(Minghui.org) Shangái es una de las principales ciudades cosmopolitas de China. Es inimaginable que se hayan cometido pecados increíbles en las cárceles de esa ciudad moderna. La prisión de mujeres de Songjiang es una de esas cárceles.

La prisión se ve limpia, ordenada, y es visitada a menudo por extranjeros durante todo el año. Pero muchas practicantes de Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) han sido ilegalmente encarceladas aquí desde el inicio de la persecución en 1999. Han sido perseguidas física y mentalmente durante todos estos años por seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Muchas de ellas han muerto, y otras han quedado desorientadas e incapacitadas por la persecución.

Si los guardias no persiguen a las practicantes con suficiente dureza, a menudo se enfrentan a castigos. Como resultado, muchos a menudo se decían unos a otros: "La compasión hacia los practicantes de Falun Dafa es ser cruel con uno mismo".

Tortura física

A continuación, se presentan un resumen de los métodos de tortura empleados contra las practicantes en esta prisión.

La dignidad básica de la vida de las practicantes de Falun Dafa no está protegida en China, y los guardias de la prisión pueden torturar a las practicantes a voluntad.

En la prisión de mujeres de Shanghái, a las practicantes se les suele negar la comida, el agua, el uso del baño e incluso el papel higiénico durante sus períodos menstruales. La prisión también negó a las familias de muchas practicantes la posibilidad de visitarlas o escribirles si no renunciaban a su fe.

Aislamiento

Muchas practicantes que se negaron a ser "transformadas" a menudo fueron confinadas dentro de una pequeña celda solitaria sin ventanas, de unos 2,5 metros cuadrados de tamaño.

En verano, cuando la temperatura y la humedad ya eran muy altas, los guardias colocaban una estufa en el pequeño espacio para aumentar el sufrimiento de las practicantes.

Con la temperatura ambiente por encima de los 40 grados, los guardias solo dieron a las practicantes una botella de agua durante más de 12 horas. A veces los guardias incluso las privaron de comida y agua, además de no permitirles usar el baño. Corrían el riesgo de sufrir un golpe de calor, lo que puede llevar a una insolación o a la muerte.

Huelga de hambre forzada

Para obligar a las practicantes a "transformarse", los guardias de la prisión trataron de hacerlas morir de hambre hasta que se sometieran. No dejaron que comieran, y luego afirmaron a sus familias que estaban en huelga de hambre.

En otra ocasión, las reclusas arrojaron el tazón y la cuchara de las practicantes en el foso del inodoro o en el cubo de basura, y luego ponían la comida en el tazón sin lavarlo. Cuando la practicante se negaba a ingerir la comida sucia, los guardias de la prisión afirmaban que se habían puesto en huelga de hambre.

Otro caso puede ser que los guardias no permitían a las practicantes comer durante la hora regular de la comida, y ordenaban que comieran después de que las internas terminaran. Las reclusas entonces comerían muy despacio, y para cuando terminaran, los guardias les dirían a las practicantes que el tiempo asignado se había agotado para ellas, sin dejarles tiempo para comer.

Negación de las necesidades básicas diarias

Otro método de tortura contra las practicantes es privarlas de las necesidades básicas diarias.

A muchas no se les permite cepillarse los dientes, lavarse la cara, ducharse ni cambiarse la ropa interior. En algunos casos, los guardias no les permitieron lavar sus sábanas durante años. La mayoría de las practicantes tenían un fuerte olor debido a la tortura, y los guardias ordenaban a las internas que las insultaran y se rieran de ellas.

La persecución llevó a muchas practicantes a hacer una huelga de hambre para proteger su dignidad. Algunas huelgas de hambre duraron hasta cuatro días.

Privación de sueño

Cada practicante que se niega a renunciar a Falun Dafa es vigilada todas las noches por cuatro reclusas, que se turnan para evitar que la practicante se quede dormida.

Algunas reclusas pateaban el armazón de la cama o hacían todo tipo de ruido para mantener a la practicante despierta. Otras sacudían los cuerpos de las practicantes cada pocos minutos, o les quitaban la colcha en el frío invierno.

Golpeadas

Las practicantes en la prisión a menudo son abusadas por las reclusas. Las internas las golpean o patean, o golpean sus cabezas contra la pared. Varias internas a menudo empujan a las practicantes contra el suelo o las montan a horcajadas como si fueran caballos.

La Sra. Chen Yao fue torturada física y mentalmente desde que llegó a la prisión en abril de 2018. Cuando se puso en huelga de hambre para protestar por el maltrato, las reclusas le pincharon las manos con la punta de un bolígrafo, y las cicatrices parecían un nido de abejas.

Durante su huelga de hambre, los guardias también le sacaron sangre cada semana durante dos meses. Las reclusas la arrastraban por las escaleras desde el cuarto piso y la tiraban al suelo de cemento cuando se resistía. Sus ropas estaban desgarradas y sus rodillas y muslos heridos.

Tortura mental

Los guardias de la prisión ordenan a las reclusas que calumnien a Falun Dafa usando las palabras más despectivas delante de las practicantes. Escribieron el nombre del Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Dafa, en el suelo y obligaron a las practicantes a pisarlo. Algunos guardias también sujetan las manos de las practicantes y las obligaron a escribir palabras calumniosas sobre Falun Dafa en una declaración de renuncia.

Mientras que algunas practicantes se las arreglaron para soportar la dolorosa tortura física, el sufrimiento mental está mucho más allá de la resistencia de una persona.

Personas responsables de la persecución:

Chen Jianhua (陈建华), jefe de la prisión de mujeres de Shanghái: +08-021-57615998.

Zhang Bencai (张本才), procurador, de la procuraduría de Shanghái: +08-021-24079000.