(Minghui.org) En los últimos años, la Prisión de Mujeres de Nanjing, en la provincia de Jiangsu, se ha convertido en una "prisión modelo" a nivel nacional, por la persecución a las practicantes de Falun Gong. Las autoridades están probando allí nuevos métodos de lavado de cerebro para luego aplicarlos en otras prisiones.

En uno de los métodos, los guardias ordenan a las practicantes que levanten el puño para hacer el juramento de romper con Falun Gong durante las sesiones diarias de lavado de cerebro. Las que se niegan a cumplirlo son sometidas a diversos métodos de tortura.

Las practicantes de Falun Gong recién ingresadas en la prisión son obligadas a firmar las declaraciones preparadas para renunciar a su fe en el plazo de una semana desde su llegada. Si se niegan a obedecer, le sigue una ronda de torturas, que consiste en privarles del sueño, hacerles pasar hambre y no ducharse ni lavarse los dientes. Internas especialmente seleccionadas obligan a las practicantes a permanecer en una posición sin moverse durante todo el día, de pie o en cuclillas. Cuando una practicante se mueve, las reclusas la maltratan verbalmente o la golpean.

Cuando las practicantes siguen aferrándose a su creencia después de la ronda de tortura inicial, las reclusas las golpean con más dureza. Algunas han llegado a meter en la boca de las practicantes papel higiénico con heces o compresas usadas.

Lin Qianhong, responsable del quinto pabellón, entrenó a un equipo de reclusas para que torturaran a las practicantes. Las rociaron con un pulverizador de agua picante en la boca. También pegaron pegatinas que calumniaban a Falun Gong en las camas de las practicantes, en sus artículos de uso diario y en el borde de los aseos. Otro método de tortura consistía en privar a las practicantes del uso de los baños. La única manera de que utilicen el baño es leer la propaganda calumniosa que ataca a Falun Gong.

En una ocasión, Lin ordenó a las reclusas que taparan con cinta adhesiva la boca de una practicante, le quitaran la ropa y la arrastraran hasta el baño, donde utilizaron una escobilla sucia de váter para frotarla por todo el cuerpo, hasta que se le desprendió la mayor parte de la piel. A otra practicante la ataron al marco de la ventana y luego las reclusas le vertieron una palangana tras otra de agua fría en la cabeza.

A pesar de que la prisión afirma que eliminará el uso de la violencia y anima a denunciar cualquier tipo de violencia, a las practicantes de Falun Gong nunca se les permite acercarse al buzón de quejas.

Debido a la estricta censura de información en la prisión, las practicantes recluidas en diferentes pabellones no saben de la persecución en otros pabellones. Instamos a quienes hayan sido perseguidas en la prisión a que denuncien las torturas que allí se producen y a que impidan que los guardias sigan torturando a más practicantes.

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