(Minghui.org) Tengo un marido cariñoso y dos hermosas hijas. Somos una familia feliz. Mucha gente me envidia. Sin embargo, en el fondo, sentía un vacío y un deseo de algo.

Pocos días después de la boda de mi hija mayor en abril de 2015, mientras estaba sentada en su habitación, me sentí envuelta por la oscuridad. Estaba débil y no podía moverme. El vacío y la duda llenaron mi mente. Las lágrimas rodaban por mis mejillas. Me sumergí en la depresión.

Los días siguientes fueron agonizantes. Los pensamientos de desesperación me atormentaban. Los tratamientos médicos no ayudaron. Perdí más de cinco kilos. Mi situación afectó a toda mi familia.

Un rayo de esperanza

Una mañana de 2015, mientras estaba fuera, vi una pancarta de Falun Dafa y me detuve a leer los volantes. Pensé que la práctica era muy interesante. Regresé al día siguiente y me quedé un buen rato escuchando la música de los ejercicios de Falun Dafa. Desafortunadamente no empecé a practicar en ese momento.

Pasaron dos años. Un día después de mi clase de yoga, alguien del grupo mencionó que iba a una clase de Falun Dafa. Le dije que me gustaría ir. Al día siguiente empecé a practicar Falun Dafa.

Al principio solo hice los ejercicios. Como nadie se quedó después de los ejercicios, tenía muchas preguntas sin respuesta. También me resultó difícil cambiarme según las enseñanzas de Zhuan Falun. Como estaba en una severa depresión, no podía concentrarme en el Fa. A pesar de que mi mente seguía siendo caótica con los pensamientos cotidianos, seguí yendo a los ejercicios matutinos.

Un día, sentí algo girando entre mis brazos cuando estaba haciendo el ejercicio de pie. Más tarde supe que el Maestro Li estaba limpiando mi cuerpo.

Unos meses después, mi mente comenzó a relajarse lentamente durante los ejercicios. Al estudiar las enseñanzas entendí por qué me sentía así. Mi estado de ánimo y mi sueño mejoraron.

Diez meses después de que empecé a practicar Falun Dafa, aparecieron unos sarpullidos rojos en mis piernas. El pus amarillo brotaba de los sarpullidos. Me despertaba todas las mañanas con las piernas tan hinchadas y doloridas que me costaba mucho trabajo estar de pie. Envolví mis piernas en vendas y fui a hacer los ejercicios por la mañana. Sabía que así era como mi cuerpo estaba eliminando el yeli (karma).

Mi familia me aconsejó que fuera a un hospital. Le expliqué que esto era normal durante la cultivación. Me tomó siete meses para que mis piernas sanaran completamente. Aprendí que en la cultivación, situaciones como esta no son enfermedades. Pude mantener mi fe en el Fa y no fui al hospital.

La recuperación de mis piernas convenció a mi familia de que Falun Dafa es asombroso. Ellos me apoyaron en mi práctica. Aunque el Maestro limpiaba constantemente mi cuerpo, todavía había un nudo en lo más profundo de mí. Esto me hacía sentir incómoda y deprimida.

Un día, mientras hacía los ejercicios, me sentí envuelta en una energía cálida. Fue una sensación muy confortable. Ya no me sentía deprimida. No puedo imaginarme cómo habría sido mi vida si no me hubiera encontrado con Dafa. Quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi más profunda gratitud al Maestro.

Cumpliendo con el ejercicio matutino

He estado haciendo los ejercicios a diario por la mañana porque es parte de mi cultivación.

Soy muy tímida, así que normalmente estoy nerviosa cuando estoy afuera. Todo mi nerviosismo se va cuando veo la bandera de Falun Dafa en el sitio de práctica. Llegar al lugar temprano en las mañanas de invierno es difícil porque está oscuro y hace frío.

Admiro especialmente a una practicante mayor. Ella cuelga en silencio las pancartas y prepara los volantes al amanecer todos los días. Un día, se sentó a meditar en la posición de loto con las dos piernas cruzadas. Deseaba tanto poder meditar durante una hora entera con ella. Yo aún no estaba haciendo la meditación sentada por aquel entonces.

Cuando tuve el sarpullido en las piernas, una practicante me sugirió que hiciéramos el ejercicio de meditación sentada juntas. Sabía que tenía que mantener las piernas cruzadas, pero por lo general me daba por vencida debido al dolor. Admiro a los practicantes que son capaces de mediar con tanta serenidad.

Comencé a hacer la meditación sentada con la practicante anciana. A veces solo éramos nosotras dos. De vez en cuando ella tenía que irse temprano. Yo también pensé en irme temprano, pero seguí hasta que la música se detuvo. Sabía que el Fashen del Maestro (cuerpo de Fa) y el Falun (rueda del Fa) me estaban protegiendo.

Fui al sitio de ejercicios matutinos incluso cuando estaba cansada o no me sentía bien. Después de hacer los ejercicios siempre me sentí mejor y mi mente estaba despejada. Hacer los ejercicios es la mejor manera de recuperar nuestra salud.

