(Minghui.org) Un día llegué a casa y encontré a mi madre angustiada. Tres policías habían aparecido en su puerta. Sin mostrar ninguna identificación ni dar ninguna razón para su visita, se abrieron paso y comenzaron a buscar entre nuestras pertenencias. Hicieron un desastre y terminaron llevándose todos nuestros libros de Falun Gong.

Así que fui con mi madre a la estación de policía y descubrimos que "Lu", el jefe de policía, y otros dos oficiales eran los responsables del allanamiento. Le aclaramos la verdad a Lu sobre los hechos de la persecución del partido comunista a Falun dafa. No dijo nada, mientras otro oficial amenazaba con llamar a la división de seguridad interna. Luego les mostramos una copia de la notificación del gobierno revocando la prohibición de publicar libros de Falun Gong. Uno de los oficiales dijo: "Adelante, demándanos. ¿Quién tomaría un caso así?".

Le dije a Lu directamente: "Estabas en nuestra casa. Debes haber notado que somos pobres y apenas nos las arreglamos para sobrevivir. Eres el jefe de policía. Si hubieras venido a ayudar de alguna manera, eso sería aceptable. Pero molestaste a una anciana y arruinaste nuestra modesta casa. Te llevaste nuestros libros. ¿Qué es lo que hiciste bueno?".

Bajó la cabeza y dijo: "Ya veo. Quieres practicar Falun Dafa. Todos ustedes son buenas personas, y lo que dicen tiene sentido. Deberías tener tus libros de nuevo".

Nos devolvió todos los libros que se habían llevado. Todavía estaban en buenas condiciones. Nos aseguró: "Los mantuvimos a salvo".

Esos policías sabían que era ilegal perseguir a la Dafa; solo seguían órdenes.

Estábamos felices de recuperar nuestros libros y comprendimos que esto era una prueba a nuestra diligencia y fe.