(Minghui.org) Una de las virtudes de la cultura tradicional china es yi, también conocida como hermandad o honestidad. Incluye la lealtad a los amigos, e incluso sacrificar la vida propia por el bien de los amigos. La historia de Yang y Zuo es un ejemplo de verdadera amistad.

Esto ocurrió antes de la Dinastía Qin hace más de 2000 años. Zuo Botao, de casi 40 años, vivía en Jishishan (hoy la provincia de Gansu) y amaba leer. Aprendió mucho leyendo. Al escuchar que el Rey de Chu (un reinado cerca del río Yangtze) valoraba la virtud y estaba reclutando talentos, comenzó su viaje al Reino de Chu.

Ya era invierno al momento que llegó al lugar de Yong (cerca de lo que hoy es Baoji en provincia de Shaanxi). Después de caminar en la Lluvia por un día entero, vio una cabaña en el ocaso. Golpeó la puerta y pidió quedarse en la noche. El dueño lo dejó entrar, prendió un fuego para secar la ropa de Zuo, y le ofreció una rica cena.

Viendo que en la casa no había nada más que libros, Zuo sabía que el dueño era también un intelectual. El dueño le dijo que era Yang Jiao’ai y que disfrutaba mucho de leer libros. Los dos hablaron sobre los libros toda la noche sin dormir.

Como la lluvia seguía al día siguiente, Yang invitó a Zuo a quedarse y le ofreció la mejor comida que tenía. Sintieron que se conocían por largo tiempo y así juraron ser hermanos. Zuo era cinco años mayor así que se consideró el hermano mayor.

Zuo se quedó durante tres días hasta que paró la lluvia. Luego invitó a Yang a ir con él a Chu para presentar sus talentos para servir a la nación. Yang aceptó, y salieron juntos de viaje.

Después de caminar por más de dos días, la lluvia los detuvo y se tuvieron que quedar en un hotel. Como usaron todo su dinero, no tuvieron más opción que viajar con la lluvia mientras se turnaban para llevar lo único que les quedaba –una bolsa de comida.

Sin embargo, el viaje fue duro. Antes de que la lluvia parara, el viento fuerte comenzó a soplar, y luego una nevada pesada.

Cuando estaban a punto de subir la montaña Liang, los locales les advirtieron que no había lugares para quedarse hasta los próximos 50 km (100 li). Zuo le preguntó a Yang si deberían seguir. Yang contestó: “La vida y muerte están determinadas por el Cielo. Como hemos llegado a este punto ya, no tenemos más opción que seguir”.

Así treparon la montaña y se quedaron en una vieja tumba en la noche. Teniendo una sola capa de ropa para abrigarse, temblaron durante la noche helada.

La nieve se hizo más densa al día siguiente y se acumuló más de 30 centímetros.

Zuo dijo a Yang: “No encontraremos un lugar para descansar cerca, y estamos cortos de comida y ropa. Si uno de nosotros lleva todo, esa persona puede sobrevivir y llegar al Reino de Chu. Si continuamos los dos, incluso si no nos morimos congelados, nos moriremos de hambre. Prefiero darte mi ropa y toda la comida para que vayas. Estoy muy cansado para seguir caminando y me quedaré aquí para morir. Después de que el Rey de Chu te designe una posición oficial, por favor regresa por mí”.

“De ninguna manera aceptaré esto”, dijo Yang. “Aunque no nacimos del mismo padre, somos realmente hermanos. ¿Cómo puedo dejarte aquí y buscar fama para mí?”. Luego ayudó a Zuo a caminar.

Después de unos kilómetros, Zuo dijo: “La nieve está cada vez más pesada. Busquemos un lugar para descansar”.

Encontraron un árbol de moras. Yang ayudó a Zuo a sentarse y apoyarse contra el árbol, mientras él iba a buscar ramas para hacer fuego para darse calor. Sin embargo, cuando regresó, vio que Zuo se había sacado toda la ropa y la puso en una pila.

“He pensado en esto”, dijo Zuo. “No hay manera que sobrevivamos los dos. No pierdas tiempo aquí. Por favor ponte mi ropa, lleva la comida, y continúa el viaje. Esperaré aquí la muerte”.

