(Minghui.org) Soy una señora de 78 años, practicante de Falun Dafa, que vive en una pequeña aldea en la provincia de Jilin. Comencé la cultivación de Falun Dafa en 1996, después de abandonar el budismo y nunca he vuelto a mirar atrás.

Me gustaría compartirles algunas de mis experiencias mientras superaba la tribulación de vida y muerte.

Recuperándome en ocho días de lesiones que amenazaban mi vida 

En el camino de regreso a casa luego de ir al mercado el 17 de agosto de 1999, me golpeó una motocicleta a toda velocidad. Tengo un leve recuerdo del incidente real, aunque recuerdo que floté hacia el Cielo inmediatamente después del impacto, rodeada de calidez y comodidad sin miedo ni dolor. De repente, encontré mi camino bloqueado. En un abrir y cerrar de ojos, me sentí cayendo al suelo. Cuando desperté, me encontré en la cama del hospital.

Unos compañeros practicantes me informaron que había tenido un accidente. Incapaz de moverme, les dije: "Soy una practicante de Falun Dafa. No voy a chantajear al motociclista para pagar una indemnización". Me quedé inconsciente mientras los doctores trataban de salvarme la vida. Como mis lesiones eran demasiado graves, los médicos rápidamente me llevaron a un hospital más grande en otra ciudad, para someterme a un tratamiento adicional.

Los doctores del hospital de esa ciudad realizaron más escaneos después de concluir que mi estado era demasiado riesgoso para recibir tratamiento. Me trasladaron de nuevo al hospital local para mantenerme en observación. Me desperté al día siguiente siendo incapaz de moverme. Mi lado izquierdo estaba gravemente lesionado.  Los hematomas cubrían el lado izquierdo de mi cara y tenía una hemorragia interna en el ojo izquierdo. Todos mis dientes se habían desprendidos y el lado izquierdo del esternón estaba hecho añicos. Los doctores buscaban administrarme una transfusión sanguínea, pero me opuse. Pasé los siguientes tres días en una nebulosa, recitando las enseñanzas de Falun Dafa de memoria cada vez que me encontraba despierta.

Ocho días después del accidente, los médicos declararon que la peor de mis heridas se había recuperado y, el día número doce, me dieron de alta. Una vez en casa, estudié el Fa y practiqué los ejercicios de Dafa a diario. En una semana, el lado izquierdo del esternón fracturado se curó.

Después del accidente, recordé que en mi infancia una adivina dijo que estaba destinada a vivir hasta la edad de sesenta años. Si no fuera practicante de Falun Dafa, mi vida hubiese terminado. Sin embargo, mi vida continuó y mi cuerpo se encuentra completamente recuperado -¡realmente un milagro en la tierra!

Otro accidente mortal

Mientras transportaba basura al área de descarga que se halla al borde de la carretera, el 31 de marzo de 2000, me atropelló otra motocicleta a mucha velocidad. La colisión me derribó, fracturándome la pierna izquierda y causándome una gran herida en la cabeza. Los transeúntes aprehendieron al motociclista e intentaron llamar a una ambulancia. Logré detenerlos. “Soy una practicante de Falun Dafa. No le pediré responsabilidades. Por favor, déjenlo ir”.

Fui a una clínica privada para que me vendaran la herida de la cabeza antes de volver a casa a estudiar el Fa y hacer los ejercicios. Falun Dafa me había vuelto a salvar la vida.

Deniegan mi entrada al campo de trabajos forzados

Diez días luego de mi segundo accidente de motocicleta, el departamento de policía municipal me secuestró y me enviaron al campo de trabajos forzados de Heizuizi a cumplir un año. Pero antes de ser aceptada, fui examinada por un doctor del campo de trabajo forzado. La fractura en la pierna izquierda me dificultaba caminar y la herida en la cabeza aún continuaba derramando sangre. Me rechazaron y me enviaron de nuevo al departamento de policía municipal. Reflexioné sobre este sorprendente giro de los acontecimientos. Si hubiera sido admitida en el campo de trabajo con lesiones tan graves, es posible que no hubiese sobrevivido. Fui otra vez protegida por Dafa y conducida fuera de peligro.

