(Minghui.org) Soy una joven practicante de Falun Dafa. Comencé a estudiar Falun Dafa en 2012, pero no empecé a cultivarme diligentemente hasta diciembre de 2015.

Mis abuelos comenzaron a practicar Falun Dafa antes de que empezara la persecución en 1999. Crecí viéndolos practicar los ejercicios de Falun Dafa. Aunque era muy pequeña en aquel momento, sabía que Falun Dafa era bueno.

Mi abuela me regaló un ejemplar de Zhuan Falun y me dijo que era un libro de un valor incalculable. Pero cuando leía el libro, no podía comprender nada, sin importar cuánto lo estudiara. Mi padre, sin embargo, cuando encontró el libro lo rompió. Debido a la persecución que sufría Falun Dafa a manos del régimen chino, se volvió asustadizo y me prohibió practicar.

Acabé olvidándome de la práctica y me sumergí de lleno en mis estudios para intentar entrar en una buena universidad. En la facultad me alejé mucho de los principios de “Verdad, Benevolencia, Tolerancia”. Estaba apegada a mi búsqueda de fama y amor, volviéndome cada vez más egoísta y haciendo gala de mi mal temperamento. Pero sin importar cuán malo se volviera mi entorno o cuán desesperada me sintiera, siempre sentí que había algo que me impedía cruzar una línea, empujándome con fuerza hacia atrás.

Atrapada en los deseos mundanos

Después de que le diagnosticaron cáncer a mi madre, las dos comenzamos a leer Zhuan Falun. El plan consistía en que yo le ayudaba a estudiarlo. Pero a medida que leía el libro y mantenía el contacto con otros compañeros practicantes, descubrí la belleza de Dafa. Empecé a comprender, gradualmente, las cosas que sucedían a mi alrededor en base al Fa, lo que me ayudó a eliminar mucha presión y sufrimiento emocional.

No tardaron en admitirme en un programa de postgrado de una universidad de otra ciudad al que me decidí a asistir. Esta decisión causó que acabara apartándome de mi camino de cultivación durante tres años y medio.

La emoción inicial de la cultivación desapareció paulatinamente, y el estudio diario del Fa empezó a volverse como una tarea. Con tantos apegos, no conseguía calmarme y estudiarlo. No sabía cómo cultivarme sólidamente. Me sentía atrapada en los deseos de las personas comunes. No disponía de un ambiente grupal como antes, donde podía compartir experiencias y compararme con otros practicantes para encontrar mis deficiencias. Perdí mucho tiempo.

Despertando a las verdades de Dafa

Luego de graduarme y volver a casa, mi abuela me contó que muchos practicantes de Falun Dafa habían demandado a Jiang Zemin, el exjefe del partido comunista que lanzó la persecución contra Falun Dafa. Con algo de preocupación por las represalias, presenté mi demanda contra el exlíder del régimen.

Al final del año, tres agentes de policía se presentaron en mi casa. Uno de los oficiales me preguntó si practicaba Falun Dafa. Cuando respondí que sí, saquearon mi casa.

Me quedé estupefacta. Aunque había oído hablar de las malas artes de la policía no supe qué hacer. Agarré mis libros de Dafa y los sostuve con fuerza. Un oficial dijo que necesitaba un ejemplar. No tuve fuertes pensamientos rectos y le di un libro. Luego me pidió más, pero me negué. Me quitó todos mis libros.

Después de que se fueron, me encontré mal y lloré. Llamé por teléfono a muchos practicantes. Que me apoyaran de una forma recta me ayudó a sobrepasar la prueba. Me dije que debía cultivarme sólidamente tras el incidente.

Al día siguiente estudié Falun Dafa "online", usando un software para romper el bloqueo de Internet. Era capaz de sentir la grandiosidad del Fa y entender sus principios, era algo que no había sido capaz de sentir antes. Ese día significó un nuevo comienzo para mí. Comencé a cultivarme verdaderamente.

Pasé 10 días estudiando el Fa para familiarizarme con los principios. Comprendí que demandar a los oficiales del partido era un derecho constitucional de cada ciudadano chino. Decidí ir a la comisaría a pedir que me devolvieran mis libros.

Entré en la estación de policía caminando sin miedo alguno. Afirmé que fue algo ilegal que saquearan mi casa y que quería mis libros de regreso. Pensé que finalmente habían accedido a mi demanda cuando me pidieron que los siguiera.

