(Minghui.org) Soy una joven practicante. Comencé a practicar Falun Dafa con mi madre en 1999 a los 14 años de edad. Aquí me gustaría contar sobre algunas de mis experiencias en los últimos 21 años.

Desapegarme de todo y permanecer determinada en la cultivación

A finales de septiembre de 2000, mi madre y yo fuimos a la plaza de Tiananmen para validar el Fa. El 1 de octubre, ambas gritamos: "¡Falun Dafa es bueno!" y de allí la policía nos llevó a nuestra ciudad natal. Mi madre fue retenida en un campo de trabajos forzados durante un año. Como yo era menor de edad, los oficiales no podían enviarme a un campo de trabajo o a una prisión. Pero, viendo que no estaba dispuesta a dejar de practicar, tampoco me dejaron volver a casa. Por lo tanto, fui detenida ilegalmente durante más de 9 meses. Al final, la policía extorsionó 3.000 yuanes a mi familia y me dejó regresar a casa.

Durante la detención, estaba decidida a hacer los ejercicios y a contar a otros sobre Falun Dafa. Debido a que rehusé las demandas de los guardias de detenerme, me golpearon muchas veces con picanas eléctricas, me alimentaron a la fuerza por la nariz, me pusieron a la fuerza grilletes, fui esposada, y puesta en confinamiento solitario. Con la ayuda del Maestro y mi fe en Dafa, sobreviví a la prueba. Más tarde, fui arrestada unas cuantas veces más por distribuir materiales de Falun Dafa o por decirle a la gente sobre la supresión. Además de ser retenida en centros de detención y centros de lavado de cerebro, también fui expulsada de la escuela dos veces.

Mientras estaba detenida, mi padre, mis parientes y el jefe de policía intentaron obligarme a dejar de practicar. Usaron todo tipo de tácticas para engañarme, amenazarme y torturarme. Dijeron que mientras firmara un documento afirmando que dejaría de practicar, podría volver a casa y asistir a la escuela. Pero creo en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. ¿Cómo podría mentir?

El Maestro dijo:

"¿No es cualquier presión una prueba para ver si tu fe en FOFA es fundamentalmente fuerte? Si aún no tienes una convicción fundamental hacia el Fa, olvídate de todo lo demás"  (¿Para quién haces la cultivación?, Escrituras esenciales para mayor avance).

Sé que Falun Dafa es recto y que no hay nada malo en practicar Dafa. Al final, dejé de lado los apegos a mi futuro o el sentimentalismo hacia los miembros de mi familia y pude mantenerme inquebrantable y decidida en la cultivación.

Crecí en una familia rica. Como hija única, podía conseguir todo lo que quisiera y comer todo lo que se me antojara. Incluso antes del día de mi arresto, seguía comiendo filetes y nuggets de pollo. Dentro del centro de detención, sin embargo, solo tenía sopa de harina de maíz mohosa y unas pocas hojas de verduras hervidas. Había barro y arena en el fondo, y la comida no era suficiente. A pesar de esto y de la tortura, mantuve mi fe en Dafa. Con la ayuda del Maestro, pude superar esos días difíciles.

Trabajar con los demás para salvar a la gente en todas las circunstancias

Más tarde fui a una universidad en la capital de la provincia. Poco después, pude ponerme en contacto con un practicante que vivía muy cerca del campus. Los fines de semana, iba a su casa para preparar 500 copias de materiales por mi cuenta. El lunes, los traía de vuelta a la escuela. Todos los días después de la escuela, montaba en bicicleta y distribuía 70 u 80 copias. De esta manera, pude distribuir alrededor de 10.000 copias de materiales en un año.

También fui a los dormitorios de los estudiantes, repartiendo materiales habitación por habitación. A veces, trabajé con otro practicante entregando materiales a pacientes en hospitales o contando a la gente sobre la persecución en los parques, pidiéndoles que renunciaran al partido comunista chino (PCCh). Cuando reparaba mi bicicleta o zapatos, o iba de compras, también aprovechaba la oportunidad para explicarle a la gente la verdadera historia de Falun Dafa.

Sitio de producción de materiales en las montañas

Me casé en 2011 con un practicante de otra ciudad. La boda fue sencilla y nos quedamos en casa de mi tía en Beijing durante unos días, lo consideramos como nuestra luna de miel. Ambas familias eran financieramente estables, pero no queríamos gastar mucho tiempo, energía o dinero en ello. No tenía un vestido de novia, ni tomamos fotos de la boda, pero estábamos felices de estar juntos.

Después de la boda, la madre de mi marido nos compró un apartamento en su ciudad, de unos 130 metros cuadrados. Mis padres también tenían un apartamento para nosotros, de unos 200 metros cuadrados. Podríamos vivir una vida decente en cualquier lugar, haciendo las tres cosas, aclarando la verdad y salvando a la gente.

