(Minghui.org) Me gustaría compartir dos ejemplos de cuán poderoso es cuando los practicantes cooperamos bien.

La prisión dejó de forzar a los practicantes para renunciar a sus creencias

Cuando comenzó la persecución de Falun Gong, estaba asustada y no tenía muy claro lo que debía hacer.

La mayoría de los practicantes que lograron retransmitir videos que aclaraban la verdad a través de la televisión nacional fueron arrestados: en sus lugares de trabajo, en sus hogares, en la carretera e incluso en un supermercado. Fueron llevados a un centro de lavado de cerebro donde eran cruelmente torturados si se negaban a abandonar sus creencias. En un plazo de cien días, tres practicantes que estaban detenidos en una prisión local fueron torturados hasta la muerte. Estábamos muy tristes y no sabíamos qué hacer.

Un día (creo que fue un arreglo del Maestro), varios de nosotros nos reunimos para compartir nuestras experiencias. Nos dimos cuenta de que todo lo que hacíamos era evitar ser perseguidos, y no estábamos haciendo nada para contrarrestar la persecución. Nos dimos cuenta de que debíamos cooperar entre nosotros para oponernos a la persecución y ponerle fin, y que debíamos aclarar la verdad a la gente para salvarla.

Ya sabíamos que dar a conocer la maldad y perversidades que los perpetradores estaban llevando a cabo era la manera más efectiva de detener la persecución, así que comenzamos a aclarar la verdad a la gente, a la vez que alentábamos a más y más practicantes a unirse a nosotros. Un cartel más, un panfleto más, era mejor que nada. Gradualmente, más y más practicantes comenzaron a participar.

Colocamos tantos volantes y carteles de aclaración de la verdad como fue posible, en los lugares más cercanos de la prisión, el centro de lavado de cerebro y las agencias gubernamentales. Pusimos carteles en las paredes, colgamos material informativo en las manijas de las puertas y hablamos con la gente cara a cara. Colgamos una pancarta de doce metros de largo que decía: "Cerrar el centro de lavado de cerebro, Llevar a los Responsables ante Justicia, Detener la persecución, Liberar al Inocente practicante X." Colgamos más de diez mil carteles.

Nunca dejamos de difundir información. Si algo era arrancado, lo volvíamos a poner al día siguiente.

El centro de lavado de cerebro pronto se cerró y no se ha vuelto a abrir en los últimos diez años. En la prisión, los guardias dejaron de presionar a los practicantes para que abandonaran sus creencias. Nos sentimos alentados por el inmenso poder del Fa que se mostró cuando trabajamos juntos como un todo, y cooperamos aun mejor.

Un practicante a punto de morir se recupera

En 2003, nos enteramos de que la vida de un joven practicante corría peligro, al ser brutalmente torturado. Fue sentenciado a veinte años de cárcel por negarse a abandonar su creencia en Falun dafa.

Trabajé junto con otros practicantes para rescatarlo. Algunos de nosotros escribimos un artículo y lo enviamos al sitio web de Minghui para documentar la persecución, muchos enviaron pensamientos rectos sin cesar, también distribuyeron materiales informativos y otros aclararon la verdad sobre la persecución a todas las personas que vieron. Hicimos esto sin descanso durante casi un año, y el joven practicante fue finalmente puesto en libertad.

Pasaron los días, pero debido a la terrible tortura, el joven practicante estaba a punto de morir. Quedó postrado en cama e inconsciente durante mucho tiempo, y su peso bajó de sesenta y ocho kilos a menos de cuarenta y cinco kilos. Sus párpados se encogieron mientras que sus globos oculares se abultaron, hasta que no pudo cerrar los ojos. Sus encías retrocedieron, y quedaron las raíces de todos sus dientes expuestas. Su corazón y pulmones estaban tan débiles que apenas podía respirar. Sus músculos se habían atrofiado, y los huesos sobresalían. Otros presos dijeron: "Ni siquiera un lobo te tocaría. Todo lo que queda son huesos". El día que fue liberado, nadie dudó de que moriría pronto.

A pesar de su estado, la policía no dejó de vigilarlo ni siquiera después de su regreso a casa. Sabía que estaba en peligro y decidí llevarlo en secreto a mi casa. Lo hice con la ayuda de un hombre de mediana edad y la protección del Maestro.

La primera semana, apenas dormí. Lo observé toda la noche y seguí enviando pensamientos rectos para eliminar el mal en otras dimensiones. Todos los días arreglábamos para que un practicante viniera a casa para ayudar a estudiar el Fa y a hacer los ejercicios con él. En el transcurso de tres meses continúo mejorando y finalmente volvió a la normalidad. Sus familiares nunca olvidaron el altruismo y benevolencia de los practicantes. Mostrando siempre su admiración por Falun Dafa y el agradecimiento hacia el Maestro por su infinita misericordia.