(Minghui.org) La palabra "compasión" o "misericordia" con frecuencia se usa al hablar de los cultivadores. A menudo escuchamos a la gente decir "Guanyin, la más misericordiosa", "la compasión sin límites del Fo", y así. La compasión es un rasgo de carácter, un estado desinteresado de la mente, perfeccionado poco a poco mientras estamos en nuestra vida cotidiana. No es algo que uno pueda obtener a la ligera en un período corto de tiempo.

La bondad es una forma de compasión, tal como sentir pena por los que sufren, persuadir a los malvados para que dejen de hacer cosas malas, ofrecer una mano amiga a alguien que la necesita. La compasión también expresa sinceridad: solo al ser puro de corazón se puede conmover e incidir en las personas. Una persona compasiva también tiene una mente tolerante y no se enojará aun al ser lastimada. Emocionalmente es imparcial, tolerante y capaz de conciliar todas las cosas. Por lo tanto, en la compasión, hay verdad, benevolencia y tolerancia. Por otra parte, cultivar la verdad, la benevolencia y la tolerancia, también puede desarrollar compasión.

Un relato de Fo Milarepa puede darnos una visión.

Un día en el tiempo en que Milarepa estaba meditando en la cueva Roca Blanca del Diente de Caballo, un grupo de cazadores que no había tenido suerte en la caza, llegó a la cueva con sus perros. Cuando vieron a Milarepa, exclamaron: "¿Eres un hombre o un fantasma? ¿Por qué es verde tu piel?".

"Soy un hombre", respondió Milarepa. "Mi piel es verde porque he estado comiendo ortigas durante mucho tiempo".

"¿Dónde está tu comida?", le pidieron. "Dánosla. Te pagaremos más tarde. Si te niegas, te mataremos”. Los cazadores miraron en toda la cueva y amenazaron a Milarepa.

"Solo tengo ortigas", les dijo Milarepa. "Aún si tuviera algo, no tendría necesidad de esconderlo, porque entiendo que las personas solamente proporcionan alimento a los cultivadores y no les roban su comida".

"¿Qué pasaría si te levantáramos?", preguntó uno de los cazadores.

"Eso podría traerte una bendición", dijo Milarepa.

"¡Bien, déjame levantarte!", rió uno de los cazadores. Levantó a Milarepa del suelo y luego lo dejó caer. Le hicieron esto a Milarepa una y otra vez y le causaron un dolor enorme. A pesar que lo maltrataron de esta manera, sintió una pena inigualable por ellos y lloró.

Uno de los cazadores, que se sentó al lado y no lo lastimó les dijo a los demás: "¡Esperen! Este hombre parece ser un verdadero cultivador. Y aunque no lo fuera, no están probando su hombría acosando a tal bolsa de huesos. No es su culpa que tengamos hambre. Dejen de lastimarlo".

Después se volvió hacia Milarepa y le dijo: "Eres un gran cultivador. Te admiro. Ya que no te he atormentado, por favor ponme bajo la protección de tu práctica".

El que tiranizó a Milarepa dijo: "Te he levantado de arriba abajo, así que también deberías protegerme". Con estas palabras, se echó a reír y se fue.

Durante toda la terrible ordalía, Milarepa no pensó siquiera en utilizar la hechicería para castigar a los cazadores que le hicieron daño. En cambio, tuvo compasión y se apiadó de ellos. ¡Qué amplio y tolerante era! Sin embargo, los cazadores que lo acosaron pagaron las consecuencias por otro asunto. El líder fue sentenciado a muerte y el otro fue castigado severamente. El que trató de evitar que no lo lastimaran no sufrió daños.

Esta historia nos dice que aquellos que dañan a los cultivadores, en última instancia pagarán las consecuencias y se harán daño. Solo siendo benevolentes, haciendo cosas buenas y sin dejarse mover por los propios sentimientos, podemos tener un buen futuro. La compasión no es algo que surje solo cuando los demás son amables contigo, sino una forma de amor inmenso y un estado mental eterno.

Por supuesto, como personas comunes, es posible que no entendamos lo más profundo de la compasión. Me gustaría que nos preguntemos: "¿Qué tan bien entendemos la bondad y la compasión? ¿Qué tan amables y compasivos hemos sido?".