El lugar de trabajo de mi marido está en una zona montañosa. La carga de trabajo era ligera y no necesitaba ir allí la mayor parte del tiempo. Pensando en salvar a la gente en las regiones remotas, discutimos cómo hacerlo. En lugar de vivir en los apartamentos de nuestros padres, terminamos alquilando una vieja casa cerca de la montaña. Era un lugar viejo y sucio, y a menudo caía suciedad de la pared. Había bichos y ratones en la casa. La mayoría de las casas de la calle se habían derrumbado. Por todas estas razones, casi ningún extraño iba allí. Sabíamos que este sería un buen lugar para producir materiales de aclaración de la verdad. Nos mudamos allí con tres impresoras, convirtiéndolo en un sitio de producción de materiales para salvar a la gente de las aldeas cercanas.

Trabajar como un equipo

A través de coordinadores en la ciudad, contactamos con practicantes en los pueblos cercanos a nuestra casa. La mayoría de ellos estaban en sus 70 u 80 años de edad, y tienen poca interacción con otros practicantes. Formamos un pequeño grupo, reuniéndonos tres veces por semana en mi casa para el estudio del Fa. En otras ocasiones, a menudo conducíamos juntos a los pueblos cercanos distribuyendo materiales. A veces salíamos a las 11 de la noche y a veces a las 3 de la mañana. Nos dividíamos en equipos con dos personas por equipo, para dejar el material en cada hogar. Luego volvíamos juntos.

En los últimos años, hemos cubierto las aldeas de esa zona varias veces. Normalmente distribuimos 500 copias por semana y han sido decenas de miles de copias a lo largo de los años.

Una mañana del año pasado, volvimos como siempre por la mañana después de distribuir los materiales. Al abrir la puerta de mi casa, encontré flores de udumbara, en total eran 14 flores. Estábamos muy emocionados y los otros practicantes de nuestro grupo del estudio de Fa también estaban felices. Sabíamos que el Maestro nos estaba animando.

Nos ayudamos mutuamente en el grupo y todos mejoraron rápidamente. Una practicante, que tenía 80 años, no tenía mucho dinero. Su único ingreso era su pensión, unos 100 yuanes (o 15 dólares) al mes. Su casa era incluso peor que la que yo alquilaba. Un día, cuando la visité, insistió en darme 500 yuanes para producir materiales para salvar a la gente. Sabía que el dinero no venía fácilmente y no quería tomarlo. Pero ella dijo que el dinero no era para mí, sino para salvar a la gente. Cuando no lo tomé, se enfadó mucho. Viendo su corazón puro, supe que no podía rechazar el dinero de ella nunca más.

Esta practicante solo recibió dos años de educación cuando era joven. Sin embargo, ella estudia el Fa y hace los ejercicios todos los días sin excepción, en casa. Para los caracteres chinos que no conocía, buscaba en un diccionario. Después de que le diera algunos cuadernos y bolígrafos, copió a mano Zhuan Falun cuatro veces, y cada trazo era claro. También copió a mano otras conferencias del Maestro.

Esta practicante anciana también ha sido diligente en otros aspectos. Ha estado haciendo la segunda serie de ejercicios durante una hora desde hace más de un año. Debido a que el pueblo estaba cerrado durante la pandemia, no pudo recibir ningún material. Terminó escribiendo artículos cortos por su cuenta para aclarar la verdad a los aldeanos. Cada artículo tenía unas 200 palabras y ella copió a mano 200 copias de cada uno para su distribución. Aunque su habilidad para escribir no era perfecta y los artículos tenían algunas palabras mal escritas, admiro su corazón sincero.

Tres vehículos

Para ayudar a salvar a la gente, compramos un vehículo rojo impulsado por un motor de motocicleta que no requiere una placa. Lo llamamos "Volador rojo". A menudo conducíamos 300 kilómetros (o 200 millas) de ida y vuelta para distribuir materiales en otros condados. Trabajábamos juntos y repartíamos materiales a lo largo del camino. Un año más tarde, un practicante necesitaba un vehículo y yo le di "Volador rojo".

Luego compramos un vehículo similar que tampoco requiere de una placa. Este tiene cuatro ruedas como un auto y lo llamamos "Volador amarillo".

Con este vehículo, cuando salíamos siempre nos manteníamos ocupados: poniendo carteles en el camino, distribuyendo materiales, ayudando a transportar materiales. A veces conducía mientras mi marido repartía volantes o VCDs a la gente, desde unas docenas de copias hasta cientos de copias por viaje.

