(Minghui.org) Soy un practicante de Falun Dafa de 70 años que comenzó a cultivarse en 2003. Antes de empezar a practicar, padecía una grave hernia discal lumbar. No podía permanecer acostado, ni sentado. Cuando empeoró, solo podía arrodillarme o descansar apoyando mi estómago en las ventanas. Era doloroso más allá de las palabras. También sufría hipertensión, problemas cardíacos, espondilosis cervical y artritis reumatoide.

Dos días después de empezar a practicar, sufrí diarrea durante tres días. El Maestro limpió mi cuerpo, y todas mis enfermedades desaparecieron. Me emocioné tras comprobar los sorprendentes efectos curativos de Dafa, y al constatar el hecho de que finalmente había encontrado el verdadero Fa. ¡Decidí cultivarme hasta el final!

Un día, de regreso a casa después de terminar de repartir materiales de clarificación de la verdad, en una intersección, terminé cayéndome al suelo después de frenar demasiado fuerte con mi bicicleta. Cuando conseguí sentarme, oí un repentino crujido y sentí que los huesos de mi espalda se habían fracturado. Inmediatamente, empecé a sentir un dolor tremendo.

Pero no entré en pánico, pensé: "Estoy bien. Soy un practicante". Entonces le rogué al Maestro Li que me ayudara a levantarme. Intenté ponerme de pie tres veces pero fallé las tres. La cuarta vez le pedí al Maestro que me diera fuerzas otra vez, y pude levantarme y subirme a mi bicicleta para regresar a casa. Fue un viaje muy largo. Después de llegar a mi edificio de apartamentos, me las arreglé para llegar hasta mi unidad del cuarto piso. Tan pronto como crucé el umbral, me resultó imposible moverme.

Al día siguiente se celebraba nuestro estudio del Fa grupal. Les informé a los practicantes que no podría asistir al estudio y les expliqué la razón. Después, comenzaron a enviar pensamientos rectos para mí. Un practicante incluso vino a mi casa para ayudarme con mis actividades diarias.

Mi hijo que trabaja para el ejército regresó a casa por vacaciones, e insistió en llevarme al hospital. Le expliqué: "Los hospitales son para tratar a la gente común. Soy un practicante, una persona extraordinaria. ¿Podría un hospital tratarme realmente?".

Le pedí que se lo tomara con calma, que me pondría bien. Sin embargo, no me escuchó y me rogó aún con más fuerza que fuera al hospital. No podía entender cómo iba a curarme sin recibir ningún tratamiento. Le contesté que no iría.

Cuando vio que estaba decidido a no ir, empezó a perder los estribos y a tirar cosas. Pero no me conmoví. Silenciosamente me limité a enviar pensamientos rectos. Luego llamó a mis hermanos para que me intentaran convencer de que fuera al hospital. También me dijo que solo cuando me hubiera restablecido, volvería al ejército. Permanecí impasible.

Al día siguiente, el noveno día desde que me lesioné la espalda, también era el día en que tenía que ir a recoger los materiales de aclaración de la verdad a la casa de otro practicante. En aquel momento, me costaba mucho ponerme y quitarme la ropa, y apenas podía dormir por la noche. Había estado enviando pensamientos rectos y rogando al Maestro que me ayudara a fortalecerme. En el fondo, ¡estaba decidido a pasar esta prueba!

Me levanté muy temprano al día siguiente y le dije a mi hijo que iba a salir. Inmediatamente se agitó y respondió: "¡Qué testarudo eres! Si vas a ir al condado, ¿qué te parece si te llevo?".

Me negué. Y cuando se ofreció a acompañarme a bajar, me negué de nuevo.

Me subí a mi bicicleta y me fui. Cada vez que la carretera estaba un poco mal pavimentada, sentía dolor. Así que recitaba:

"Difícil de soportar, se puede soportar; difícil de hacer, se puede hacer" (Zhuan Falun).

Con el poder del Maestro, llegué a la casa del otro practicante. Cuando me vio llegar, se emocionó mucho. Afirmó que yo había dado un gran paso. Cuando me preguntó qué quería esta vez, le respondí: "Hagamos las cosas como de costumbre". Regresé a casa después de eso. Cuando mi hijo me vio, no dijo nada, y al día siguiente regresó al ejército silenciosamente.

Después de que mi espalda sanó, mi cuerpo pasó por una gran transformación. En el pasado, cuando hacía la meditación sentada, mi pierna izquierda siempre se deslizaba hacia abajo, y tenía que usar una bufanda para mantener la pierna en su lugar. Este problema ha desaparecido. Ahora puedo sentarme por 80 minutos y hacer la meditación sentada seguida del envío pensamientos rectos.

Cuando me lesioné la espalda por primera vez, sentía que era importante hacer los ejercicios. Aunque al principio sufrí dificultades para inclinarme, mientras hacía el cuarto juego de ejercicios, lo superé. Creo que el Maestro vio mi firme fe en Dafa, así que me ayudó a eliminar las sustancias malas y mi espalda sanó completamente.