(Minghui.org) Dos meses después de salir de la cárcel, la Sra. Zhu Chunxiu todavía siente una tremenda angustia mental cada vez que recuerda la tortura física y psicológica que sufrió en la cárcel a manos de las guardias de la prisión y las reclusas.

La residente de la ciudad de Yueyang, de 69 años, fue arrestada el 21 de septiembre de 2016 por negarse a renunciar a Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino. Fue sentenciada a 18 meses y se le ordenó cumplir la condena en la prisión de mujeres de la provincia de Hunan.

Las guardias de la prisión recurrieron a varios medios para tratar de hacer que la Sra. Zhu renunciara a su creencia en Falun Gong. Una vez le cepillaron los dientes a la fuerza con un pequeño cepillo que usaban para limpiar los inodoros. También amenazaron con enviarla a un hospital psiquiátrico e inyectarle drogas que dañan el sistema nervioso central. Bajo esta presión, se vio obligada a proferir y escribir palabras que difamaran a Falun Gong habitualmente.

La Sra. Zhu atribuye a Falun Gong el haberle devuelto la salud, y en un mundo libre nunca traicionaría ni en un millón de años la práctica que ha transformado su vida. Se siente destrozada porque se vio forzada a hablar mal de Falun Gong en contra de su voluntad, mientras permanecía en prisión.

Varios agentes de la oficina 610 local, una agencia extralegal encargada de erradicar a Falun Gong y a la que se le dio poder para anular el sistema judicial, fueron a la prisión el día de su liberación, el 20 de marzo de 2018. Le ordenaron que se presentara ante ellos al día siguiente.

La Sra. Zhu y su hija se personaron, y se les informó de que su jefe, perteneciente a la oficina de planificación urbana del distrito de Junshan, había suspendido su pensión desde el día en que se produjo su última detención. La oficina 610 dijo que la única manera de restaurar su pensión era que escribiera declaraciones para renunciar a Falun Gong.

La Sra. Zhu se negó a escribirlas, pero su hija sucumbió a la presión y copió las declaraciones que le proporcionó la oficina 610 como se le había requerido.

Detalles del último arresto y torturas que sufrió la Sra. Zhu

La fiscalía local exigió 30.000 yuanes a cambio de no acusar a la Sra. Zhu. Ella se negó a dar esa cantidad de dinero y fue sentenciada a 18 meses de prisión el 15 de diciembre de 2016. Fue recluida en la prisión de mujeres de la Provincia de Hunan en abril de 2017.

Como se negó a renunciar a Falun Gong se vio obligada a sentarse en un pequeño banco durante largos períodos de tiempo. Como resultado, sus nalgas se lesionaron.

Un día, un guardia ordenó a algunas reclusas que pusieran las fotos del fundador de Falun Gong debajo de sus nalgas y pies, e incluso en su boca. Luchó por no acatar dichas órdenes, hasta que fue puesta en confinamiento solitario.

Mientras se hallaba aislada, se vio obligada a ver videos que difamaban a Falun Gong. Se negó a escribir declaraciones para denunciar a Falun Gong, y algunas guardias incluso usaron un cepillo con el que limpiaban el inodoro para cepillarle los dientes.

No le permitieron usar el baño. Por lo que se ensució los pantalones. Después le echaron agua fría por todo el cuerpo. También se vio obligada a permanecer de pie desde el amanecer hasta la medianoche. Tal tortura duró 12 días hasta que finalmente se rindió. Su pelo se volvió blanco. No pudo aguantarlo por más tiempo.

La Sra. Zhu fue trasladada de nuevo a su celda habitual el 15 de octubre de 2017. Las guardias sintieron que no había renunciado realmente a Falun Gong así que la obligaron a sentarse y dormir sobre las fotos del fundador de Falun Gong. Además la amenazaron con enviarla a un hospital psiquiátrico. No tuvo más remedio que transcribir declaraciones difamando a Falun Gong.

Su sufrimiento psíquico no ha desaparecido a pesar de que fue liberada el 20 de marzo de 2018.

Antes de su último encarcelamiento, había sido detenida repetidamente e incluso le suspendieron la pensión durante todo un año. Las autoridades locales amenazaron con suspender también el salario de su marido. Él sintió que no le quedaba más remedio que divorciarse. Falleció en 2015.