Durante las largas vacaciones de principios de octubre, salimos con otros practicantes para colocar en los árboles pancartas amarillas de uno o dos metros de largo, así como carteles cerca de los lugares turísticos. Alrededor del Año Nuevo Chino, fuimos al campo y repartimos calendarios Minghui en los pueblos. Podíamos distribuir cientos de copias cara a cara mientras les pedíamos que renuncien al PCCh, a la vez.

Más tarde, a menudo íbamos a diferentes pueblos durante el día. Dejábamos folletos en los hogares de ambos lados. Con la ayuda del Maestro, mejoramos mucho nuestra eficiencia, poniendo los materiales donde fuera necesario.

Volador Amarillo ha trabajado con nosotros durante 8 años. Ha viajado más de 70.000 kilómetros sin problemas. Sin embargo, debido al tamaño del vehículo, solo pudimos circular por las calles principales, pero no por los callejones pequeños. Así que compramos una bicicleta eléctrica plegable de dos ruedas y la llamamos "Caballo volador". Con su pequeño tamaño, "Caballo volador" podía ser plegado y puesto en el asiento trasero. Una vez que entrábamos en el pueblo y estacionábamos el auto, desdoblábamos al "Caballo volador". Una persona conduciría, mientras la otra se sentaba atrás distribuyendo materiales a los hogares a lo largo del camino.

Ayudar a los demás compañeros

En los últimos años, hemos conocido a muchos practicantes en esos pueblos. Antes de eso, no podían conseguir materiales debido a su ubicación remota.

Para ayudar a estos practicantes, los visitamos regularmente, proveyendo materiales de aclaración de la verdad, así como el Minghui Weekly. Ocasionalmente les ayudamos a instalar computadoras o simplemente les dimos computadoras. De esta manera, podían acceder a la página Web de Minghui y ponerse al día con el progreso de la rectificación del Fa. Durante un tiempo, conduje hasta allí con los practicantes de mi casa. Después de viajar por los sinuosos caminos de la montaña, estudiábamos el Fa con ellos.

Una aldea tenía dos familias de practicantes, pero nadie había salido a distribuir materiales. Fui allí, los saqué a la calle y caminé con ellos, para repartir materiales en las comunidades.

Una de las familias tiene un hijo adulto dos años mayor que yo y mi marido. Él es un practicante pero generalmente no se queda en casa debido al trabajo. A finales del año pasado, estaba disponible y fuimos con él a otra aldea remota. Puerta tras puerta, regalamos calendarios de Minghui y folletos de aclaración de la verdad. Este hermano no tenía miedo, y fue a todos los hogares y habló con todos los que conocimos. Nuestros pies estaban desgastados y apenas podíamos caminar, pero estábamos muy contentos.

La pandemia

Alrededor del último Año Nuevo Chino, con mi esposo fuimos a la casa de sus padres. Esa noche, oímos que se prohibiría visitar a otros, y que los pueblos serían cerrados en dos días. Pensando que no podíamos quedarnos encerrados en casa así, volvimos a la casa de mis padres un día después. Para abastecernos de papel, contacté con un vendedor de papel al por mayor e hice un pedido especial. Después de eso produjimos cientos de copias de folletos cada día. También produjimos muchas tarjetas, con códigos QR y consejos sobre cómo garantizar la seguridad en la pandemia. Las sellamos en plástico y las distribuimos todas las noches.

Debido a la pandemia, mucha gente evitó tocar los materiales publicitarios en sus puertas. Para superar este obstáculo, diseñamos una funda protectora para los folletos para abordar esa preocupación. Funcionó bien y fue muy bien recibido.

Probablemente por nuestro corazón de salvar a la gente, mi madre, mi marido y yo podíamos salir todos los días sin problemas. Algunas comunidades estaban cerradas y no se podía entrar sin una tarjeta de acceso. Pero siempre podíamos encontrar algunas comunidades accesibles todos los días. A veces entrábamos desde el garaje subterráneo, a veces siguiendo a otros, y a veces podíamos entrar después de rellenar un simple formulario. Para evitar las cámaras de vigilancia en los ascensores, todos subíamos primero más de 30 tramos de escaleras y luego bajábamos distribuyendo materiales piso por piso. No nos íbamos a casa hasta que no se acaban todos los materiales. Hicimos esto hasta que se levantó el bloqueo.

Trabajando juntos

Algunos practicantes tuvieron miedo por la persecución y no se atrevieron a repartir materiales. Sabían que no salir a salvar a la gente estaba mal, pero no podían superar el miedo. También había practicantes que no podían salir como resultado del yeli (karma) de la enfermedad.

