(Minghui.org) En el otoño de hace unos años, fui arrestada por agentes de la policía local y encerrada ilegalmente en un centro de detención por mi creencia en Falun Dafa, una práctica espiritual basada en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia perseguida por el régimen comunista chino desde 1999.

Más de 20 personas, a veces hasta 29 personas, estaban amontonadas en mi celda. Había 4 o 5 reclusas en cada cama de tablas que medía 1,5 por 2 metros. Todas tenían que dormir de lado, empacadas como sardinas. Si tenías que usar el baño en medio de la noche, no podías volver a tu espacio donde dormías sin la ayuda de las guardias. Tenían que empujar a la fuerza 2 cuerpos a un lado para crear un pequeño hueco para que te apretujaras.

La mayoría de las reclusas eran drogadictas, traficantes de drogas o prostitutas de entre 20 y 30 años. Eran un grupo bastante desagradable y retorcido que usaban lenguaje obsceno, generaban conflictos y peleaban por las cosas más pequeñas, como una pulgada extra de espacio para dormir o un panecillo extra al vapor. Fingían amabilidad para ganarse el favor de la líder de la celda, pero eran extremadamente desagradables entre sí con sus burlas y sarcasmo, y a veces estallaban peleas. Lo que había presenciado era una muestra del lado más feo y malévolo de la humanidad.

Yo era una excelente estudiante en la escuela y una profesional respetable en el trabajo. La mayoría de los miembros de mi familia o de mi círculo social son profesores, médicos u otras profesiones similares, por lo que rara vez me mezclé con personas que trabajaban en profesiones menos respetables. Por supuesto, después de que comencé a practicar Falun Dafa, me mezclé mayormente con compañeros de práctica que eran personas virtuosas, amables y consideradas. Naturalmente, fue una gran conmoción para mí el haber aterrizado en ese vil ambiente de la celda de la prisión.

"El cuerpo yace en prisión –no se aflijan, no estén tristes
Con pensamientos rectos y acciones rectas, el Fa está presente
Reflexionen calmadamente acerca de cuántos apegos tienen
En cuanto se deshagan de la mentalidad humana, el mal naturalmente desaparecerá"
(No estén tristes, Hong Yin (II))

Las palabras del Maestro despertaron a la discípula de Dafa en mí: lo que tenía que hacer era deshacerme de mis pensamientos humanos, enviar pensamientos rectos para eliminar todos los elementos malignos y aclarar la verdad sobre Dafa para salvar a la gente.

Aproveché todas las oportunidades para acercarme a las otras presas conociendo sus antecedentes y cómo terminaron en la cárcel. Descubrí que estas jóvenes eran invariablemente un producto de una sociedad que había salido mal como resultado de la moralidad declinante. A pesar de ello, descubrí que todavía conservaban esa bondad innata que tenemos todos nosotros. Me encargué de contarles sobre Falun Dafa a través de mi propia experiencia, para ayudarles a entender lo correcto y lo incorrecto y explicarles la importancia de renunciar al partido comunista chino (PCCh) y sus organizaciones afiliadas. Generalmente, ellas eran muy receptivas a mis consejos.

Desde mi llegada a la celda, la líder de la celda siempre me había hecho todo tipo de preguntas, tales como cuál era mi nombre, mi edad, la causa de mi encarcelamiento y si yo sufría de alguna enfermedad contagiosa. Se sorprendió al saber que yo terminé allí porque practicaba Falun Dafa. Le dije que yo solía sufrir de Hepatitis B pero que había quedado completamente curada desde que empecé a practicar Falun Dafa. Pero ella pareció no estar convencida y dijo que de ahora en adelante debía estar aislada de las demás.

Desde entonces, fui condenada al ostracismo. Mis cosas se mantuvieron separadas de las de las otras internas. Yo era la última persona a quien se le servía la comida y a menudo solo recibía el último tazón de sopa. Solo se me permitía una pequeña ración de agua hervida diariamente y mi tiempo de ducha se limitaba a 3 o 4 minutos mientras que las demás tenían 5 minutos completos.

