(Minghui.org) Soy una practicante anciana que comenzó a practicar Falun Dafa en 1996. He sido protegida por el Maestro en cada paso de mi camino de cultivación y mi familia se ha beneficiado notablemente con Dafa.

Me gustaría compartir algunas historias sobre personas que comenzaron una nueva vida después de conocer a Falun Dafa.

Enemigas resolvieron el odio

En enero de 2009, un joven oficial de la dirección urbana me denunció a las autoridades al verme hablar sobre Falun Dafa con la gente. Me arrestaron y llevaron a un centro de detención.

Durante mi primera noche allí, no dormí nada ya que estuve hablando toda la noche con dos mujeres jóvenes en mi celda. Ellas se odiaban entre sí y tenían serios conflictos  por sus pequeños negocios. Las dos habían sido arrestadas y estaban solas en esa celda antes de mi llegada. El ambiente era tenso.

"¿Qué puedes ganar practicando Falun Dafa?", preguntó una. "¿Por qué sigues practicando después de que el gobierno lo prohibió? ¿Su familia aprueba su práctica?", preguntó la otra.

Respondí a sus preguntas una por una, y pronto se olvidaron de su odio mientras hablábamos.

Les aconsejé que recordaran "Falun Dafa es bueno" y "Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno", y que pronto serían liberadas si se calmaban. Ambas parecían felices de oír eso.

Les conté historias antiguas sobre la tolerancia mutua, historias de practicantes de Falun Dafa que renunciaban a los beneficios personales, y mi historia personal de renunciar a mi tierra para dejar que mi vecino construyera una casa. Le expliqué el principio celestial de "sin pérdida, no hay ganancia".

Sabía que resolvieron su odio cuando las dos sonrieron. Les dije que pidieran a un guardia que enviasen un mensaje a los funcionarios, que pronto sería el Año Nuevo Chino, y que habían decidido reconciliarse y dejar de luchar. Desean volver a casa para pasar las vacaciones con sus familias.

Un par de días después, agentes de la comisaría local llegaron para acompañarlas a casa. Las dos renunciaron al partido comunista chino (PCCh) y a sus organizaciones afiliadas a las que se habían unido en el pasado y me estrecharon la mano con mucho agradecimiento.

Ayudar a seis niñas a cambiar su comportamiento

Tampoco pude dormir en la segunda noche de la detención, ya que seis niñas, desde los primeros años de su adolescencia hasta los 20 años, fueron puestas en una celda vecina. Eran drogadictas arrestadas por prostitución.

Gritaban alocadamente, ya que se veían afectadas por el abuso de drogas y la lujuria. Coqueteaban con los reclusos vecinos, usando un lenguaje inapropiado. Los guardias intervenían repetidamente, pero su mal comportamiento continuaba después de que los oficiales se marchaban.

Al día siguiente, hablé con ellas en el patio durante un descanso. Les pregunté: "¿Por qué gritaron tan vergonzosamente anoche? ¿No se avergonzaron cuando los guardias las maldijeron?".

"Estábamos desahogando nuestra ira", contestó una. "Estamos acostumbradas a que nos maldigan".

Me sentí muy triste. Les dije que era una practicante de Falun Dafa, y fui detenida a causa de la persecución.

"Abuela, eres una buena persona", me dijo una de las chicas. "Eres diferente a nosotras".

Les dije que estaba allí para ayudarlas a obtener la salvación. Las pregunté si querían cambiar y convertirse en buenas personas. Dijeron que eran demasiado malas para ser salvadas.

"Tengo una solución", dije. "Si desarrollan una creencia recta, pueden cambiar totalmente. Todas son preciosas. Todas provienen de niveles elevados y vinieron a este mundo para asimilarse a Falun Dafa y ser salvadas".

Entendieron en parte lo que dije, y uno de ellas empezó a derramar lágrimas.

Yo les dije: "Recuerden que Falun Dafa es bueno y que Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno. Dioses y Fo las protegerán y las salvarán de las drogas y acciones deshonestas".

