(Minghui.org) El Maestro Li (fundador de Falun Dafa) nos requiere que seamos buenas personas siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia de Dafa, sin importar donde estemos. Cuando somos agraviados y tratados injustamente, el Maestro Li nos dijo que no peleáramos. En su lugar, nos aconsejó que miráramos hacia adentro y que fuéramos amables y tolerantes.

Otra mujer, que es 10 años más joven que yo, fue contratada al mismo tiempo que yo para ser la encargada de un almacén. Fue recomendada a la compañía por otro empleado. Yo fui contratada a través de algún acuerdo externo, aunque trabajé en otro departamento de esta fábrica hace dos años. Como ella solía trabajar en un puesto similar, estaba familiarizada con muchas herramientas y piezas del almacén. Por lo tanto, estaba más preparada que yo. Ella es inteligente, diligente, y fácil de llevar. En comparación, yo soy más callada. Prefiero estar en silencio cuando no hay nada de que hablar.

Esta nueva empleada trató de desplazarme desde el principio. Cuando alguien venía a buscar las herramientas, ella siempre lo hacía primero. Si yo aceptaba la petición, se quejaba de que era demasiado lenta. A veces me quitaba la herramienta de la mano y se la entregaba al solicitante mientras me criticaba delante de los demás. Una mujer mayor fue asignada para ayudarnos a familiarizarnos con el negocio. La otra nueva empleada se quejó a la anciana de que yo no era capaz y que hacía todo mal. A ella le gustaba lucirse cuando el director pasaba por aquí. Por lo tanto, la actitud del director hacia nosotras se volvió diferente, sonriéndole a ella y con cara fría hacia mí.

Utilizábamos un ordenador para la contabilidad. Esta mujer con la que trabajé no tenía conocimientos de informática, así que le enseñé. No era ni humilde ni agradecida. En pocas palabras, no le gustaba que yo pudiera hacerlo mejor que ella. Como practico Dafa y sigo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia de Dafa, la toleré y no discutí.

Más tarde, la señora mayor me dijo que solo se podía mantener a una persona para este trabajo. Como mi compañera de trabajo fue remitida internamente, pensé que sería ella a quien contratarían.

El Maestro dijo:

Entonces nosotros, los cultivadores, aún menos debemos comportarnos de este modo; nosotros los cultivadores hablamos de seguir el curso natural: si algo te pertenece, no lo pierdes, y si algo no es tuyo, no lo consigues por más que luches (Séptima Lección, Zhuan Falun).

Seguí las instrucciones del Maestro y lo dejé estar. Sin embargo, no lo dejé en mi corazón porque esa mujer siguió tratándome mal. No pude evitar quejarme con excompañeros de trabajo cuando nos vimos. Al hablarlo con mis compañeros practicantes, les dije que no me importaba, pero, de hecho, me había estado quejando a otros.

Un día, puse mi lonchera de vidrio limpio en una bolsa de plástico después del almuerzo. No me di cuenta de que el fondo de la bolsa de plástico estaba roto. La lonchera de vidrio cayó sobre el piso de concreto y se rompió. Estaba muy molesta porque esta lonchera era bastante cara. Mi compañera de trabajo escuchó el ruido y se acercó. ¡Para cubrir mi vergüenza dije: “Supongo que eso significa que es hora de conseguir una de acero inoxidable!". Este incidente no llamó la atención.

Unos días después intenté hacer huevos revueltos. Cuando rompí el huevo en el tazón, la yema terminó en la mesa. Revisé y vi que el fondo del tazón estaba agrietado. Esto me llamó la atención. ¿Fue una indicación del Maestro?

Como los dos accidentes estaban relacionados con el hecho de ganarse la vida, me di cuenta de que debo haber omitido una pista del Maestro sobre el trabajo.

Busqué en lo profundo y descubrí que, de hecho, solo toleraba a mi colega en la superficie, y no miré realmente hacia adentro. La razón por la que ella se comportó como lo hizo fue en realidad causado por mis apegos. El primero fue la envidia. Recuerdo que cuando estaba en la escuela, estudiaba en secreto y casi siempre era la última en dormir cada noche. Competía con otra compañera en el mismo dormitorio y no quería que obtuviera mejores notas que las mías.

Además, cuando ayudé a mi compañera de trabajo a usar la computadora, no le enseñé realmente bien, debido al resentimiento y al odio. Además, tenía el apego de presumir. ¿No me esforcé al máximo cuando vino el director? También quería que el director supiera de nuestros problemas. El desempeño de mi compañera de trabajo era un reflejo de cómo yo actuaba. También tenía otros apegos, como la competitividad, el interés propio, la vanidad, la autovalidación y el desprecio por los demás. Decidí deshacerme de ellos uno por uno.

Recité el poema del Maestro todos los días:

“La compasión puede disolver Cielo y Tierra y traer la primavera

Los pensamientos rectos pueden salvar a la gente en el mundo”

(El Fa rectifica el cosmos, Hong Ying (II))

Intenté llevarme bien con mi compañera de trabajo y la traté con amabilidad. Si había algo que ella no entendía en relación con la contabilidad, le enseñaba con paciencia. Si había algo que yo no entendía, se lo preguntaba con la mente abierta. Le dije que debíamos complementarnos en nuestro trabajo. Las dos éramos nuevas y deberíamos ayudarnos mutuamente.

Creía que, si iban a quedarse con una persona, debería ser ella, porque era más joven. Aunque no estaba familiarizada con la contabilidad, mejoraría con la práctica.

Nuestra relación se hizo más y más armoniosa. Cooperamos. Cuando los demás veían solo a una de nosotras, preguntaban: "¿Dónde está tu amiga?". Esta compañera de trabajo compartía asuntos de familia y fábrica. Le gustaba charlar conmigo y consultarme. Le aclaré la verdad sobre Falun Dafa, y ella la aceptó. Nos hicimos amigas en lugar de rivales.

El Maestro dijo:

“Por supuesto, no es que realmente seamos tontos, es solo que tratamos muy ligeramente el asunto de nuestros beneficios personales, mientras que en todos los otros aspectos somos muy sabios. Cuando realizamos un proyecto de investigación científica, en cuanto a las tareas asignadas por los superiores o con respecto a cumplir algún trabajo, hacemos todo muy bien, con mucha racionalidad y lucidez. Solo tomamos con ligereza lo concerniente a nuestros beneficios personales y conflictos interpersonales. ¿Quién va a decir que eres tonto? Nadie va a decir que eres tonto; está garantizado que es así” (Novena Lección, Zhuan Falun)

En el trabajo, hice lo que dije. Todo se volvió más suave. Completé cualquier tarea que me asignaron. También encontré mi mentalidad de presumir, envidia y vanidad y traté de dejarlos ir.

El director dijo entonces que las dos habíamos hecho un trabajo tan bueno que la fábrica decidió mantenernos a las dos. Fui asignada a trabajar en otro almacén.

Gracias a la compasión y paciencia del Maestro, pasé de ser envidiosa, presumida y egoísta a ser tolerante, amable y considerada.