(Minghui.org) Cuando salía de la casa de una practicante de Falun Dafa en 2006, dos policías vestidos de civil me agarraron y me metieron en una camioneta. Uno me pisó la espalda.

Primero me llevaron a una estación de policía y a la mañana siguiente temprano me trasladaron a un centro de detención. Estuve allí por más de tres meses antes de ser llevada a un campo de trabajo forzado, donde estuve encarcelada durante 18 meses.

Torturada

Me pusieron en el "equipo de capacitación grupal" tan pronto como llegué al campo de trabajo forzado. Ahí empezó una sucesión de torturas.

Primero me dijeron que escribiera una declaración de garantía de abandonar mi fe. Lo rechacé. Una guardia me dio una bofetada en la cara. Luego fui atada, izada y golpeada. La guardia me golpeó la cabeza, la cara y el cuello con una picana eléctrica. La metió en mi boca y la dejó allí mientras lo accionaba repetidamente.

El dolor fue indescriptible. Entonces sucumbí a sus demandas y escribí la declaración de garantía, cometiendo un acto que un discípulo de Dafa nunca debería hacer, diciendo que abandonaría mi fe. Me sentí avergonzada de dar la cara al Maestro y a Dafa. Lloré amargamente de remordimiento.

Fui perseguida severamente y los guardias se preocupaban de que mis brazos quedaran paralizados por la tortura. Entonces me hicieron tener un masaje Tuina (una terapia de medicina tradicional china) todos los días y hacer algunos ejercicios de brazos.

Los músculos y huesos en mis brazos habían sido dañados y no podía enderezarlos. Lloraba amargamente cuando hacía los ejercicios. La guardia me atormentó diciendo que era como una niña que lloraba de dolor. De hecho, no lloraba por el dolor, sino porque fracasé y avergoncé a Dafa. Manché mi camino de cultivación. Estaba llorando de desesperación. Todo esto fue provocado por la persecución del partido comunista chino a Falun Dafa.

Trabajo duro y tácticas engañosas

Después de la capacitación en grupo me obligaron a hacer trabajo forzado. Las tareas fueron implacables y arduas todos los días. Si no terminaba lo que se me asignaba, tenía que seguir trabajando al volver a mi celda, algunas veces sin parar hasta la medianoche.

Al día siguiente, tenía que seguir el horario de trabajo. Trabajamos durante más de 14 horas todos los días, y algunas veces más. Nuestra salud se deterioró y todas las practicantes quisieron abandonar ese lugar oscuro. Las oficiales también lo sabían, y así implementaron una nueva política mediante la cual las reclusas podían reducir su tiempo en el campo de trabajo forzado.

Así era como funcionaba: si una practicante pagaba 300 yuanes, su sentencia podía reducirse en diez días, y también recibiría un certificado para hacer algo menos extenuante, como cocinar. Las practicantes que no eran firmes en su creencia pagaron el dinero, pero eso fue solo un puñado de personas.

Debido a que tan pocas pagaron por esta nueva política, dijeron que si alguien pagaba 200 yuanes, su tiempo se reduciría en diez días. Algunas practicantes más acordaron pagar.

Pensé: ¿Es esto legal? Inmediatamente, las enseñanzas del Fa del Maestro Li Hongzhi vinieron a mi mente:

“…el propósito es que una vez que aprendas su gong, ya seas de él y tengas que asistir a sus clases y aprender sus cosas. Su propósito real es sacarte ese poquito de dinero, pues si nadie aprende lo suyo, no puede ganar dinero” (Zhuan Falun).

Entonces lo entendí. No solo obtienen dinero, sino que también les dan a las personas certificados falsos. Trataban de atraernos a las practicantes con la idea de reducir nuestro tiempo, con un método disfrazado para hacernos concordar con ellos, engañarnos para que cayéramos en su trampa.

No habíamos cometido ningún crimen y no merecíamos ser encarceladas. ¡Esta fue otra forma de persecución! A través de conversaciones con algunas practicantes llegamos al acuerdo de que no deberíamos pagar nada de dinero para comprar sentencias más cortas.

El Maestro ayudó a fortalecer nuestros pensamientos rectos y negar la persecución.

La tortura era tan brutal que me asustaba. Cuando carecía de pensamientos rectos y no sabía cómo negar la persecución, hacía lo que me pedían. Hice cosas que un practicante de Dafa no debería hacer.

Aunque superficialmente mantuve la calma y dije a los guardias las cosas correctas, en mi corazón sabía que estaba caminando por el sendero que las viejas fuerzas habían dispuesto para mí. Me sentí perpleja y ansiosa.

