(Minghui.org) Una practicante, llamado Yun, y yo habíamos estado usando nuestros teléfonos celulares para llamar a la gente y aclarar la verdad durante unos años. En junio de 2017 había escasez de tarjetas telefónicas, así que decidimos cambiar a otro proyecto. De casualidad, leímos un informe publicado en el sitio web de Minghui que decía que no se estaban entregando suficientes materiales de esclarecimiento de la verdad a la gente.

Las dos pensamos lo mismo.... Podríamos entregar materiales a los residentes de los edificios. Un edificio en nuestra área acababa de ser construido, y nadie había entregado materiales allí.

Durante los siguientes 18 meses, entregamos información sobre Falun Dafa en edificios de viviendas. Hay más de treinta edificios de gran altura en nuestro condado, así que había mucho que hacer. Nos gustaría compartir nuestras experiencias con ustedes.

Lo amargo y lo dulce

Yun tomó nota de los edificios que visitamos, para no duplicar el trabajo la próxima vez. La mayoría de los edificios altos tienen diecisiete pisos, pero algunos tienen veintiséis pisos. Podíamos entrar fácilmente en los edificios porque las puertas principales suelen estar abiertas en verano. En invierno, entrábamos cuando las puertas estaban abiertas.

Nuestra primer tanda de materiales fue sobre la clarificación de la verdad. La segunda tanda fue el libro El Fin del Comunismo. Debido a que el libro era grueso y pesado, no podíamos entregar tantos, ya que era difícil cargar de cincuenta a sesenta libros y subir escaleras.

El practicante que imprimió los materiales de clarificación de la verdad vivía a media hora de distancia. Cada una de nosotras llevaba doscientos folletos, lo cual era todo un reto, pero trabajamos bien juntas.

Un día estaba lloviendo cuando fuimos a recoger los materiales. Caminaba detrás de Yun y me quejé de que estaba demasiado lejos para ir caminando hasta allí. Tan pronto como dije eso, tropecé y caí. Me sangraron las rodillas. Yun me ayudó a levantarme. Le dije: "¡Me caí porque me quejé!" En mi mente le dije al Maestro: "Maestro, lo siento. No debería haberme quejado."

A pesar del calor abrasador del verano, tratamos de entregar más porque las puertas estaban abiertas. Hacía tanto calor que estábamos empapadas de sudor incluso cuando estábamos quietas, ni hablar de al subir las escaleras. Al principio no se nos ocurrió traer una toalla pequeña para limpiar el sudor. Así que al terminar, nos mirábamos la una a la otra y nos reíamos porque nuestras caras estaban cubiertas de tejidos rotos. Pero nos dimos cuenta de que nunca habíamos teníamos sed.

Un día empezamos a subir las escaleras rumbo al piso once. Cuando llegamos al tercer piso, me dolió el pecho. Resoplé y me costó respirar. Pensé: "No puedo parar. Maestro, por favor, ayúdeme. Puedo hacerlo". En ese momento, recordé el poema del Maestro,

“Con un corazón firme, se levantan los pies con piernas de miles de kilos,

soportando sufrimientos, avanzando hacia delante y eliminando apegos (...)”.

(Hong Yin, Escalando la Montaña Tai)

Cuando estuvimos a punto de llegar al último piso, Yun me hizo un gesto para que no continuara. Hice un gesto con la mano, indicando que quería terminar. Así fue como rompí la interferencia. Nunca volvimos a tener este tipo de interferencia.

Un escape estrecho

Las cosas no siempre salieron bien cuando distribuimos los materiales. Una vez, cuando acabábamos de poner un cartel, una señora se acercó a la puerta y gritó: "¿Qué estás poniendo en la puerta?" Yun sonrió y dijo: "Hola. Vinimos a traerle algo bueno. Por favor, lea esta información." La señora se calmó. Tomó el folleto y dijo: "Está bien, echaré un vistazo. Gracias."

Otra vez habíamos terminado de entregar El Fin del Comunismo en el décimo piso y estábamos a punto de ir al piso once cuando nos encontramos con una señora de la limpieza en el descanso de la escalera. Nos había visto poner un cartel y dijo: "No pongan nada en la puerta. El dueño nos obligará a arrancarlo en cuanto lo vea". Le dije: "Por favor, no haga eso. Los practicantes usan su propio dinero duramente ganado para hacer estos carteles. ¿Por qué? Porque cuando la gente vea el cartel, entenderá la verdad y se salvará". Empezamos a charlar y nos enteramos de que su madre era practicante de Falun Dafa. Después de hablar, le dimos las gracias y le dijimos que enviara nuestros saludos a su madre.

Uno de los edificios que visitamos era donde vivían las familias de la oficina de seguridad pública. Sólo tenía seis pisos. Acabábamos de terminar un piso y estábamos a punto de pasar al siguiente cuando entró un agente de policía. Él preguntó: "¿Están poniendo posters? Déjame ver lo que tienes en tu bolso." Me sorprendió, pero me mantuve en calma. Dije en tono autoritario: "¡Oye, quién te dio el derecho de inspeccionar mi bolso!" Su actitud cambió y dijo en voz baja: "Acabamos de terminar de pintar las paredes. No puedes poner carteles".

