(Minghui.org) En Jilin es donde la persecución es más severa, sin embargo, hay policías que protegen a los practicantes de Falun Dafa.

Oficial de policía protege a una practicante durante su arresto y la ayuda en el hospital

La comisaría de policía donde vivo en la provincia de Jilin participó activamente en la persecución a los practicantes de Falun Dafa. Todavía recuerdo una mañana, hace unos diez años, cuando el subdirector de la estación y otros oficiales se presentaron en mi departamento para arrestarme.

Antes de que llegaran, dos oficiales enviados antes ya estaban dentro observándome. Uno de ellos, Wu Di (alias), tenía unos 40 años. Era la primera vez que venía a mi departamento.

En ese momento, había un cartel en mi puerta. El titulo decía: "Fo Fa es infinito" y se leía: "La luz del fo ilumina la tierra de China, el Señor Fo salva exhaustivamente a los descendientes chinos".

Cuando el otro oficial estaba registrando mi habitación, Wu preguntó: "¿Quién escribió el cartel en tu puerta?". Le dije que mi marido. Conmovido por lo que decía el cartel, me susurró para que organizara mis cosas. Inmediatamente entendí lo que quería decir y escondí mi computadora y los materiales de Falun Dafa.

Entonces el subdirector y otros llegaron y saquearon mi apartamento. Vi a Wu en cuclillas en el suelo como si estuviera buscando algo. Me ayudó a esconder los cables de la computadora para que nadie pudiera verlos.

Al final solo encontraron unos pocos DVDs, pero aún así fui arrestada ilegalmente. Cuando el vicedirector me llevó a un hospital para un examen físico, Wu habló primero con el médico. Ambos me miraron con simpatía. Resultó que mi presión arterial era demasiado alta y el campo de trabajo no me aceptó.

Esa tarde, Wu notificó a mi familia que viniera a llevarme a casa. Realmente valoré su ayuda.

No conocía a Wu en absoluto, pero se arriesgó tanto para ayudarme porque respetaba sinceramente a Falun Dafa. Nunca lo he olvidado.

Un jefe de la policía es comprensivo

En 2002, dos practicantes de la provincia de Jilin fueron a las aldeas para distribuir materiales de aclaración de la verdad. Fueron denunciadas y detenidas en la comisaría de policía local.

Al día siguiente, fueron llevadas al centro de detención local, y un mes después, fueron enviadas a un campo de trabajos forzados. Sin embargo, el campo de trabajos forzados se negó a aceptar a una de ellas debido a su presión arterial alta. La otra tenía un problema cardíaco, pero los funcionarios del campo de trabajo aún no habían decidido qué hacer con ella.

Mientras la practicante con un problema cardíaco esperaba sus papeles, habló con el jefe de policía que los había llevado al campo de trabajos forzados. "Ya que usted es el jefe, ¿qué tal si habla con ellos y me libera a mí también?", dijo.

Para su sorpresa, el jefe estuvo de acuerdo. Subió a hablar con los oficiales del campo de trabajo. Luego les dijo a los oficiales que trajeran a los dos practicantes de vuelta a la camioneta.

Cuando la camioneta estaba a punto de salir del campo de trabajo, el jefe detuvo la camioneta, pues estaba preocupado de que las dos practicantes pudieran ser acosadas posteriormente por el personal del campo de trabajo forzado. Así que regresó a la oficina y recuperó sus papeles.