(Minghui.org) La Región Autónoma Uigur de Xinjiang se ha convertido en un estado policial desde que Chen Quanguo asumió el cargo de jefe del partido comunista chino (PCCh) de la provincia. Bajo su directiva, los residentes de Xinjiang han sido sometidos a una estricta vigilancia, con muchas minorías étnicas enviadas a campos de trabajos forzados y muchos practicantes de Falun Dafa sometidos a una intensificada persecución por su fe.

Estado policial

Cuando Chen Quanguo tomó posesión de su cargo en Xinjiang en 2016, puso en práctica el llamado sistema de "administración de redes", por el cual la provincia se dividía en numerosos segmentos (redes o celdas) hasta el nivel de las calles, y cada segmento era administrado por una comunidad de vecinos (Shequ). El objetivo es imponer una vigilancia directa y estrecha de la sociedad.

En China, las comunidades de vecinos son el nivel más bajo del órgano administrativo del gobierno. Sin embargo, en Xinjiang se les da un poder amplio y a menudo ilimitado. Cada comunidad de vecinos tiene de 20 a 30 empleados responsables de 5,000 a 10,000 residentes.

El personal de la comunidad de vecinos es en su mayoría recién graduados de la universidad y personas previamente desempleados. Estas personas generalmente no tienen conciencia o concepto del estado de derecho. Solo siguen las órdenes del PCCh. Sin embargo, controlan casi todos los aspectos de la vida de las personas, desde obtener una licencia de matrimonio hasta asistir a la escuela, desde licencias de negocios hasta la seguridad pública, desde la prevención de incendios hasta la protección del medio ambiente.

Por ejemplo, para enviar a alguien a un campo de trabajo forzado no se requiere la aprobación de ninguna otra agencia del gobierno. Una comunidad de vecinos simplemente escribe un informe y con la firma del director de la comunidad, se envía a la policía para que envíe a la persona a dicho campo.

Las comunidades de vecinos también tienen voz y voto sobre las personas que terminan en prisión. Si se niegan a firmar los papeles de recepción de un prisionero recién liberado, esa persona debe permanecer en prisión.

Debido a que las comunidades de vecinos pueden eludir todos los procedimientos legales, han permitido a la policía llevar a varios millones de personas a campos de trabajos forzados en pocos años. Con la comunidad de vecinos siempre presente y la fuerza policial ampliada, Xinjiang se ha convertido en un estado policial.

Incluso antes de la pandemia de COVID-19, se habían establecido cientos de puntos de control de seguridad entre todas las ciudades y pueblos de Xinjiang para vigilar y controlar el movimiento de la gente, especialmente a los practicantes de Falun Dafa y de los disidentes que son considerados "elementos inestables" por las autoridades.

Si alguna de estas personas pasa un control de seguridad, se activa una alerta y será arrestada. Dentro de las ciudades, la oficina de seguridad pública estableció miles de puestos de policía, a 500 metros de distancia en todas las calles. El objetivo es tener a la policía en un minuto en cualquier lugar de la ciudad.

Bajo tal reinado de terror, muchos residentes acaudalados de Xinjiang eligieron mudarse. De acuerdo con las estadísticas del gobierno, más de 500,000 chinos de etnia Han se mudaron de Xinjing en los últimos 18 años. Cuando el gobierno se dio cuenta de que la proporción de personas de etnia Han y Uighur se había mudado dramáticamente, se impusieron restricciones para evitar que la gente se fuera de Xinjing. El gobierno también recluta activamente a los de la etnia Han de otras provincias para ocupar puestos en el gobierno de Xinjiang.

Persecución a los practicantes de Falun Dafa

Los practicantes de Falun Dafa en Xinjiang han enfrentado una intensa persecución después de que Chen Quanguo asumió el cargo. Muchos practicantes han sido detenidos y encarcelados. En los últimos años, las comunidades de vecinos han tomado un papel más activo en la persecución. Por ejemplo, los practicantes de Falun Dafa deben presentarse en sus comunidades una vez por semana; y deben participar en la ceremonia de izamiento de la bandera del PCCh y en la llamada "sesión de estudio" una vez por semana; deben presentar un "informe de reflexión" una vez por semana a la comunidad de su barrio.

Se asigna personal adicional a las comunidades de los barrios que tienen más practicantes de Falun Dafa. Revisan y registran al azar las casas de los practicantes; visitan los lugares de trabajo de los practicantes para acosarlos; evitan que los practicantes salgan de su barrio. Se sabe que amenazan a los practicantes con arrestarlos y/o ingresan su identificación en la red de la policía para el reconocimiento facial, de manera que sus movimientos siempre sean rastreados por miles de cámaras de vigilancia instaladas en toda la región. En cierto modo, las comunidades de los barrios son peores que la policía porque tienen aún menos escrúpulos en cuanto a los derechos humanos básicos.

Hace tan solo un mes, el comité de asuntos políticos y legales de Urumqi, una agencia extrajudicial encargada de perseguir a Falun Dafa, imprimió un gran número de material de propaganda calumniando a Falun Dafa. Habían planeado lanzar una campaña a gran escala en todas las comunidades de los barrios para obligar a los practicantes de Falun Dafa a renunciar a su creencia.

El plan fue desechado después de que la oficina de control de activos extranjeros (OFAC) del departamento del tesoro de EE. UU. emitiera sanciones el 9 de julio contra Chen Quanguo por su "conexión con graves abusos a los derechos humanos contra las minorías étnicas en Xinjiang".

El primer caso sospechoso de coronavirus fue reportado el 10 de julio. La segunda ola de casos creció a 17 el 17 de julio. Horas más tarde, tres ciudades, incluyendo Urumqi, Turpan, y Kashgar, fueron cerradas.

La cultura tradicional china considera que las malas acciones de los gobernantes van seguidas de desastres. La segunda ola de coronavirus en Xinjiang puede ser una advertencia para Chen Quanguo y otros funcionarios del PCCh que persiguen a las minorías étnicas y a los practicantes de Falun Dafa.

Pedimos el fin de la represión y esperamos que los residentes de Xinjiang puedan practicar libremente sus creencias.