Aún así, no me conmovía y siempre tenía una sonrisa en mi rostro. Noté que las jóvenes internas no podían acostumbrarse a comer los panecillos de harina de maíz al vapor, así que guardé mis panecillos de harina de trigo al vapor para ellas, si me daban alguno. El agua caliente era bastante escasa, así que me lavé el cuerpo y el pelo con agua fría y guardé el agua caliente para las demás. Cuando alguien se sentía emocionada o deprimida después de su sesión de interrogatorio, hacía todo lo posible por consolarla y calmarla.

Un día, a los 20 días de mi detención, la líder de la celda anunció: "La he estado observando. No está enferma en absoluto y, además, nunca se ha quejado. El aislamiento que se le impuso queda anulado". Sonreí como siempre y le di las gracias.

Me convertí en la tercera persona que se sirve a la hora de la comida, detrás del líder de la celda y la segunda líder. Mi plato estaba generalmente lleno hasta más de la mitad; tuve que pedir que me dieran menos para que otros pudieran tener más.

Unos días después, mientras regañaba a las drogadictas por pelear, la líder de la celda dijo: "¡Mírense, miren sus despreciables payasadas! Mis respetos van para la persona de Falun Gong aquí presente. Mírenla, ¡qué elegante y agraciada señora! Nunca se peleó por nada y siempre es muy considerada con las demás, no como ustedes...".

Había estado detenida ilegalmente durante 34 días cuando un abogado nombrado por mi familia vino a verme. Mi abogado ya había ido a la comisaría para conocer mi situación. Me dijo que la oficina local 610 ya me había designado como una líder de Falun Dafa y dijeron que no había sido muy cooperativa. Mi abogado me advirtió que me preparara para las malas noticias ya que podrían autorizar mi arresto, que sería seguido por una sentencia de prisión.

El día después de que mi abogado me visitó, me sacaron de mi celda para ser examinada por los procuradores. Dos de ellos me esperaban en la sala de interrogatorios, parecían tener unos 30 años. Sentí un poco de tristeza cuando vi los dos rostros jóvenes, pero tensos. Ellos han sido manipulados y usados por el PCCh para perseguir a Falun Dafa, sin embargo, no se dieron cuenta de las consecuencias de sus propias acciones. ¡Qué tristeza! Cada uno tendría sus propios padres, esposa e hijos, lo que significaba que en total 2 familias estarían implicadas. ¡Yo tenía que contarles los hechos sobre Falun Dafa y salvarlos!

Sentí que el Maestro estaba allí dándome fuerza porque mi corazón estaba lleno de compasión. En ese momento, me olvidé de mi propia situación, de mi inminente arresto, de la sentencia de prisión y de todo lo demás. Me senté tranquilamente, levanté mi cabeza hacia los dos jóvenes y encontré que sus expresiones faciales se suavizaban y una sonrisa amistosa se asentaba lentamente en sus rostros.

Después de preguntar mi nombre, edad y otros detalles personales, uno de ellos me preguntó: "¿De dónde sacaste ese divino retrato del Gran Maestro Li Hongzhi? Me quedé atónita pero respondí alegremente: "Oh sí. Es de hecho el Gran Maestro Li Hongzhi. Hace años, todos los retratos divinos del Maestro y los libros de Falun Dafa fueron publicados oficialmente y las publicaciones fueron vendidas en cantidades masivas".

Después de romper el hielo, pasé a aclararles la verdad. Les expliqué que la gente que sabe la verdad se estaba separando del PCCh, y que muchos funcionarios de la procuraduría y el poder judicial a nivel provincial se estaban absteniendo de involucrarse; algunos agentes de policía solo cumplían órdenes de manera indirecta y dejaron de participar activamente en la persecución a los practicantes de Falun Dafa porque querían salvarse de caer con el PCCh. Los insté a abstenerse de participar en la persecución para salvarse a ellos mismos y a sus jóvenes familias de las graves consecuencias.

El llamado 'examen' terminó cuando ambos se pusieron de pie mientras sonreían.

En la noche del día 36 de mi detención, fui liberada porque los procuradores habían descartado el arresto de mi caso. Me mantuve serena y tranquila cuando escuché la noticia de mi liberación, pero en mi corazón di gracias al Maestro y me alegré al saber que esos dos jóvenes procuradores habían tomado la decisión correcta para ellos.