(Minghui.org) Me siento muy afortunado de haber asistido a las segundas conferencias de enseñanza del Fa del Maestro Li en Shijiazhuang en marzo de 1994 y a las segundas conferencias de enseñanza del Fa en Jinan en junio de 1994. Nunca olvidaré esas maravillosas experiencias.

El primer día de las conferencias de Shijiazhuang, fui a la sala temprano y me senté en el escenario esperando al Maestro. Oí que un estudiante gritaba: "¡Maestro!". Vi a una persona alta y apuesta que se acercaba a mí. Dije: "Maestro", e inconscientemente extendí mi mano para estrechar la del Maestro. El Maestro respondió a los demás estudiantes y me tendió la mano antes de girar la cara. Me apresuré a estrechar su mano, grande y cálida. Me miró amablemente. Me sentí muy honrado.

Las conferencias sobre el Fa en Shijiazhuang se celebraban en el club de la Fábrica Textil de Algodón nº 1 de Shijiazhuang. El club estaba al lado de un salón de baile, y el ruido del salón interfería con la enseñanza del Maestro. Los practicantes a cargo no pudieron persuadir a la gente en el salón de baile para que se mantuvieran en silencio durante la conferencia, así que, al tercer día, la clase fue trasladada al club de la Fábrica Textil de Algodón No. 3.

Delante del club pasaba una gran carretera de este a oeste. El club estaba en un patio con una puerta principal y dos pequeñas puertas laterales. Los estudiantes solían entrar en el club por la puerta pequeña del lado oeste.

A partir del cuarto día, un estudiante de Beijing y yo esperábamos todos los días en la acera de la puerta principal para recibir al Maestro. El Maestro iba en un Cherokee y lo dejaban en la puerta principal todos los días. Cuando se bajaba del coche, ambos uníamos las palmas de las manos en heshi, un gesto de respeto. Nos saludaba y lo veíamos entrar en el club. Durante varios días seguidos, lo esperamos en la entrada.

Un día, el Maestro nos pidió a los alumnos que escribiéramos sobre nuestra experiencia y la presentáramos al día siguiente. Al otro día, fui temprano a la entrada del club. El estudiante de Beijing me preguntó: "¿Has escrito ya tu experiencia?". Me apresuré a volver, escribí apresuradamente una página y regresé. Cuando llegué a la puerta principal, vi al Maestro sentado en su coche firmando un autógrafo para el estudiante de Beijing. Estaba a unos cinco metros de distancia. Puse candado a mi bicicleta y me acerqué a él. El Maestro ya había terminado de firmar y le devolvió el libro al estudiante.

El estudiante no se fue después de recibir el libro. Ninguno de nosotros vio al Maestro salir del vehículo. El vehículo se dirigió lentamente hacia el lado oeste de la puerta y se detuvo. Seguimos el vehículo hasta allí y esperamos a que el Maestro saliera del vehículo. Al cabo de unos 10 minutos, la clase estaba a punto de comenzar, pero aún no habíamos visto salir al Maestro. El conductor se bajó y dijo: "El Maestro ya ha entrado en la sala". Nos quedamos perplejos. No habíamos visto salir al Maestro.

Nos apresuramos a entrar en el club. Poco después de entrar, el Maestro se dirigió al podio y se sentó. Cuatro estudiantes de Beijing estaban sentados junto a nosotros. Uno de ellos, una mujer joven, entró y se sorprendió al ver que el Maestro ya estaba sentado en la mesa del escenario. Preguntó a los demás estudiantes: "¿Cuándo ha entrado el Maestro? He esperado mucho tiempo fuera, en la puerta oeste, pero no lo he visto entrar". Cuando escuché eso, también dije: "Ambos seguimos el vehículo del Maestro y esperamos durante 10 minutos, pero no lo vimos salir del vehículo". La estudiante dijo: "Yo también esperé al Maestro casi todos los días fuera de la puerta pequeña, y lo vi todos los días. Hoy no vi cuando entró, así que creo que debe haber usado sus poderes".

Influenciado por Qigong falso

Antes de aprender Falun Dafa, me gustaba practicar qigong. Estaba influenciado por el falso qigong y creía que la emisión de qi podía curar enfermedades. Mi profesor del instituto tenía tuberculosis ósea. En el hospital provincial le dijeron que había que amputarle la pierna, pero por razones familiares no se hizo la operación. Le seguía doliendo la zona de la entrepierna y no podía levantarse después de sentarse. Este profesor me pidió que lo tratara. En aquel momento, no sabía las consecuencias de hacerlo, así que le di un tratamiento de qi. Se sintió mejor después de unos cuantos tratamientos de este tipo. Pero después me dolían los muslos y la entrepierna en los días lluviosos o nublados. Tenía que recurrir al esfuerzo físico para resolver mi dolor, tal como jugar fútbol hasta quedar exhausto.

Un día después de regresar de la enseñanza del Fa en Shijiazhuang, llovía. Fui a la cafetería por mi comida. Mientras estaba en la cola, me di cuenta de repente de que no me dolían las piernas. Recordé que últimamente no me dolían las piernas. Comprendí enseguida que el Maestro me había curado las piernas en la clase.

Una vez, durante un descanso en una clase en Jinan, el Maestro bajó del podio. Algunos de los alumnos pidieron al Maestro su firma y otros hicieron preguntas. Cuando el Maestro se acercó a nosotros, me apresuré a sacar un libro de Dafa y quise pedirle que lo firmara. Cuando le entregué el libro, me miró y dijo: "¿No te he firmado ya?". Me sentí avergonzado, sin pensar mucho en ello en ese momento.

Más tarde, pensé detenidamente en el asunto. El Maestro había firmado mi libro tres meses antes. Había muchos alumnos. ¿Cómo podía recordar que había firmado el mío? Me sorprendió. Los milagros del Maestro me iluminaron.

Mi padre había tenido una apoplejía y no podía ni siquiera sostener un destornillador. Asistió a las segundas clases de enseñanza del Fa del Maestro en Jinan. Durante la clase, dejó su hábito de fumar por décadas.

Cada vez que veo la foto de grupo con el Maestro en Jinan, aparece ante mis ojos la escena de nosotros haciendo cola para ello. Había más de 4.000 personas en esa foto con el Maestro. El Maestro lo organizó y dispuso él mismo, y tardó varias horas en hacerlo. El Maestro tenía que dar una conferencia esa tarde. Hacía mucho calor en Jinan a finales de junio, pero el Maestro estuvo ocupado sin una sola queja ni impaciencia, lo que me hizo respetarle de verdad.

Fue un gran honor escuchar al Maestro enseñar en persona. Voy a atesorar esta excepcional oportunidad de cultivarme, creer en el Maestro y en Dafa, y caminar firmemente en mi camino de cultivación.

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