¿Han ustedes pensado en el hecho de que la práctica de cultivación es la mejor forma de descansar? Ustedes pueden obtener la clase de descanso que no pueden lograr por medio de dormir. Nadie diría: “Mi práctica me está causando tanto cansancio que no puedo hacer nada hoy” (Exponiendo el Fa en el primer Fahui de Norteamérica).

Eliminando mis apegos

Una practicante veterana me ayudó con los ejercicios y a obtener los libros de las enseñanzas del Maestro. Ella me sugirió que me uniera al equipo de tambores a la cintura. Nunca antes había tocado el tambor y no tenía ningún interés en él. Pero a pesar de ello, seguí adelante y realmente lo disfruté.

Pronto esta practicante se convirtió en la coordinadora del equipo de tambores a la cintura. Me pidió que la ayudara a comprar el nuevo equipo. Sabía que no era un trabajo fácil, pero no podía negarme. Pensé: Ella es de china, debo ayudarla de la mejor manera que pueda.

El equipo era viejo y necesitaba ser reemplazado. Esto resultó más complicado de lo que había imaginado. Ciertos componentes tuvieron que ser pedidos especialmente a diferentes proveedores en Taiwán. Lo que se podía conseguir en Corea del Sur se tenía que comprar en persona. A veces tenía que hacer las compras directamente al fabricante.

A medida que más gente se unió al equipo de tambores, empezaron a aparecer errores de compra que complicaron aún más mi trabajo. La coordinadora y yo tenemos diferentes estilos de hacer las cosas y procedemos de diferentes orígenes culturales, lo que nos llevó a la fricción. Las dos sentíamos la presión. Nuestra aversión mutua era obvia por nuestras expresiones faciales e interacciones. Me quejé de la situación: Estaba tan ocupada que no tuve tiempo de estudiar el Fa. Nos distanciamos aún más.

La coordinadora cambió la posición de los integrantes del equipo de tambores la noche antes de una presentación en público. No entendía su decisión, ya que cambiar nuestra posición en el último minuto podía causar errores durante la actuación.

A la mañana siguiente, la coordinadora reorganizó de nuevo al equipo de tambores. Estaba muy irritada. Era claramente una prueba de xinxing, pero aun así era insoportable para mí. El evento fue un éxito y me alegré de que saliera bien. Después renuncié al equipo de tambores.

Fue muy incómodo ver a la coordinadora del equipo de tambores en el lugar de la práctica. Creí que su frialdad era por viejos rencores hacia mí. Por lo que me enconraba muy molesta.

Unos días después, me uní a varios practicantes para almorzar. Empezaron a hablar del equipo de tambores. Mi enojo se apoderó de mí y dije algunas cosas. Rápidamente terminé de comer y me fui del restaurante. Más tarde me sentí muy arrepentida de haber arruinado el almuerzo de los otros practicantes ese día.

Al día siguiente, se publicó la última conferencia del Maestro en Nueva York. El Maestro dijo:

“Mientras tanto, cuando los chinos continentales hacen algo, quieren hacer cualquier cosa hasta lo más extremo, lo máximo, hasta el fondo, todos tienen ese tipo de actitud. Ese no es el estado normal del hombre, por eso llevando este tipo de pensamiento, comportamiento, en las sociedades internacionales causarán la antipatía de la gente de la sociedad internacional… Ese hábito que fue nutrido en China continental, sea escribir un artículo, hacer algo, siempre quieren llegar al fondo. Esa manera, ese tipo de pensamientos, realmente hace que las sociedades internacionales no lo puedan soportar” (Fahui de Nueva York 2019).

Cuando leí estas palabras, me sentí justificada y que la coordinadora era la culpable de nuestro conflicto. Al seguir leyendo, me di cuenta de que estaba equivocada. El Maestro también dijo:

“Entre una persona y otra, aun si se encuentran con las peores cosas, hay que mirarlas desde el lado positivo. “Oh, este asunto es bueno para que me eleve”. Cuando se encuentra con conflictos, no se culpa a nadie, primero hay que buscar en sí mismo. Siendo un cultivador, si no puedes nutrir este tipo de hábito, si no puedes mirar el problema de manera opuesta a la de los humanos, estarás para siempre entre los humanos, por lo menos, en ese paso que no has dado bien, estás entre los humanos” (Fahui de Nueva York 2019).

Las palabras del Maestro estaban dirigidas a mí. Fue entonces cuando cambié de enfocarme en los defectos de los demás a buscar dentro de mí.

La coordinadora y yo nos volvimos a encontrar. Hablamos de la nueva conferencia del Maestro y reconciliamos nuestras diferencias. Creemos que el Maestro dispuso que nos encontráramos para que las dos pudiéramos mejorar en nuestra cultivación. Ahora nos respetamos mutuamente.

Gracias, Maestro. Gracias, compañeros practicantes.

(Presentado en la Conferencia del Fa de Corea 2019)