yo estaba fascinada desde la primera lección en donde el Maestro habló sobre la cultura prehistórica, escuchaba con mi corazón y lo encontraba extraordinario. Nací en 1948, desde jóvenes tuvimos la primera experiencia con la gran revolución cultural. Aprendimos de las lecciones amargas, aprendimos a pensar por nosotros mismos en lugar de seguir a ciegas a otros. A pesar de esta perspicacia siempre me sentí deprimida en este mundo confuso. No sabía qué clase de reglamentos debería usar para juzgar a los otros y a mí misma. En mis ratos me gustaba leer revistas sobre misterios y también pensaba mucho en cosas que estaban fuera de nuestras vidas diarias.
En ese primer día de las lecciones, aprendí y entendí mucho. Esto me dejó muy entusiasmada, al haber atendido a las lecciones diarias me sentí mejor y mejor. Siendo ése el caso, decidí asistir a las conferencias de nuevo. La decimosegunda reunión de conferencias en Beijing fue celebrada en la Compañía Local en el área de Wukesong, después de atender varias lecciones caí con fiebre, y mi pecho me dolía cada vez que tosía. No podía ni hablar. Algunos practicantes veteranos me decían: "Por favor trata de venir a las lecciones, no importa cómo te sientas". Después de tres o cuatro días de fiebre de repente ésta desapareció y noté que un pedazo de alguna sustancia fue removido de mi cuerpo. Próximamente atendí a la decimotercera reunión de conferencias celebrada en la Factoría de Automóviles Dos Siete en Beijing. Después de esas tres reuniones de conferencias, no necesitaba más a la sirvienta ya que finalmente podía cuidarme por mí misma.
Seminario tras seminario, yo escuchaba las lecciones del Maestro. Todas las cosas que el Maestro habló fueron nuevas para mí. La pregunta era, ¿puedo creerlas o no?
Un hombre le dijo a su esposa: "Empezaré a practicar Falun Dafa si a un huevo puede crecerle un mango". Al día siguiente, una de sus gallinas puso un huevo con un mango. |
Pensé que como la vida es corta y las propias experiencias de las personas individuales son limitadas, sería imposible de tratar, de demostrar, o aprender todo por uno mismo. Pues decidí que necesitaba observar de cerca al Maestro, por si Él es de confianza, las cosas que Él hablaba tienen que ser ciertas. Empecé a observar al Maestro, incluyendo todas sus expresiones, sonrisas, y sus más pequeños actos. Un día después de la lección durante la decimosegunda reunión de conferencias en Beijing tomé la vía subterránea para ir a casa. Esperando al tren en la estación de Wukesong, vi al Maestro venir con su familia y otro practicante. Ellos llevaban sus cajas de almuerzo. Cuando vino el tren, las personas corrieron hacia la puerta empujándose unas a otras. Sin embargo, el Maestro nunca se apresuró, Él dejó que ellos entraran primero y casi fue el último en abordar. Noté que para entonces sólo quedaban uno o dos asientos vacíos. Pues el Maestro pudo haber obtenido un asiento si se hubiese apurado un poco. Pero Él sólo se quedó allí. Me pareció que no se había dado de cuenta de la situación. En el lapso de unos segundos todas las personas se sentaron. Al final Él era el único que probablemente estaba en el tren parado.
Estuve tan profundamente conmovida. Sentí que Él era muy diferente a nosotros, y me preguntaba cómo Él podía manejar las cosas en este mundo. Finalmente encontré la respuesta, la cual es simple "rectitud". ¡Qué recto es Él! Él no tiene nada que esconder; todo de Él es tan verdadero. Durante los seminarios, Él siempre empezaba las lecciones a la hora exacta. Él tampoco hablaba con rodeos y enseguida iba al punto.
El Maestro limpió nuestros cuerpos durante todas las conferencias, y las condiciones de salud de muchos practicantes mejoraron enormemente. Fue extraordinario. Durante las conferencias, algunas personas se libraron de enfermedades que las atormentaban durante todas sus vidas. Me alegré tanto por el mejoramiento de mi salud, tanto que estaba más contenta por la felicidad que tenía. Nunca me había sentido tan feliz en mi vida. Todo estaba tan claro. Tanto si cerca o lejos o ser rico o pobre, todos los practicantes tuvimos el mismo pensamiento y aunque en verdad no nos conocíamos: todos nosotros escuchamos al Maestro y queríamos cultivarnos. Después de cada lección no queríamos irnos a casa. Cuando estaba sola, no podía aguantar preguntarme: "¿Por qué estoy tan conmovida?". Más tarde comprendí que el Maestro y todas las cosas de las que Él estuvo hablando tocaron algo desde el fondo de mi corazón, y todo eso era "verdadero". El Maestro es tan noble, inmaculado e indestructible. Yo estaba profundamente conmovida.