Detenida en el sótano y centro de detención de la comisaría de policía

Habían empleado un simple truco para detenerme ilegalmente en el sótano. Más tarde me llevaron a una celda donde escuchaba un llanto continuo acompañado de los pasos ansiosos de otras celdas. Solo pensé: “Maestro, este no es el lugar donde debo estar. ¡Me voy a casa hoy!”.

Me calmé, miré dentro y envié pensamientos rectos. Sentí que cada célula de mi cuerpo estaba agitándose. Sentí que el Maestro se encontraba a mi lado. En ese ambiente malvado, existían pensamientos negativos que, constantemente, intentaban acceder a mi mente. Supe que si mi corazón no permanecía recto, los pensamientos malos se ampliarían, y acabarían controlándome.

Me di cuenta de que la situación actual podía cambiar. Solo seguiría el arreglo del Maestro Li (el fundador de Falun Dafa).

La policía luego me transfirió a un centro de detención. Solicité ver a la persona al mando. Hablé con él sobre el saqueo ilegal. La policía no poseía ninguna orden de registro y yo tenía derecho a pedir que me devolvieran mis pertenencias.

Esperé mucho tiempo hasta que me condujeron fuera del centro de detención y me introdujeron en un automóvil de la policía. Me emocioné al pensar que me encontraba a salvo. Luego me enteré de que teníamos que volver a la estación de policía porque faltaba un documento. Mi corazón se hundió y mis piernas comenzaron a temblar de pavor. En cuanto hice el esfuerzo de fortalecer mis pensamientos rectos, todo mi miedo desapareció.

En el automóvil, una joven agente me dijo que me arruinarían la vida si me ingresaban en el centro de detención. Que no podría encontrar ningún trabajo que se preciara ya que tendría antecedentes penales. La escuché con tranquilidad y no me conmovieron sus palabras. Acto seguido, afirmé que me liberarían ese mismo día. Asintió mostrándome sus pulgares. En aquel momento, comprendí que aquello era una prueba.

Salí de la comisaría alrededor de la medianoche. Mi corazón se llenó de gratitud. No podría haberlo conseguido sin la protección del Maestro.

Hablando a la gente sobre Dafa

Fue difícil para mí empezar a hablar con la gente cara a cara sobre Dafa. Pero me decidí a hacer un gran avance a principios de 2017.

Quedé en salir con otras compañeras practicantes para hablar a la gente sobre Falun Dafa. Algunos se mostraban satisfechos al conocer los hechos, mientras que otros ponían a prueba nuestros corazones con palabras duras y miradas de reprobación.

En una ocasión, dos chicas se asustaron tanto que se alejaron antes de que habláramos de Dafa. Me sentí tan decepcionada y molesta que me marché a casa. Cuando llegué a casa, abrí un paquete que acababa de llegar. Había una pequeña tira dorada con las palabras “Nunca te rindas”. Me di cuenta de que era una señal para infundirme ánimo.

Perdía con frecuencia la oportunidad de hablar a la gente sobre Falun Dafa. Me enojaba tras mis intentos fallidos y me desesperaba. No lograba contener las lágrimas y comenzaba a llorar en mitad de la calle. Incluso continuaba llorando después de llegar a casa. Conocía la importancia de aclarar la verdad y despertar a la gente, pero no podía romper con mis apegos. ¡Me resultaba todo tan difícil!

Seguía saliendo con el resto de practicantes para aprender de ellos. Poco a poco, empecé a hablar con calma a la gente. Incluso logré ayudar a varias personas para que renunciaran al partido comunista chino.

Al siguiente día intenté hablar con un señor, pero me ignoró. Sin embargo, se acercaba a escuchar cuando hablaba a otros de la práctica. Un día, cuando me acerqué hasta donde se encontraba, me confesó: “¿Sabes a qué me dedico? Trabajo atrapando personas como tú”.

Me mostró su tarjeta de identificación. Aunque me puse un poco nerviosa, dije: “Sé que solo trata de protegerme”. Respondió: “Es como si fueras mi hija, vete a casa”.

En el camino de regreso a casa, me di cuenta de que todavía tenía un fuerte corazón de miedo al mirar a todas partes para ver si descubría algunas cámaras de vigilancia.

Me di cuenta de que todavía me dejaba enredar por el apego a la comodidad y que necesitaba ser más diligente haciendo mejor uso de mi tiempo hasta convertirme en una practicante sólida con un corazón puro capaz de despertar a más personas y darles a conocer la bondad de Dafa.