Yang lloró con mucha pena. “Nos prometimos vivir juntos y morir juntos. ¿cómo podemos separarnos así?”.

“Pero si ambos morimos aquí de hambre, ¿quién nos enterrará? Necesitamos que viva uno”, respondió Zuo.

“En ese caso, déjame darte mi ropa y yo me sentaré aquí a morir”, dijo Yang.

“Yo ya estoy muy enfermo, y tú eres mucho más joven y fuerte. Además, eres más talentoso que yo. Tú tendrás un gran futuro una vez que encuentres al Rey de Chu. Mi muerte está bien. Por favor no te quedes aquí. Continúa”, dijo Zuo.

“Sería una vergüenza si te dejo morir aquí y busco fama para mí”, contestó Yang

“Cuando te conocí, sentí que te conocía hace muchos años. Supe que eras muy capaz y por eso te invité a ir a Chu juntos. La lluvia y la nieve me detuvieron –ese es mi destino. Pero si tú mueres aquí, ese sería un gran pecado para mí”, dijo Zuo.

Después de estas palabras, Zuo se paró e intentó matarse tirándose al río. Yang lo detuvo y lloró. Poniéndole ropa a Zuo, Yang lo ayudó a sentarse bajo el árbol de mora de nuevo. Para ese entonces, el rostro de Zuo ya estaba pálido, y sus extremidades estaban poniéndose frías. Ya no podía hablar y solo podía hacer movimientos de mano, diciéndole a Yang que se vaya.

“Me voy, me voy”, lloró Yang. “Hermano, por favor ayúdame incluso si estás en el inframundo. Si me elijen como funcionario, me aseguraré de regresar y enterrarte apropiadamente”.

Zuo asintió de acuerdo. Yang se fue con la ropa y la comida, mientas Zuo moría bajo el árbol

Con comida limitada y dos capas de ropa, Yang se las arregló para llegar a la capital de la ciudad de Chu. Fue al hotel que el Rey había arreglado para reclutar talentos y se encontró con un funcionario de alto rango llamado Pei Zhong. Pei probó el conocimiento y entendimientos de Yang, y estaba feliz de ver que Yang respondía todas sus preguntas con facilidad. Pei lo reportó al Rey.

El Rey invitó a Yang a su palacio. Yang le presentó diez estrategias de cómo hacer más fuerte a Chu, todas directamente apuntando a los problemas existentes en el reino. El rey estaba feliz. Asignó a Yang como Zhong Dafu, una posición cercana al rey, y lo premió con oro y seda.

Mientras Yang se arrodillaba para agradecer el Rey, comenzó a llorar. El Rey se sorprendió y le preguntó por qué.

Yang le contó la historia de cómo Zuo sacrificó su ropa y comida, para que él pudiera sobrevivir y llegar a ver al rey. El rey estaba angustiado, como los demás funcionarios.

Cuando Yang pidió unos días para buscar y enterrar a su amigo, se lo concedieron. El Rey también le dio el título honorario de Zhong Dafu a Zuo, junto con una decente cantidad de dinero para su entierro.

Yang regresó a la montaña Liang y encontró el árbol de moras muerto. El cuerpo de Zuo estaba aún allí y parecía como si estuviera vivo. Yang lloró con mucha pena. Con la ayuda de los locales, seleccionó una buena tumba cerca del lago, respaldado por un acantilado y rodeado de muchas colinas.

Yang bañó el cuerpo de Zuo con agua perfumada y lo vistió con la bata de un Zhong Dafu. Colocando el cuerpo en un ataúd que luego fue dentro de otro ataúd, Yang lo enterró. También construyó una pared alrededor de la tumba y plantó árboles alrededor. Alrededor de 1000 metros, Yang construyó un templo con la estatua de Zuo, y asignó a alguien para que lo vigile.

Durante la ceremonia de entierro dentro del templo, Yang lloró tan fuerte que los locales y su personal se conmovieron hasta las lágrimas.

Los chinos usan el término “la amistad de Yang y Zuo” para describir la relación entre amigos verdaderos que están dispuestos a morir uno por el otro.