(Minghui.org) A lo largo del proceso de mi cultivación, el Maestro me ha dado muchos consejos para ayudarme a encontrar mis apegos y brechas. Recientemente, he tenido tres sueños en los que perdía a mi hija, lo que me hizo darme cuenta de que no debería ser adicta a mi teléfono.

Hacía tiempo que estaba enganchada con mi teléfono. Lo usaba para ver noticias, series de televisión y comprar. Sentía un gran placer al comprar productos y me sentía muy incómoda si no miraba los sitios de compras durante unos días.

Mi primer sueño fue que mi hija y yo corríamos por las dos orillas de un río. Le grité para decirle por dónde ir. Cuando fui a la orilla del río y estaba a punto de alcanzarla, me desperté.

La segunda vez que mi hija se perdió cuando mi guardaespaldas fue a recogerla a la escuela. Me asusté cuando me dio la triste noticia. Sabía que tenía al Maestro y que definitivamente encontraría a mi hija. Reuní a toda mi familia para buscarla y me desperté antes de encontrarla.

Miré hacia adentro después de los dos sueños. Cada vez sentía que perdía a mi hija porque no era lo suficientemente diligente en la cultivación. Sin embargo, después de haber estudiado el Fa durante unos días, volví a mi estado anterior y continué jugando con mi teléfono y comprando cosas en Internet.

Luego tuve un tercer sueño. Mi hija y yo estábamos caminando. Ella me hablaba, pero yo estaba ocupada con mi teléfono. Le pedí que caminara más rápido. Luego, cuando miré hacia atrás, ¡ella se había ido! Estaba muy asustada.

En ese sueño, le pedí ayuda al Maestro y juré no volver a tocar mi teléfono. Luego mi mamá y yo fuimos casa por casa para preguntar si habían visto a mi hija. Cuando llegamos a una casa destartalada, un anciano abrió la puerta. Escuchamos los gritos de niños pequeños. Entramos y vimos a una anciana sosteniendo a una niña y tratando de consolarla para que dejara de llorar. Entonces encontramos algunos niños saliendo. Mi hija estaba entre ellos. Me desperté.

Sentí que se trataba de un asunto serio y decidí compartirlo con mis compañeros practicantes. No podemos permitirnos el lujo de ser adictos a los teléfonos móviles y a las compras en Internet. No solo nos arruinará, sino que arruinará también a nuestros propios hijos, así como a los seres conscientes de nuestro mundo y de sus mundos.