Shifu sabía que yo quería negar la persecución, así que se manifestó en mí el yeli de enfermedad. Tenía tensión arterial alta y los latidos de mi corazón eran excepcionalmente rápidos. Al principio me sentía tímida, pero pude negar cosas pequeñas una tras otra. Me negué a escribir el "registro semanal" y no participé en ninguno de sus "exámenes". Fue solo un pequeño paso a la vez, pero gradualmente me volví más y más confiada a medida que se reducía mi apego al miedo.

Se hizo que todos los Dafa dizi realizaran un examen antes de su liberación. Le dije a la oficial en servicio que no haría el examen. Unos días más tarde, ella estaba de servicio otra vez. Me llevó a un lugar donde almacenaban materiales viejos y dijo: "Tu eres una persona mayor. En verdad no quiero que sufras aquí. Así que hice el examen por ti y debes agradecerme". Sabía que si le agradecía estaría reconociendo a las viejas fuerzas, lo que era solo otra forma de engaño.

Le dije solemnemente: "Te agradezco por no querer verme sufrir, pero no reconozco lo que escribiste por mí".

Estaba furiosa y dijo: "¿No lo reconoces? De acuerdo, ya verás".

Mantuve mis pensamientos rectos. Parecía que estaba teniendo lugar una gran batalla entre el bien y el mal. Si me relajaba, quedaría atrapada.

Las tribulaciones pueden ser eliminadas cuando creemos en el Maestro y en el Fa

A menudo pensaba sobre por qué me perseguían todavía. Un día, esta enseñanza del Fa vino a mi mente:

“Cuando daba un seminario en la ciudad de Wuhan, había un joven estudiante, un muchacho de unos 30 años de edad. Justo después de que di esta lección, él regresó a su casa a meditar e inmediatamente entró en el estado de ding. Después de entrar en el estado de ding, vio aparecer repentinamente al fo Amituo de este lado y a Lao Zi del otro lado. Esto contó él en su informe de experiencias. Después de aparecer, le echaron una mirada sin decir nada y se esfumaron. Además apareció la pusa Guanyin con un florero en la mano, del que salía un humo blanco. Meditando allí sentado con las piernas cruzadas, él veía muy vívidamente y estaba bastante contento. De pronto, el humo se transformó en varias mujeres hermosas; eran esas doncellas celestiales y qué hermosas eran. Ellas bailaban para él, ¡qué bellos eran los movimientos! Él pensó: «Yo refino gong aquí, la pusa Guanyin me premia y transforma unas mujeres bellas para que mire; son doncellas celestiales que bailan para mí». Mientras pensaba en esto alegremente, de repente estas mujeres bellas se desnudaron completamente y haciendo todo tipo de movimientos se le acercaron y lo abrazaron por el cuello y por la cintura. El xinxing de nuestro estudiante se elevó muy rápidamente; en ese momento el joven se puso alerta y el primer pensamiento que le vino fue: «No soy una persona común, soy una persona que refina gong; ustedes no me traten de esta manera, yo cultivo Falun Dafa». Apenas salió este pensamiento, ‘shua’, de repente no quedó nada, porque todo era originalmente una ilusión transformada” (Zhuan Falun).

De este pasaje del Fa entendí otro significado repentinamente. El campo de trabajo era también una imagen falsa evocada para engañarnos, y todas las cosas que nos piden que hagamos son falsas y se han transformado para ponernos a prueba. Las así llamadas declaraciones de garantía que los practicantes presentaron a la oficina 610 para obtener una liberación anticipada también fueron conjuradas para engañarnos. Vi a algunos practicantes que acababan de escribir declaraciones de garantía, llorar amargamente. Si el campo de trabajo forzado fuera una imagen falsa evocada para engañarnos, definitivamente no debería escribir una declaración de garantía.

Fue alrededor del Año Nuevo Chino cuando estaba por ser liberada. Así que la oficial nos presionó ansiosamente a escribir las declaraciones de garantía. Una guardia llamó una persona a la vez a su oficina para completarla, y una practicante tras otra firmó la declaración de garantía.

Fui la última en ser llamada a su oficina. Dijo que la declaración de garantía era una directiva de la oficina 610, y que si no la firmaba no podría irme a casa.

El Fa del Maestro vino a mi mente. Le dije: "No me trates de esta manera, yo cultivo Falun Dafa".

Ella dijo: "Es inútil decirme esto". Pero rápidamente le dije que era útil. "Entonces dime, ¿cuándo crees que esta [persecución a Falun Dafa] terminará?", preguntó ella.