El Maestro dijo,

“Validen Dafa con razón, esclarezcan la verdad[1] con sabiduría, difundan el Fa y salven a la gente con benevolencia; esto está estableciendo la poderosa virtud de un ser iluminado”. (Racionalidad, Escrituras esenciales para mayor avance (II))

Mientras nos alineemos con el Fa, podremos capear cualquier tormenta.

Oportunidades para eliminar apegos

La personalidad de Yun y la mía son muy diferentes, así que a veces tenemos conflictos. Pero debido a que somos cultivadoras, sabemos que debemos buscar en nuestro interior para ver dónde necesitamos mejorar. En el proceso, he eliminado muchos apegos humanos, como la autovalidación, la competitividad y la mentalidad de alardear, la autocomplacencia, el resentimiento, los celos, etc.

La mayoría de los edificios tienen varios apartamentos en cada piso. Algunos tienen tres y otros cuatro. Cada vez que dudábamos, recordábamos nuestro objetivo de salvar a la gente y seguíamos adelante. Dividimos la tarea y cada una hacía un apartamento. Sentíamos que cuando hacíamos cosas alineadas con el Fa, las cosas iban bien porque el Maestro estaba a nuestro lado.

En otra ocasión Yun dijo: "Si nos encontramos con alguien que conocemos, deberíamos decir que vamos a la casa de nuestro nieto". No dije nada. Entonces, ella vio a alguien que conocía. Después de un breve intercambio con la persona, Yun dijo de nuevo: "Si encontramos a alguien, le diremos que vamos a la casa de nuestro nieto". Le dije: "Eso no es ser sincera. Podemos simplemente saludarla".

Poco después, vio a alguien que conocía. Se escondió detrás de su paraguas. Esto era inusual porque le gustaba hablar con la gente. Le dije: "Yun, ¿por qué no estás hablando?" Ella dijo: "¿Qué puedo decir? Según tú, siempre digo lo que no debo". Su comentario me hizo darme cuenta de que yo estaba siendo demasiado enérgica. Me di cuenta de que era demasiado dominante porque todavía no había eliminado la mentalidad del partido comunista. Mi falta de compasión le hizo difícil aceptar mi sugerencia. No dije nada. Cuando nos despedimos ese día, dije: "Lo siento mucho".

Al día siguiente vino a mi casa a tiempo. Fue como si nada hubiera pasado, y nos dispusimos a entregar los materiales como de costumbre. Sabía que se estaba auto examinando como yo. Estaba agradecida por la oportunidad de trabajar con ella.

Para hacer bien nuestro proyecto y fortalecer nuestra capacidad de salvar a la gente, estudiamos mucho el Fa. Estudiamos por lo menos una conferencia juntas cada mañana. Luego, por la tarde, cuando terminamos, estudiamos otra conferencia. Después discutimos cómo nos fue en el día. Después de la cena, estudiamos otras conferencias y enviamos pensamientos rectos.

Por muchas razones, rara vez me uní a un grupo de estudio. Debido a esto muchos de mis apegos no fueron expuestos. Por ejemplo, cuando leo en silencio leo cada palabra. Pero cuando leo el texto en voz alta leo palabras que no están ahí. Cada vez que Yun me corrige me siento incómoda. Sé que es porque tengo un apego de salvar la cara y no me gusta que me señalen mis defectos. Cada vez que añado o borro palabras del Fa, muestro que no tengo respeto por el Maestro o el Fa. Me di cuenta de que era un problema serio y una vez que mi xinxing mejoró, las correcciones de Yun ya no me molestaron. Se lo agradecí desde el fondo de mi corazón.

Cuando recuerdo las veces que hemos trabajado juntas durante todo este año, experimento tanto dolor como alegría. El proceso me ayudó a entender lo que dijo el Maestro,

“Fatigar los músculos y huesos y forjar la voluntad del corazón no es nada fácil”. (Novena Lección, Zhuan Falun)

La gente está esperando ser salvada

También hablamos con la gente. Los que leen los materiales aceptan rápidamente abandonar el partido. Algunos ancianos dicen: "Vi el cartel en la puerta. Los comunistas pronto se irán. Por favor, ayúdeme a renunciar al partido". Otros dicen: "¡Por fin te he encontrado! Quiero aprender Falun Dafa después de leer los materiales". A veces entregamos materiales a personas que están esperando para cruzar la calle en los semáforos. Un hombre nos dijo: "Sí, he leído tu material. A menudo digo: 'Falun Dafa es bueno'. Verás, tengo más de ochenta años, pero aún puedo andar en bicicleta".

Nos sentimos honrados cada vez que vemos lo felices que están las personas. Podemos ayudar a por lo menos veinte o treinta personas a renunciar al partido comunista cada día. Muchos practicantes en nuestra área todavía persisten en entregar materiales de clarificación de la verdad a la gente. Sin importar en qué proyecto estemos involucrados, cada uno es importante y ayuda a salvar a las personas. Nuestra persistencia y diligencia nos ayudará a cumplir nuestra misión y alcanzar nuestra meta final.

Por favor, señale cualquier cosa inapropiada. ¡Gracias Maestro! Gracias, compañeros practicantes.