(Minghui.org) Cuando me expulsaron de la escuela por practicar Falun Dafa, me frustré mucho y no sabía qué hacer. Incluso no podía dormir. No tuve los pensamientos lo suficientemente rectos como para negar los arreglos de las viejas fuerzas en ese momento.

A pesar de que eventualmente logré mantenerme trabajando de servicio al cliente, me sentí muy triste.

Miré hacia dentro, me di cuenta de que tenía el apego a la envidia, y en gran medida, era la razón de mi infelicidad. Estaba enojado porque otras personas tenían mejores vidas que las mías -¿acaso no es eso exactamente lo que es la envidia?

Para lidiar con mi nueva realidad, me conecté con un practicante que iba a la misma universidad. Siempre compartía sus entendimientos conmigo y me alentaba.

Sin embargo, me sentía peor después de interactuar con él. Me dolía que él pudiera estudiar en el campus mientras que yo tenía que trabajar para ganarme la vida. Sentí que él no entendía las tribulaciones que yo tenía que soportar y no quería hablar con él después de un rato.

Pensando en estas emociones, todas tenían su raíz en la envidia –un apego que estuvo escondido en mí por muchos años y estaba profundamente arraigado. Me di cuenta que todos tenemos nuestro propio destino; el destino de una persona no se puede cambiar persiguiendo.

También me di cuenta de que despreciar a alguien es también una clase de envidia.

Una vez estaba intercambiando correos con otro practicante cuando eran las 11:40 p. m. y me dijo que era tarde que tenía que irse a dormir. Eso me molestó –me pareció que no tenía que irse a dormir antes de enviar pensamientos rectos a media noche.

Después de reconsiderarlo, me di cuenta de que realmente no estaba preocupado por nuestro estado de cultivación. Realmente no me importaba si era o no diligente; en realidad, estaba envidioso porque se iba a dormir antes y se podía levantar más tarde que yo.

Shifu dijo:

“Entre la gente común se dice que el que no trabaja no gana, el que trabaja más gana más, el que trabaja menos gana menos, el que da más debe obtener más” (Zhuan Falun).

Me di cuenta de que tenía que seguir el curso natural y cultivarme según los requisitos de las enseñanzas del Fa. Soy una de las vidas más preciosas del universo –entonces ¿cómo podría haber algo que no pueda dejar?

Una vez leí un artículo de un practicante que llegó a entender que la vida mundana no era más que una nube y niebla. Me sentí tranquilo después de leer este artículo.

También me di cuenta de que tenía el apego a la lujuria. A menudo juzgaba a las personas por su apariencia y me gustaba mirar a la gente atractiva.

Juzgaba los clientes por su apariencia cuando venían a mi ventana. También me gustaba hablar más con mis colegas atractivas y alejaba a las normales. A veces, ni siquiera me daba cuenta que lo hacía.

Una mañana me despertó de una siesta que tomaba mientras viajaba en el colectivo, una pasajera que iba viendo un video en su teléfono. No tenía auriculares y estaba a todo volumen. No era bueno –estaba lleno de cosas que estimulan apegos ordinarios. Disgustado, le di una mirada. Pero ella entendió mal y pensó que estaba en mi espacio personal, así que se dio vuelta. Sin embargo, fue peor porque su altavoz quedó apuntando directamente a mi oído.

Comencé a mirar hacia dentro la raíz de este incidente. Me pareció que resultó de mi apego a la lujuria. Shifu dijo:

“Siempre que te aparezca esta u otra clase de interferencia durante el refinamiento de gong, tú mismo tienes que buscar la razón y ver qué cosas tienes que aún no has dejado” (Zhuan Falun).

Le dije a Shifu que el apego a la lujuria no era mi propio ser y que no lo quería. Desde entonces, pude eliminar cualquier pensamiento lujurioso cuando surgía. Después de un tiempo, mi cuerpo comenzó a sentirse más liviano al terminar el segundo ejercicio. El dolor en mis hombros y cuello también desapareció.

Me di cuenta de que mirar hacia dentro es cómo nos cultivamos. Cualquier apego, sin importar cuán sutil, puede ser un obstáculo. Deberíamos mirar hacia dentro siempre que nos sintamos incómodos cuando alguien dice algo. Deberíamos ser tolerantes incluso si sentimos que la otra persona nos ha malentendido.