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Las prisioneras cambian al ser testigos del asombroso giro de los acontecimientos

Mayo 26, 2004

Por una practicante de Falun Dafa de la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China

(Sabiduriapura.org)

Mientras viajaba a Pekín para apelar por Falun Gong el pasado diciembre del 2000, fui secuestrada en la estación de tren por un oficial de policía de Hankou ciudad de Wuhan provincia de Hubei. Al día siguiente fui encerrada en el primer centro de detención femenino Wuhan. Había siete delincuentes, que habían cometido algún tipo de delitos financieros, junto a cinco practicantes de Dafa encerradas en la misma celda.

La celda era lúgubre, fría, húmeda, y sin sol. Nos obligaron a sentarnos en una posición muy incomoda cada día. No nos permitían hablar fuerte. Silenciosamente recitábamos los artículos del Maestro y los poemas de Hong Yin (una colección de poemas escritos por el Sr. Li Hongzhi fundador de Falun Gong).

En pocos días, nos hicimos amigas con las otras prisioneras de celda. Compartimos con ellas algunas de nuestras experiencias que encontramos en la cultivación, incluyendo las milagrosas historias de cómo Falun Gong mejoró nuestras mentes y cuerpos. Les comentamos que el Maestro Li nos enseñó cómo ser una buena persona. Dos prisioneras, Srta. A y Srta. B, comenzaron a aprender los poemas Hong Yin del Maestro Li con nosotras. Ellas miedo de no ser capaces de memorizarlos, por lo que nos pidieron que los escribiéramos en el único papel que tenían, detrás del veredicto del tribunal. En dos semanas, memorizaron más de doce poemas.

Un día, repentinamente varias policías vinieron a registrar nuestro cuarto. La Srta. A y B, quienes habían aprendido algo de Hong Yin con nosotras, tenían miedo de morir. A me dijo que un pedazo de papel con los poemas estaba en su bolsillo, y no estaba bien escondido. B dijo que los suyos estaban en su maleta y tampoco estaban bien escondidos. No sabíamos qué hacer, pero no teníamos miedo. Estabamos muy calmadas. Una practicante veterana nos recordó que repitiéramos silenciosamente las palabras del Maestro. Por lo que así lo hicimos en nuestra mente. La policía registró a A y encontró el veredicto del tribunal. Lo cogieron y preguntaron qué habíamos escrito sobre él. A contestó sin pensar mucho: "Estas son mis razones para apelar", como si ella tuviera algún conocimiento legal.

Las otras dos prisioneras quedaron sorprendidas por su respuesta. A venía de Wuhan, una villa en la provincia de Hubei, a trabajar como enfermera. Había estado en la escuela primaria solo un año. ¿Cómo podía ella escribir alguna "razón para apelar"?

Las dos practicantes no ayudar mirando ese pedazo de papel. Milagrosamente, había palabras en tinta negra que decían "razones para apelar", y había 3 razones escritas. La pobre calidad de la escritura parecía igual a la de A. La policía dijo "OH" y le devolvieron el papel. La policía no encontró el papel de B.

Tan pronto como la policía se fue, las otras prisioneras no pudieron esperar para quitarle el papel de la mano de A. ¡Los poemas del Maestro Li que había escrito en tinta azul aparecieron en él otra vez! Las prisioneras estaban atónitas y excitadas. Agarraron mi mano diciendo "¡es verdad, es verdad!”.

Desde entonces, cada día, una vez se despiertan, ellas recitan Lunyu y los poemas del Hong Yin en la cama, como nosotras. Cuando tienen tiempo, nos piden que contemos historias de practicantes y sus experiencias, y que les mostremos los artículos del Maestro. La policía nos vio a través del monitor y nos preguntó varias veces, pero nunca lo llevaron a sus superiores. Algunas personas dijeron que querían aprender Falun Gong cuando salieran de prisión.

Fecha de edición: 26/5/2004
Categoría: Noticias de China