Cuando los guardias vinieron a trasladarnos a las celdas, vieron a las chicas que me rodeaban y escuchaban en silencio. Cuando  preguntaron qué estábamos haciendo, les dije que las estaba aconsejando,  que las alentaba a que dejaran de cometer fechorías y que fuesen más honradas.

Todas las chicas pidieron a los guardias que las transfirieran a mi celda. Estuvieron de acuerdo, viendo que yo era la única que podía calmarlas. Esa noche, las seis vinieron a mi celda después de cenar. Les di la bienvenida, pero les advertí que bajaran la voz. Todas me prometieron hacerlo.

Continué diciéndoles que recitaran: "Falun Dafa es bueno, Verdad, Benevolencia y Tolerancia es bueno". Respondí a sus muchas preguntas sobre Falun Dafa, y les conté sobre La farsa de la autoinmolación de la plaza Tiananmen, los milagros experimentados por los practicantes de Falun Dafa, y las historias de las buenas y malas acciones con sus debidas retribuciones.

Escucharon atentamente, y una de ellas dijo: "Es la primera vez que escucho cosas tan buenas".

Me preguntaron cómo sabía tanto. Dije que todo me fue enseñado por mi Maestro. Estuvieron muy tranquilas toda la noche y durmieron profundamente. Los guardias se dieron cuenta y se les permitió estar en mi celda.

Un guardia me dijo que las disciplinase. Llevé a las niñas a la limpieza y les enseñé a doblar mantas. Cuando sentían frío, las pedí que se sentaran en círculo, que recitaran y dijeran "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Pronto se sintieron abrigadas.

Una tarde una de ellas fue a reunirse con un visitante, y regresó con un cigarrillo de cannabis que este le había regalado. Tres de las chicas se reunieron a su alrededor.

"¿Qué están haciendo?", les pregunté con voz firme y les ordené que tiraran las drogas al inodoro. Al principio dudaron, pero la del cigarrillo lo tiró.

Les dije que recitaran "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno" a menudo para superar su adicción a las drogas.

Ayudé a cinco de ellas a abandonar las organizaciones del PCCh.

Les enseñé algunas canciones compuestas por practicantes de Dafa, y trataron de imitarme mientras hacía los ejercicios. Las reclusas jóvenes tuvieron un mejor entendimiento de Falun Dafa y mejoraron su comportamiento. Los guardias se sorprendían y me miraban con admiración.

El centro de detención recibió llamadas telefónicas internacionales exigiendo mi liberación. Bajo la protección del Maestro, regresé a casa seis días antes.

Una mujer maltratada se calma

Mientras hablaba con alguien en una estación de tren sobre Falun Dafa, vi a una mujer de mediana edad llorando en la taquilla. Me acerqué y le pregunté qué le pasaba.

Fuimos a un lugar tranquilo cerca para hablar. Me dijo que había sido golpeada por su marido y su hermano, y que se dirigía al pueblo de sus padres para reunir apoyo para defenderse.

"No pelees más", dije. "No importa quién esté herido, la pérdida solo crecerá".

Dijo que no podía tolerar el maltrato.

"Es bueno soportar la adversidad", respondí. "Al resistir, eliminas tu yeli (karma). De lo contrario, puedes sufrir pérdidas mayores. Aprendí de las enseñanzas de Falun Dafa, y todas mis enfermedades desaparecieron. Ahora, me siento feliz y sé que debo aguantar cuando hay conflictos".

"¡Eres tan buena persona!", dijo ella, mientras empezaba a calmarse. Su enojo desapareció y me estrechó la mano.

Le dije que Falun Dafa enseña a la gente a ser buena. La ayudé a abandonar los jóvenes pioneros, una organización del PCCh a la que se había unido en el pasado, y le di un amuleto de Dafa.

Me agradeció sinceramente y repitió las palabras: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia- Tolerancia es bueno".