Escapando de las garras del mal

Luego de ser rechazada del campo de trabajos forzados en Heizuizi, el departamento de policía local se rehusó a liberarme. La celda no reunía las comodidades básicas y me forzaron a dormir en el suelo húmedo. Además de que mis heridas no habían cicatrizado, comenzaron a aparecer pústulas con comezón a lo largo de mi pierna derecha. Traté de aliviar el picor con lavados diarios, pero mi condición no mejoró.

El dolor, la comezón y el sufrimiento finalmente me condujeron a plantearme el suicidio. Decidí terminar con mi vida comenzado una huelga de hambre. Una noche, dos días después de comenzarla, soñé con una montaña tan alta que perforaba el cielo. La montaña estaba cubierta de melocotoneros en flor y una multitud de pétalos flotaba en la brisa. Mientras admiraba esta escena, una voz resonó desde arriba. “Solo has cultivado siete u ocho pétalos de flores. Si mueres ahora, no alcanzarás la consumación y tu cultivación habrá sido en vano. Solo cuando hayas cultivado diez pétalos alcanzarás la consumación. ¡No puedes morir ahora!”.

Me desperté abruptamente y comencé a mirar hacia dentro. Después de sobrevivir a dos accidentes mortales de tráfico, haber sido detenida en tres ocasiones, encarcelada y perseguida, estaba contemplando suicidarme con total seriedad. Me habían salvado la vida una y otra vez para que pudiera cumplir mi promesa y despertar a los seres conscientes. ¿Dónde estaba mi perseverancia? ¿Cómo podía haber olvidado mi misión? Estaba decidida a fortalecer mi fe en Dafa y cultivarme con renovada diligencia.

Volví a comer al día siguiente y comencé a estudiar diligentemente el Fa y a practicar los ejercicios todos los días. Las lesiones en las piernas y la cabeza se curaron gradualmente y pude caminar con facilidad. El 20 de julio de 2000, fui liberada sin condiciones y obtuve una cuarta oportunidad en la vida.

Vomitando sangre

Una compañera practicante vive en frente de mi casa. Es algunos años más joven que yo. Luego de la muerte de su esposo, subsiste con una pequeña pensión que le da el gobierno local. Como exdirectora de una fábrica de tamaño mediano, recibía una pensión de jubilación más grande que la de ella. En tres ocasiones, esta compañera practicante me pidió venir a vivir conmigo. Debido a que esta practicante había firmado declaraciones mientras estaba en la cárcel para "dejar de practicar Dafa", así como escritos que cuestionaban al Maestro Li (el fundador) y a Dafa, la despreciaba. Rechazar sus repetidas solicitudes abrió una brecha en nuestra relación.

Fui a la casa de esta practicante en julio de 2002, casualmente conocí a otra practicante que pasaba por allí. Ella nos sirvió a cada cual una taza de té, poniendo una cucharada de azúcar en la mía. Bebí toda la taza pero no lo hallé dulce. En menos de tres minutos, me sentí gravemente enferma y me vi obligada a correr a casa. Vomité dos veces antes de llegar a la calle, donde vomité por tercera vez. Solo entonces noté una gran cantidad de sangre.

Horrorizada, corrí de nuevo hasta la casa de la practicante demandándole que me dijera que le había puesto al té. Me contestó instantáneamente que solo había puesto azúcar. La otra practicante lo corroboró. Se mantuvieron en silencio cuando les conté que mi estómago se había dañado. De regreso a casa, le pedí ayuda al Maestro Li mientras tomaba agua en un intento de limpiar mi estómago. Este ciclo de bebida y vómitos continuó hasta la mitad de la noche cuando finalmente me quedé dormida y aturdida. Me desperté al amanecer, a la mañana siguiente, con mi cuerpo sintiéndose ligero, relajado y sin dolor.

Luego compartí mi experiencia con otra compañera practicante, quien me dijo: “Tú y esa practicante en particular, podrían haber compartido algo de resentimiento en su vida pasada y esta tribulación puede haber ocurrido para resolver este conflicto y purificar tu cuerpo y elevar tu nivel”. Fui protegida y salvada por quinta vez.

Después, trabajé para borrar el rencor que tenía contra mi compañera practicante, tomando la iniciativa de visitarla y comunicarme con ella con un corazón compasivo.