(Minghui.org)

Nombre: Wang Liuzhen

Nombre en chino: 王柳珍

Género: Femenino

Edad: 80 años

Ciudad: N/A

Provincia: Chongqing

Ocupación: Ingeniera metalúrgica jubilada

Fecha de fallecimiento: 1 de enero de 2022

Fecha de la última detención: 27 de julio de 2010

Último lugar de detención: Un hospital psiquiátrico

Mientras el mundo celebraba la llegada del Año Nuevo 2022, la Sra. Wang Liuzhen fallecía en la miseria, culminando décadas de sufrir persecución por su fe en Falun Gong. Tenía más de 80 años.

La Sra. Wang, ingeniera metalúrgica jubilada de la fábrica Chang'an N.º 2 de Chongqing, comenzó a practicar Falun Gong, una antigua disciplina espiritual y de meditación, en 1996. Atribuye a esta práctica la curación de muchas de sus enfermedades.

Después de que el régimen comunista ordenara la campaña de erradicación de Falun Gong de China en 1999, la Sra. Wang ha sido sentenciada a dos condenas de trabajo forzado y recluida en un hospital psiquiátrico en tres ocasiones. La alimentaron y le inyectaron drogas tóxicas, que dañaron sus órganos internos y le causaron ceguera.

Para vigilar a la Sra. Wang, las autoridades construyeron una garita fuera de su casa y la vigilaron las 24 horas del día durante más de diez años. El personal que la vigilaba a menudo la golpeaba y la maltrataba verbalmente, llegando a romperle la nariz con un taburete de madera. Cuando la Sra. Wang se negó a guardar silencio y siguió intentando buscar justicia incluso después de quedarse ciega, el personal tomó represalias llevándola a una colina, donde la golpearon tanto que le rompieron las piernas.

Obligada a divorciarse y abandonada por sus hijos

Tras el inicio de la persecución en 1999, la Sra. Wang acudió a Beijing para reclamar el derecho a practicar Falun Gong. Se preguntaba por qué el gobierno había decidido prohibir Falun Gong de la noche a la mañana cuando esta práctica enseña a la gente a ser buena y solo tiene beneficios para la sociedad.

En Beijing, la detuvieron y la llevaron de vuelta a Chongqing para cumplir una condena en un campo de trabajo. Los guardias añadieron drogas tóxicas a su comida, lo que le provocó falta de aire y mareos. Hizo una huelga de hambre para protestar por la persecución, pero sufrió torturas aún más graves. Al borde de la muerte, los guardias la llevaron al hospital.

Para obligar a la Sra. Wang a renunciar a Falun Gong, su lugar de trabajo, el Comité Residencial y la Oficina 610 del Distrito de Jiangbei obligaron a su esposo a divorciarse, amenazando con suspender su pensión si no lo hacía. También obligaron a sus hijos a firmar acuerdos para no visitar a su madre, o perderían sus empleos.

Retenida en un hospital psiquiátrico

A principios de 2009, las autoridades volvieron a acosar a la Sra. Wang, intentando obligarla a renunciar a Falun Gong. Para eludir la persecución, se trasladó a un centro de ancianos. Sin embargo, la policía la detuvo en marzo de 2009, alegando que planeaba ir a Beijing para apelar por Falun Gong.

El 18 de marzo de 2009 fue llevada al Hospital Psiquiátrico de Jingzishan. Según un testigo, fue sometida a constantes palizas, pero siguió firme en su creencia.

La policía intentó imponerle otra condena en un campo de trabajo, pero el presidente del hospital afiliado a su centro de trabajo les convenció: "Es solo una creencia espiritual. Su edad es bastante avanzada. Podemos mantenerla en el departamento de psiquiatría del hospital".

Como hizo una huelga de hambre para protestar por la persecución en el hospital de su lugar de trabajo, la llevaron de nuevo al Hospital Psiquiátrico de Jingzishan.

Cegada

En 2010, las autoridades construyeron una garita frente a la casa de la Sra. Wang y la vigilaron las 24 horas del día. El Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos del Distrito de Jiangbei, organismo extrajudicial encargado de supervisar la persecución, nombró a un hombre de 29 años llamado Zhang Jun para que dirigiera el equipo de vigilancia. A las órdenes de Zhang había ocho miembros del personal de la "División de Seguridad Nacional Wulidian". Estas nueve personas vigilaron y siguieron a la señora Wang a todas partes en tres turnos.

La garita construida específicamente para vigilar a la Sra. Wang.

La Sra. Wang es seguida por el personal de seguridad.

Para pedir justicia, la Sra. Wang fue sola a la Oficina 610 de Chongqing el 27 de julio de 2010. Gritó "¡Falun Dafa es bueno! Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno. No hay nada malo en que yo practique Falun Gong", fuera del edificio de la oficina. El personal de seguridad la llevó a la fuerza y la golpeó.

Como los contratos de trabajo de las ocho personas iban a expirar y no habían conseguido obligar a la señora Wang a renunciar Falun Gong, la Oficina 610 la llevó de nuevo al hospital psiquiátrico y la obligó a ingerir medicamentos que dañaron su sistema nervioso central y su hígado. Como resultado, también se quedó ciega.

"¡Te voy a matar a golpes esta noche!"

Para evitar que la Sra. Wang sacara a la luz la administración forzada de medicamentos, la policía local contrató a finales de 2010 a dos hombres de unos 20 años para que la vigilaran. Llevaban microcámaras en la ropa. La seguían cuando salía y no le permitían hablar con nadie. Un día, consiguió subir a un autobús, pero los dos rufianes la arrastraron, la tiraron al suelo y la golpearon.