Conferencia del Maestro en la segunda reunión de conferencias en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, marzo de 1993. |
La siguiente reunión de conferencias, después de la decimotercera reunión de conferencias en Beijing, fue celebrada en la ciudad de Wuhan. Yo quería ir, pero para mí era difícil viajar sola ya que estuve enferma por tanto tiempo, y aunque mi salud había mejorado bastante todavía estaba demasiado débil incluso para levantar una botella. Pero en verdad quería ir. Me animé, y al fin fui a la ciudad de Wuhan en tren. En el dormitorio del tren, mi cama quedaba en la litera de arriba y se me hacía difícil subir a ella. Justo en ese momento un joven que su cama era la de abajo de repente me dijo: "¿Quieres dormir en la litera de abajo?". De verdad aprecié su ayuda. Asimismo, cuando llegué a mi destino, en la Estación de Hankou, alguien me ayudó con mi equipaje. Me sentí muy afortunada. No fue hasta mucho años después que vine a darme cuenta que fue el Maestro quien había arreglado toda la ayuda que necesitaba. El Maestro celebró tres seminarios en la ciudad de Wuhan consecutivamente. Esas fueron la tercera, cuarta, y quinta reunión de conferencias celebradas en la ciudad de Wuhan. La tercera reunión de conferencias fue celebrada en el Bachillerato de Finanzas y Economía, la cuarta reunión de conferencias fue en el Auditorio Administrativo de la ciudad, y la quinta fue en la Factoría de Acero de Wuhan. Para el tiempo en que las reuniones de conferencias terminaron ya era la mitad de octubre. La próxima reunión de conferencias iba a celebrarse en la ciudad de Guangzhou, provincia de Guandong, y seguí al Maestro a la ciudad de Guangzhou para asistir a la segunda reunión de conferencias en Guangzhou.
Las cosas que el Maestro habló fueron más o menos las mismas en todos los seminarios. Sin embargo, el Maestro algunas veces las explicaba de diferentes puntos de vista. Varias oraciones del Maestro de repente me iluminaban a algo, y de este modo vine a comprender más y más. Mientras más escuchaba sentía que las cosas que el Maestro nos decía eran extremadamente importantes e inmensas. Gradualmente, sabía claramente que lo que el Maestro hablaba eran cosas más allá de los principios del budismo y del daoísmo; hablaba sobre los principios del universo completo. El Maestro puede crear Falun, el Maestro sabe el origen, y puede eliminarnos el ye. ¿Entonces quién es Él? No me atrevo a pensar en eso. Sé que el Falun tiene que ser una enorme esperanza sin precedentes, así que le dije a mi esposo sobre esto y le pedí que me acompañara y aprendiera conmigo. También llamé a mi niña que vivía en el extranjero pidiéndole que regresara lo más pronto posible para que asistiera al seminario del Maestro.
Recuerdo que fue durante la segunda reunión de conferencias en Tianjin que el Maestro dijo por primera vez que le dejaría el Fa al mundo. La palabra "dejar" explotó en mi cabeza. Comprendí que el Maestro no ofrecería conferencias para siempre. En ese instante, decidí que si el Maestro ofreciera conferencias después, yo asistiría a todas hasta que pudiera, sin importar adónde fuera. Con mi cuerpo tan débil, era demasiado difícil seguir el itinerario del Maestro. Sin embargo, al momento que oía las lecciones todos los apuros fueron olvidados. Con tal de asistir a las lecciones todo valía la pena. Cada vez que veía al Maestro salir a enseñar me llenaba de felicidad desde el fondo del corazón. Me sentía muy cerca del Maestro, y esos días fueron muy inmensos y brillantes. Al final de cada conferencia, el Maestro nos decía que escribiéramos algo con tal de compartir nuestras experiencias con los otros. Yo entonces me sentí culpable por no tener nada que decir, no escribí nada. No quería hablar sobre cómo Falun Gong había mejorado mi salud, ni lo agradecida que estaba. La única cosa que siempre estaba en mi corazón era: "Ojala que el Maestro pueda quedarse con nosotros siempre. Ojala que la gloria del Maestro pueda brillar en nuestras vidas siempre".
(Versión en chino: http://www.minghui.org/mh/articles/2002/9/16/36648.html)
(Versión en inglés: http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2002/10/13/27517.html)
Fecha de edición: 5/2/2006Fecha del artículo original: 12/10/2002