"Hay un principio y un final para todo", respondí. "No sé cuándo terminará, solo mi Maestro sabe".

Ella dijo: "Si continúas comportándote de esta manera, incluso después de que yo esté jubilada, todavía estarás aquí". Le dije que eso no pasaría, que me iría.

No tuve miedo durante toda la conversación, porque tenía al Fa en mi mente.

Mientras tanto, otra guardia entró y me dijo que escribiera la declaración. Esta guardia se había encargado de mí previamente. Le dije que no la escribiría. Las dos guardias comenzaron a hablar y me ignoraron. Entonces les dije que me iría.

"Claro, vete", respondió una de ellas. Pasar esta prueba, al principio parecía muy difícil, pero con la ayuda de Shifu, la tribulación pronto se disolvió.

Hacer la elección correcta en el momento adecuado

Durante mis últimos días en el campo de trabajo, no seguí las reglas establecidas para las labores forzadas.

Por ejemplo, si establecían el requisito de completar diez tareas por día, solo hacía dos. Sabía que me castigarían torturándome o encerrándome en confinamiento solitario. Pero yo estaba despreocupada.

Como solo hice un poco de trabajo, tuve mucho tiempo para recitar el Fa y enviar pensamientos rectos. Esto duró alrededor de diez días.

De hecho, más tarde me enteré de que el cabecilla de aquellos que habían renunciado a su creencia en Falun Dafa me había reportado al jefe de sección hace algún tiempo, y me había estado monitoreando durante mucho tiempo en el taller de trabajo forzado. Nadie me dijo nada, porque querían atraparme en el momento adecuado.

Estaba haciendo la labor forzada un día cuando el jefe de la sección me dijo que fuera a verlo. Él preguntó: "¿Quién te dijo que hicieras tan poco trabajo todos los días?".

"Solo puedo hacer este tanto cada día", respondí.

Cuando me preguntó por qué había podido hacer más en el pasado, le dije que antes había gozado de mejor salud.

Sin decir nada más, se alejó. Este incidente ocurrió unos diez días antes de mi liberación programada.

Repentinamente se convocó una reunión por la tarde, para transmitir un nuevo plan para meter palillos de dientes en cajas.

El plan funcionaba así: las personas mayores tenían que armar diez cajas grandes, con diez cajas pequeñas dentro de cada caja grande. Las personas de mediana edad tenían que hacer 12 cajas grandes cada día, y las más jóvenes tenían que hacer 14 cajas grandes.

Sabía que yo era su blanco principal, ya que era la única practicante anciana allí, y también querían aprovechar esta oportunidad para ejercer más presión sobre los otros practicantes.

Si yo, alguien que estaba en un estado de pobre salud, pudiera completar la tarea, los más jóvenes deberían por supuesto poder completar la suya también. Así que después de que el líder del equipo se fue, le dije la guardia de servicio que no me sentía bien. Ella me dijo que esperara hasta que llegara otra guardia.

La guardia llegó y me llevó a la clínica, pero no había ningún médico de turno. Me dijo que volviera a mi celda para descansar. La doctora vino a verme. Revisó mi corazón y luego mi tensión arterial.

La médica me dijo que tenía que tomar un medicamento, o mis vasos sanguíneos crecerían. Luego me dijo que tenía que esperar hasta el día siguiente para que dos médicos me dieran una ficha de diagnóstico para certificar que necesitaba descansar un poco. Dijo que me darían una semana de licencia por enfermedad.

La semana pasó rápidamente y solo quedaban cinco días más para que me liberaran. Realmente no quería hacer más trabajo forzado para ellos y estaba decidida a permanecer inactiva durante cinco días más.

Entonces, un día, escuché a una jefa de asistentes gritando en el pasillo, preguntando si fulana estaba fingiendo. Mi corazón no se conmovió. Cinco días después, fui liberada.

Conclusión

Han pasado nueve años, e incluso ahora, cuando recuerdo la tortura, aún puedo sentir la compasión y el apoyo del Maestro.

Mientras escribo este intercambio, las lágrimas llenan mis ojos. Quiero decirle al Maestro: "¡Gracias de todo corazón, Maestro! Fuiste tú quien me ayudó a superar todas esas pruebas”. Estas palabras vienen del fondo de mi corazón.

Esta enseñanza del Fa confirma exactamente cómo me siento:

“El extenso y profundo contenido del Fa sólo puede manifestarse a, y ser experimentado y comprendido por los practicantes que están en diferentes niveles de la cultivación genuina. Sólo entonces uno puede ver lo que realmente es el Fa” (Extenso y profundo, Escrituras esenciales para mayor avance).