Debido a su ceguera y a los continuos abusos, la Sra. Wang quedó reducida a piel y huesos. No podía mantenerse en pie sin ayuda y tenía que arrastrarse. Sin embargo, los rufianes la maltrataban a menudo diciendo: "¡Vete al infierno!" o "¿Por qué no te inmolas?". (Una de las mayores maniobras de propaganda fabricadas por el régimen comunista fue la mentira de la autoinmolación de Tiananmen). La Sra. Wang les decía a menudo: "Practico Falun Gong y este prohíbe matar y suicidarse".

La señora Wang quedó reducida a piel y huesos por los abusos que sufrió a manos del personal del PCCh.

Alrededor del Año Nuevo de 2011, los rufianes que la vigilaban la golpearon y le rompieron la nariz con un taburete de madera. Tenía la cara cubierta de sangre y los ojos hinchados. Gritaban mientras la golpeaban: "¡Te voy a matar a golpes esta noche!".

Temiendo que la gente viera la sangre en su cara, los rufianes la apretaron contra el suelo y le lavaron la cara. Su ex marido se enteró más tarde del incidente. Llamó a su hijo, que acudió y la llevó al hospital.

La Sra. Wang después de la paliza

Preocupada por los abusos contra la Sra. Wang, su familia fue al departamento de policía el 19 de abril de 2011 y les preguntó cuánto duraría la persecución. El oficial de policía respondió: "Ya no estamos a cargo de ella. Ahora es la comunidad de la calle la que se encarga de ella. Lo harán hasta que su vida termine".

Piernas rotas

Desde entonces, los abusos contra la Sra. Wang se intensificaron. El 13 de agosto de 2011, corrió a la calle peatonal Guanyinqiao, un distrito comercial de primer orden en Chongqing, y gritó "¡Falun Dafa es bueno!".

Esto irritó a quienes la vigilaban, ya que les advirtieron que si iba a Guanyinqiao a protestar, les descontarían el sueldo.

Al día siguiente, dos personas la llevaron a una pequeña colina (Chongqing es una famosa ciudad de montaña). Sin nadie alrededor, la golpearon y le rompieron las piernas. Mintieron a su hija diciéndole que había saltado desde el cuarto piso de su casa (aunque todas las ventanas tenían rejillas de seguridad y no había forma de que saliera por la ventana). Tenían otra historia para su exmarido, diciendo que salió sola por la noche y se cayó por unas escaleras.

La Sra. Wang fue trasladada al hospital de Chang'an debido a las lesiones que presentaba en la pierna. Varios practicantes locales de Falun Gong fueron al hospital a visitarla, pero el médico y la enfermera no les dijeron dónde estaba. Más tarde, un paciente reveló que la Sra. Wang permanecía en la unidad de cuidados intensivos y que ni siquiera su familia podía visitarla.

Poco después, el 15 de agosto, varios practicantes consiguieron entrar en la unidad de cuidados intensivos. Vieron que el médico mantenía la boca de la Sra. Wang abierta con un abrebocas. Para ellos era evidente que las autoridades le impedían hablar de lo que le había ocurrido. El médico también le mantenía una sonda de alimentación nasal. A pesar de que no tenía problemas para comer, las autoridades la alimentaban a la fuerza para aumentar su sufrimiento.

Según los médicos que vieron a la Sra. Wang, tenía las rodillas vendadas. Podía oír y entender lo que le decían, pero no podía hablar con ellos y seguía llorando. El aparato de control también indicaba que sus latidos y su presión sanguínea eran normales.

El 17 de agosto, varios practicantes volvieron a visitarla. Le dijeron: "Si te has caído sola, no te muevas. Pero si te han hecho daño, puedes tomarme la mano". Entonces, ella tomó la mano del practicante. Le repitieron la misma pregunta varias veces y ella tuvo la misma respuesta.

Un practicante le volvió a preguntar: "¿Cuántas personas te han hecho daño? Puedes estrechar mi mano para indicar el número". Entonces ella estrechó su mano dos veces.

Persuasión amable

Por mucho que esas personas abusaran de la Sra. Wang, ella no les guardaba ningún rencor y seguía intentando persuadirlas para que fueran buenas.

Una vez dijo: "A todos los que me vigilaron, les hablé muchas veces. Les dije que todos los practicantes de Falun Gong seguimos Verdad-Benevolencia-Tolerancia para ser una buena persona. Traté de persuadirlos de que no persiguieran a las personas buenas. Es una ley celestial que el bien y el mal son recompensados en consecuencia. Lo que hacen ahora acabará trayéndoles tragedias a ellos mismos o a sus familiares".

Les dijo a sus represores: "Todavía son jóvenes. Hay muchos trabajos que pueden hacer. ¿Por qué tienen que participar en la persecución?".

Con su persuasión, unos cinco jóvenes renunciaron al trabajo. Pero también hubo gente que se negó.

La Sra. Wang dijo: "El líder, Feng Wanjun, no me golpeó él mismo e incluso dijo delante de mí que los practicantes de Falun Gong son todos buenas personas. Pero sé que fue él quien ordenó a otros que me torturaran. Una de las personas que me pegaba a menudo era Zhou Chuanwei. Su mujer tuvo un accidente de trabajo y tuvo una fractura conminuta en las manos. Pero no lo tomó como una advertencia y siguió torturándome".

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