(Minghui.org) Una vez fui un hombre de aspecto bueno, pero era adicto a todo tipo de cosas malas, como los clubes, los juegos de azar, el tabaco y la bebida. La virtud y la moralidad no significaban nada para mí. Un día iba montado en la parte trasera de la moto de un amigo cuando tuvimos un accidente de tráfico.

Mi amigo murió en la escena del crimen y su cara quedó irreconocible. Apenas respiraba, me llevaron a una sala de emergencias. Me pusieron una docena de puntos en la cabeza y estuve inconsciente durante un mes en cuidados intensivos. El médico finalmente anunció que no tenía tratamiento posible y me dio de alta. Dijo que, aunque viviera, estaría en estado vegetativo.

Mi familia tuvo que llevarme a casa, manteniéndome vivo con una sonda nasal. Estaba más muerto que vivo y mis músculos se fueron desgastando poco a poco. Cuando una de mis tías abuela vino a verme, mi madre se puso a llorar. Mi tía abuela dijo que todavía había esperanza para mí. Hizo que mi madre me leyera el libro Zhuan Falun. Mi madre le creyó y me lo leía todos los días, aunque yo estuviera inconsciente.

En 22 días, 52 días después del accidente, me desperté del coma. Todos mis familiares que fueron testigo de mi regreso a la normalidad se quedaron asombrados y se pusieron a llorar.

Pronto pude reconocer a la gente, hablar y comer. Hice progresos visibles todos los días y ya no dependía de nadie más para mis necesidades básicas. Sabía que el Maestro de Falun Dafa me había salvado de la muerte.

Justo cuando estaba recuperando mi salud y a punto de empezar a cultivar, el partido comunista chino (PCCh) inició la persecución de Falun Dafa. Mi madre y yo estábamos asustados y no continuamos leyendo a Zhuan Falun. No seguimos practicando.

Pasaron más de 10 años y comencé a tener síntomas que parecían ser las secuelas del accidente. Con frecuencia me desmayaba y tenía espasmos. Me diagnosticaron epilepsia. Podría sufrir un ataque en cualquier momento. A menudo me lesionaba cuando perdía el conocimiento. Mi familia me dejaba salir después de transcurrido un tiempo y me convertí en una carga.

Mi tía abuela se enteró de mi situación y me dijo: "Sabes que Falun Dafa es bueno y te salvó. ¿Por qué no quieres practicar? Hay mucha gente valiente ahí fuera. ¿Por qué estás asustado?".

En 2013, dejé de tener miedo y decidí convertirme en practicante. Mi madre y yo estudiamos las enseñanzas con otros practicantes todos los días, llueva o haga sol, incluso después de que nos mudáramos lejos. Fui interferido por el yeli (karma) del pensamiento al principio. A través del estudio constante y con la ayuda de otros practicantes, pude eliminarlo.

Los síntomas de la epilepsia desaparecieron definitivamente. Dejé todas mis adicciones y malos hábitos. Nada de esto habría sido posible sin la práctica de Dafa. Soy un ejemplo vivo del milagro de Falun Dafa y de la inmensa compasión del Maestro Li (el Fundador). Mientras creamos sinceramente que Falun Dafa es bueno, todo es posible.