Tratamos de ayudar a estos practicantes. Por ejemplo, les pedimos que ayudaran con algunos trabajos más fáciles y seguros, como doblar y embolsar materiales, imprimir o laminar tarjetas. Esto les permitió hacer las tres cosas y también redujo nuestra carga de trabajo. También estaban muy contentos de ayudar. Normalmente les proporcionaba materiales y compartía las técnicas con ellos. Cuando terminaban, recogíamos los productos terminados y los entregábamos.

Mientras la gente se salve, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa, no importaba si nos manchábamos las manos o era costosa. Esto es porque salvar a la gente es nuestra misión.

Ayudar donde sea necesario y no dejar ninguna brecha

Con la ayuda del Maestro, aprendí a mantener y reparar algunas impresoras comunes. También aprendí a encriptar varios tipos de ordenadores. Esto me calificó para hacer soporte técnico.

Computadoras e impresoras

A través de los años, no recuerdo cuántos ordenadores he ayudado a instalar o cuántas impresoras he reparado. Al principio, eran pequeñas impresoras Canon y más tarde pasaron a ser impresoras comerciales de HP. El Maestro me dio mucha sabiduría y a menudo fui capaz de arreglar problemas en poco tiempo. Era torpe trabajar con guantes, así que a menudo terminaba con ambas manos sucias de tinta y era difícil de limpiarlas. Pero no me importa mientras las impresoras funcionen bien.

Para ayudar con las computadoras e impresoras, he viajado a muchos lugares estos años, tanto a aldeas como a zonas urbanas, incluyendo algunas en otras provincias. Básicamente ayudé dondequiera que sea necesario. El Maestro también me ayudó y pude hacer el trabajo casi todo el tiempo.

Sabemos que es mejor enseñar a alguien a pescar, en lugar de darle el pescado. Cuando instalé computadoras o hice reparaciones, también se lo explicaba a otros para que aprendieran. De esta manera, podían resolver problemas cuando yo no estaba cerca. Siempre que fue posible, también ayudé a los practicantes a establecer sitios de producción de material. Había mucho trabajo, pero cuando alguien quiere aprender, estoy lista para ayudar. Además, mostré a otros practicantes cómo comprar consumibles de forma independiente y segura. De esta manera, más practicantes podían trabajar por su cuenta a largo plazo.

Instalando antenas parabólicas

Durante mis años de universidad en la ciudad provincial, muy pocos practicantes sabían cómo instalar antenas parabólicas. La mayoría de los practicantes a mi alrededor ya tenían 70 u 80 años. Para ayudar a otros practicantes y aprender algunas habilidades, a menudo trabajé con estos abuelos, y a veces con jóvenes practicantes de otras ciudades, instalando antenas parabólicas.

En los días de invierno, había una gran cantidad de nieve en el techo y nuestros zapatos estaban a menudo enterrados en la nieve. Pero yo no me atrevía a moverme y temía que al hacerlo pudiera dañar la capa de protección térmica del techo. Además, para obtener una mejor señal y facilitar la instalación en los complejos de apartamentos, las vajillas compradas a menudo venían por partes y se necesitaba un montaje. Algunos tornillos eran pequeños y no era posible usar guantes. También teníamos que encontrar algo para estabilizar la antena, y luego tirar del cable hacia abajo dentro del apartamento.

Muy a menudo teníamos que quedarnos fuera en el tejado durante horas. Mis manos y pies estaban congelados y me dolían, y no podía enderezar los dedos. A veces el acceso a los edificios desde el exterior era difícil, y teníamos que subir cuatro o cinco pisos usando escaleras inestables y luego hacer la instalación.

El verano tenía sus propios desafíos. Sudaba por todas partes y mi cara estaba quemada por el sol. En ese momento, yo era solo una universitaria, pero el Maestro me ayudó a terminar siempre cada instalación.

Después de la graduación, volví a mi ciudad natal y a menudo ayudaba a otros practicantes con las antenas parabólicas. Después de casarme y mudarme a una nueva ciudad, no encontré practicantes que supieran hacer esto. Compartí mis habilidades con otros y muchas antenas parabólicas se instalaron en la región.

Resumen

Han pasado 21 años desde que empecé a practicar Falun Dafa. Debido a un ingreso familiar estable, nunca salí a trabajar para tener más tiempo para hacer las tres cosas. Mientras sea para salvar a la gente y validar el Fa, haría cualquier cosa que fuera necesaria. No es por fama, ni dinero, ni comodidad o alguna recompensa. Se trata de salvar a la gente.

Para ayudar a los practicantes a resolver sus problemas, a veces no podía comer o dormir bien. Llevaba ordenadores o impresoras de un lugar a otro. Puede que hoy vaya a una ciudad, y mañana puede que visite un pueblo.

La rectificación del Fa está cerca del final y la cultivación significa que no hay omisiones. Lo haré mejor en el camino que queda por delante y no dejaré lugar para ningún arrepentimiento.