(Minghui.org) La Sra. Tang Kaju, de más de 50 años, es una practicante de Falun Gong del distrito de Hecheng de la ciudad de Huaihua. En abril de 2014, la Sra. Tang fue arrestada por intentar buscar la liberación de otros practicantes de Falun Gong.

La sentenciaron a tres años y medio en la prisión para mujeres de Hunan. A continuación, presentamos el testimonio de la Sra. Tang sobre su arresto y prisión.

Mi cabello se torna blanco en pocos meses

Fui al departamento de policía del distrito de Hecheng el 8 de abril de 2014 con tres practicantes de Falun Gong a visitar a la Sra. Du Zhiai y traerle ropa y otras pertenencias.

Algunos de los oficiales en la estación dijeron que querían hablar de algo con nosotros, así que nos metimos en una patrulla creyendo que íbamos a sus oficinas. Pero nos llevaron a un hospital para que recibiéramos exámenes médicos. Tan pronto nos dimos cuenta de que habíamos sido engañados, llamamos a nuestras familias para notificarles. Nos arrastraron a las patrullas y nos llevaron al centro de detención de Huaihua.

Me golpearon de forma brutal unos presos en el centro de detención. Quedé muy herida por las golpizas y no podía caminar. Cuatro presos me golpearon con un balde lleno de agua en la cabeza y quedé inconsciente.

Tosí casi por un año entero después de lo sucedido, y solía escupir moco y coágulos de sangre. Cuando me sentía débil, nauseabunda o incapaz de comer, los policías hacían que los presos me llevaran cargando a la enfermería para alimentarme por la fuerza. Intenté explicarles, pero no me escuchaban. Por muchos meses me insertaron tubos para alimentarme descuidadamente, y esto causó que mi nariz se infectara.

Mi familia no tenía permitido visitarme, y me prohibieron llamarles. En unos pocos meses, mi cabello se volvió blanco por las torturas físicas y mentales. Me mantuvieron en contra de mi voluntad en el centro de detención por 15 meses antes de enviarme a la prisión de mujeres de Hunan.

Me presionan para "transformarme" en prisión

En noviembre de 2016, fui transferida a otra celda. Seis o siete presos se turnaron tratando de mantenerme parada. No me permitieron hablar o moverme. Si me movía un poquito, comenzaban a golpearme y patearme hasta que me cayera. Se me echaban encima y casi no podía respirar. Alguien luego me sostuvo la mano, escribió una declaración de renuncia y firmó mi nombre. Me dijeron que había sido "transformada".

Entre dos y tres meses antes que terminara mi sentencia, los guardias intentaron forzarme a renunciar a Falun Dafa. Instigaron a otros presos a que me golpearan. Me halaron por el cabello y me lanzaron contra la pared. Cuando me desmayé, me echaron agua fría encima. Estaba cubierta de moretones.

Me pinchaban con agujas y no me dejaban dormir o lavarme. No me dejaban usar el inodoro. Cuando ya no podía aguantar me forzaban a que me hiciera encima. Luego me echaban agua con mucho detergente encima. Cuando mis ropas se terminaban de secar al aire, me echaban el agua con detergente encima otra vez. No me permitían bañarme o cambiarme. Mi cuerpo estaba cubierto de sarpullidos.

Un día, me dijeron que, si copiaba la declaración de renuncia que habían escrito, podría usar el inodoro y dejarían de golpearme. Cuando me negué, varios presos me cayeron encima y comenzaron a golpearme. Caí de cabeza al suelo y me desmayé. Al día siguiente, tuve un dolor de cabeza severo y no podía oír bien. Me llevaron al hospital. El doctor me preguntó cómo recibí esas heridas, y le respondí con la verdad. La policía me interrumpió y me amenazó con extender mi sentencia si continuaba hablando.

Todos los días me bombardeaban con difamaciones y ataques a Falun Dafa. Hasta pusieron una foto del Shifu de Falun Gong dentro de mis pantalones. Al final, estaba al punto de perder la cabeza, y para mi gran tristeza accedí con sus demandas y renuncié a Falun Dafa.

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