(Minghui.org) Me mudé a los Estados Unidos hace más de una década porque el partido comunista chino me perseguía por practicar Falun Dafa. Llamé a casa el 8 de junio de este año y escuché la apesadumbrada voz de mi padre en el otro extremo de la línea telefónica: "Tu madre sufrió repentinamente síntomas de apoplejía, ayer por la mañana. No puede hablar ni caminar. Tu hermano la llevó al hospital. Tu hermana viene de camino a casa, desde Shanghái. Debe estar a punto de llegar". Consolé a mi padre, diciéndole que no se preocupara demasiado y que se cuidara.

Llamé a mi hermana después de hablar por teléfono con mi padre. Estaba en el tren y llegaría a casa de nuestros padres en media hora. Se enteró ayer del percance de nuestra madre e ,inmediatamente, compró los billetes para viajar a casa. Su hija tendría exámenes pronto y su marido se encontraba ocupado con el trabajo. Como se preocupó mucho por el estado de mi madre no le quedó más remedio que dejarlos en casa.

Le dije que lo mejor que podía hacer era tratar de que mi madre recitara: "Falun Dafa es bueno; Verdad, Compasión y tolerancia son buenas".

Mi hermana no practica. Antes, a menudo le he pedido que recuerde que Falun Dafa es bueno. Le cité casos en los que la gente se recuperó milagrosamente de enfermedades incurables o evitó el peligro recitando estas frases. Me creyó. Sin embargo, mis padres eran escépticos. Cada vez que les hablaba sobre Falun Dafa por teléfono, cambiaban de tema. Sabía que temían que el teléfono estuviera intervenido por el PCCh y que los persiguieran. Mi hermana dijo incómoda: "Mamá no puede decir nada ahora, ¿qué debo hacer?". Le dije que podía recitar las frases al oído de nuestra madre y hacer que las recitara en su corazón. También funcionaría si mi hermana dijera las frases en nombre de mi madre. Mi hermana estuvo de acuerdo.

Llamé a mi hermana al día siguiente. Estaba en el hospital. Nuestra madre estaba con un goteo intravenoso. Mi hermana, que había pasado la noche en el hospital cuidando a nuestra madre, estaba exhausta. Le pregunté si le había dicho a mamá que recitara las frases. Dijo que lo había hecho. Nuestra madre quería recitarlas y le pidió a mi hermana que escribiera las palabras para poder recordarlas. Nuestra madre solo podía decir una o dos palabras en ese momento.

Mi hermana sostuvo el teléfono junto a nuestra madre. Me llamó por mi nombre con gran dificultad. Le dije: "Mamá, no te preocupes, vas a ponerte bien". Le dije a mi hermana que le recordara que recitara las frases, porque así sería más efectivo.

Cuando hablé con mi hermana al tercer día, me dijo que nuestra madre estaba dando un paseo por el pasillo. Yo estaba sorprendida y encantada: "¡Mamá puede caminar tan pronto!". Mi hermana informó que podía caminar como una persona normal. Sin embargo, todavía no podía hablar muy claramente y solo podía decir unas pocas palabras sencillas. Le recordé a mi hermana de nuevo la importancia de hacerle recitar las frases. Le dije que nuestra madre se recuperaría pronto.

Al cuarto día, mi padre me dijo que los médicos habían examinado a mi madre. Dijeron que su estado no era grave y que no tenía un infarto cerebral. Planeaban hacerle una resonancia magnética al día siguiente y ver cómo evolucionaba. Esta vez mi padre habló con energía, y parecía estar de mejor humor.

Mi hermana me dijo al quinto día que le habían hecho la resonancia magnética y que los resultados no saldrían hasta el día siguiente. Me dijo que mi madre ya se encontraba mejor. Tanto mi madre como mi hermana se marchaban a casa para descansar por las noches. Nuestra madre incluso se apresuraba a ayudar a mi hermana con las bolsas. Su habla también había mejorado.

La siguiente vez que llamé a casa, mi hermana me dijo que según los resultados de la resonancia magnética, las paredes de los vasos sanguíneos del cerebro de nuestra madre eran muy lisas, por lo que no era fácil que se produjeran obstrucciones. Si su recuperación era buena, podría volver a hablar como antes. Todos en nuestra familia se pusieron eufóricos al escuchar el diagnóstico del doctor. Mi madre y mi hermana iban a casa a dormir todas las noches y regresaban al hospital por la mañana, para administrarse un goteo intravenoso.

Una semana después, mi hermana regresó a Shanghái. Mi hermano se encargaba de llevar a nuestra madre a casa desde el hospital todas las noches, y de volver cada mañana para el goteo intravenoso. Doce días después, le dieron de alta en el hospital.

Hablé con ella unas cuantas veces después de que regresara a casa. Estaba bien, aunque todavía tenía problemas para decir frases largas. Seguí recordándole que recitara las frases.

Llamé a casa hace unos días. Pude escuchar que mi padre estaba de muy buen humor. Luego le pasó el teléfono a mi madre. Ella me decía que me pusiera una máscara cuando fuera a trabajar y que no me relajara porque el coronavirus es todavía muy grave en los Estados Unidos. Le dije: "Mamá, te has recuperado muy pronto. Hablas como antes. No debes dejar de recitar Falun Dafa es bueno". Me dijo feliz: "Lo recito, lo sigo recitando".

Agradezco a Falun Dafa y al Maestro que salvaran la vida a mi madre.