(Minghui.org) A mediados de marzo de 1995, el Maestro Li Hongzhi, Fundador de Falun Dafa, vino a París, Francia, y dio la primera clase de Falun Dafa en este país y tuve el honor de conocerlo. Recordando ese año, es tan vívido como si hubiera ocurrido ayer.

Primer encuentro con Dafa

En enero de 1995, me uní a una asociación asiático-francesa cuyos miembros eran mayoritariamente asiáticos y franceses. En una ocasión, el presidente me pidió que llevara a dos vecinos, un padre y un hijo de Beijing, para que realizaran técnicas de qigong en la reunión anual de la asociación.

Más de setenta personas asistieron a la reunión. El padre y el hijo realizaron los ejercicios de qigong después de que todos habían terminado de comer.

Yo estaba a más de diez metros del hijo mientras lo veía hacer el tercer ejercicio de Falun Dafa. Estaba muy sensible y sentía una energía muy fuerte. Mis dos puntos de acupuntura Láogong (en el centro de la palma de la mano) estaban calientes y se pusieron rojos. Sentí que este joven tenía una energía real y muy fuerte, así que me interesé por Falun Dafa. Mientras los llevaba a casa después del evento, me explicaron más sobre Falun Dafa, y quedé fascinado. Me prestaron el libro Falun Gong, la introducción a Falun Dafa (que también se llama Falun Gong).

Conocer al Maestro

Poco después, me enteré de que el Maestro Li vendría a París para enseñar el Fa a principios de marzo del mismo año (1995).

El día que el Maestro llegó, mis vecinos –padre e hijo- y yo fuimos al aeropuerto a recogerlo. El avión llevaba siete horas de retraso y llegó a medianoche. Entre los que fueron a recoger a Maestro, había también gente de la oficina cultural de la Embajada de China.

Cuando vi al Maestro salir del aeropuerto, no pude evitar decir: "¡Imagen de Buda! ¡Imagen de Buda!". Lo que yo quería decir es que pensaba que el Maestro se parecía mucho a un Buda. Esto siempre me impresionó.

Llevamos a Maestro directamente al hotel, y en menos de dos minutos, oí un fuerte "pop". Fui a ver qué pasaba. Resultó que una bombilla situada encima del lavabo había explotado, y aún salía humo. La bombilla explotada había caído en el lavabo.

En aquel momento me pareció extraño que una buena bombilla explotara sola. Cuando vi al Maestro al día siguiente, me dijo que había algo malo en la habitación y que el Maestro lo había atrapado, presionado contra la bombilla y la había hecho explotar.

Curación de la extraña enfermedad de la dependiente de la tienda

Un día, acompañé al Maestro a una tienda de marca famosa cerca de la Plaza de la República. Cuando llegué al departamento de ropa para hombres, vi a un par de vendedores de pie, y les presenté al Maestro, diciendo que era un famoso Maestro de qigong en China. No lo pensé mucho después de presentar al Maestro. A los tres minutos, uno de los vendedores trajo a una vendedora de otro departamento.

En cuanto la mujer entró, le pidió al Maestro que resolviera su problema. Tenía una extraña enfermedad: le dolía la espalda, no tenía fuerzas y se sentía incómoda. Después de ocho años de tratamientos que incluían acupuntura, medicina tradicional china y medicina occidental, nada le ayudaba. Me di la vuelta para traducir al Maestro.

El Maestro dijo: "Muy bien, que venga".

El Maestro le dijo que se pusiera de pie con el cuerpo y la cabeza ligeramente inclinados hacia delante. El Maestro le dio rápidamente una ligera palmada en la nuca y luego una palmada en la mitad de la espalda. Luego, a una distancia de unos quince centímetros de su cuerpo, el Maestro tiró con fuerza desde la cabeza hasta la espalda.

La mujer quedó en shock. Las lágrimas corrían por su rostro. Se sintió mejor inmediatamente y expresó su profunda gratitud al Maestro. El Maestro me dijo más tarde que ella tenía apego a la entidad, la cual se detuvo en su cadera con sus manos en su hombro.

La dura enfermedad de los ojos desapareció en cinco minutos

Vi con mis propios ojos que la curación del Maestro era milagrosa, así que se lo conté a la gente de mi entorno. Un pariente me llamó y me dijo que mi tía tenía un grave problema en los ojos. Estaban tan hinchados que apenas podía abrirlos y eran extremadamente sensibles a la luz. El Maestro accedió a echarle un vistazo.

Fuimos a casa de mi abuelo. Nos invitó a sentarnos en el salón y luego fue a preparar el té. Mi tía llegó. Incluso tuvo que llevar gafas de sol dentro. El Maestro estaba a unos tres o cuatro metros de mi tía.

El Maestro extendió sus manos y le pidió a mi tía que lo mirara. En menos de dos minutos, mi tía decía: "Tengo calor, mucho calor". Las lágrimas le corrían por la cara y la hinchazón fue cediendo poco a poco. Pudo abrir los ojos. El Maestro le pidió que saliera, ya que afuera había sol. Ella salió y resultó que ya no era sensible a la luz.

El Falun giratorio

El Maestro volvió a Francia un año después, en 1996. Esta vez trajo el libro Zhuan Falun. Miré su foto y sus ojos en el libro. Mientras miraba, dos Falun salían en espiral de los ojos del Maestro, cambiando lentamente de pequeños a grandes, igual que los Falun de colores que vi en la televisión.

He tenido la suerte de encontrarme con el Maestro en muchas ocasiones. El Maestro me dio la impresión de que manejaba las cosas de manera amable y accesible. Las palabras y los hechos del Maestro me influyeron mucho. En mi camino de cultivación, cada vez que encuentro dificultades, pienso en el Maestro y su precioso recuerdo siempre me ayuda y me anima.

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