(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Gong de mediana edad que comenzó a cultivarse en 1996. Mi cultivación no ha transcurrido bien. Describiré cómo me liberé de los apegos a ver la televisión por Internet y a participar en las redes sociales.

Espero que aquellos practicantes que se encuentren en situaciones similares aprendan de mi experiencia.

A finales del año pasado empecé a memorizar el Fa junto con los miembros de mi grupo de estudio local. Empezamos memorizando y recitando poemas de Hong Yin y artículos del libro Escrituras esenciales para mayor avance. Continuamos recitando una sección del libro Zhuan Falun que memorizábamos, por nuestra cuenta, durante la semana. Después de recitar el Fa de memoria leíamos juntos Zhuan Falun.

Al principio, encontramos muchos problemas. Algunos de nosotros cometíamos muchos errores al recitar Zhuan Falun. Algunos no encontraban el tiempo para memorizar las partes del libro que se le asignaban. Algunos solo lograban memorizar un segmento corto a la semana. Otros cuando recitaban de memoria párrafos largos, se olvidaban de algunas frases.

Por mi parte, solía cometer muchos errores cuando recitaba de memoria el Fa. En una ocasión, me equivoqué en cada frase que recité. Los compañeros practicantes no sabían qué más hacer conmigo. Algunos incluso empezaron a formarse una opinión negativa de mí. Había sentido mucho presión mientras recitaba, así que decidí intentarlo de nuevo y... No cometí ningún fallo. ¡Todos suspiraron aliviados!

Posteriormente salí de la ciudad con mi madre para celebrar su cumpleaños en casa de mi hermana, donde pasaríamos algunos días. Me amoldaba a los planes familiares porque quería que me vieran como a una persona filial.

Me di cuenta de que era incapaz de encontrar la tranquilidad en este nuevo entorno. Comencé a aflojar en mi cultivación y a ver telenovelas en la televisión. Incluso empecé a discutir con mi madre.

Recordé que había ido a reunirme con ella porque sentía cierta preocupación, sin embargo, había acabado dejando de ser diligente en mi cultivación. Como no miré hacia adentro, no encontré el sentimentalismo que sentía hacia mi madre. En ese momento, solo invertía un poco de mi tiempo en memorizar el Fa.

El otoño pasado en China, la policía incrementó el acoso a los practicantes de Falun Dafa por todo el país. Como no pudieron encontrarme, empezaron a llamar reiteradamente a mis familiares. Aunque se quejaron un poco por las molestias, me protegieron de la policía.

A mi hermana le preocupaba y le disgustaba el hecho de que mi madre le contaba la verdad sobre Falun Dafa a todo aquel con el que se encontraba. Entonces le recordé a mi madre que debía ser cautelosa bajo este ambiente opresivo de la persecución. Acto seguido, sentí que me había equivocado al aconsejarle aquello. Era mi madre quien llevaba la razón. Mi noción pertenecía a la gente común y corriente, y no era propia de una practicante de Falun Dafa

Cuando regresé a mi casa sentí una soledad indescriptible. No quería hacer nada. Solo quería quedarme postrada en la cama. Actué así durante un tiempo. Comencé a perder interés por el estudio del Fa y por los ejercicios. Solo quería sentarme con mi familia y ver telenovelas, ver los vídeos que me enviaban a través de WeChat o Baidu, y jugar con mi nieta. ¡Me convertí casi en una persona normal!

Al ver que mi madre no regresaba de casa de mi hermana, los compañeros practicantes empezaron a preocuparse por mi estado. Venían a mi casa para estudiar el Fa, enviar pensamientos rectos y practicar los ejercicios conmigo. Mi estado era bueno cuando estaba con ellos, pero sucumbía a las tentaciones de la red tan pronto como se marchaban. A veces incluso descargaba y leía los libros en los que se basaban algunas telenovelas.

Me comporté así durante dos meses. Cuando mi madre finalmente regresó a casa, los practicantes locales suspiraron aliviados. Mamá compartió lo que pensaba de aquel comportamiento mío. Entonces decidí cambiar.

Un día, le dije a mi madre que quería dejar de depender de ella y de los demás practicantes. Prometí que superaría el problema por mi cuenta.

Me mudé a una casa vacía cerca de la mía, que no tenía Internet. Al principio, no pretendía dejarlo de golpe. Llevé una novela que había descargado de la web. Pero entonces pensé que debía comportarme de forma diligente si quería cambiar realmente. Borré la novela inmediatamente y me empleé a fondo memorizando el Fa, haciendo los ejercicios y enviando pensamientos rectos. Empecé a comportarme con normalidad una semana después. Ahora, memorizar el Fa me resulta mucho más fácil.

Deseo recordar a mis compañeros practicantes, especialmente a aquellos que son de mediana edad o más jóvenes, que no deben dejarse llevar por las cosas que ofrece la web. Es como un calabozo demoníaco, es difícil salir una vez que estás dentro.

Ahora, los practicantes de nuestro grupo local de estudio están cada vez más activos memorizando el Fa. Creemos que mejora nuestra comprensión de los principios. Espero que más practicantes empiecen a memorizar el Fa.