(Minghui.org) Hoy le comenté a otro practicante que muchos de nuestro grupo de estudio del Fa desean que la persecución termine pronto. Y le mencioné que, por mi parte, no alimentaba aquel anhelo.

Le expliqué: “Cerca de 100 000 personas renuncian al partido comunista chino y a sus organizaciones afiliadas a diario, lo cual arroja una cantidad de alrededor de 36 millones al año. El acoso y la persecución hacia los practicantes de Falun Dafa se intensificó el año pasado. Condenaron a unos 1300 practicantes a la cárcel. Si la persecución acabara pronto, ¿qué les sucedería a todos aquellos seres conscientes que todavía no han escuchado la verdad?”.

Continué: “Por supuesto, debemos sentirnos preocupados, y con motivo, por estos 1300 practicantes encerrados. Pero si concentramos todos nuestros esfuerzos solo en rescatarlos ¿no estaríamos abandonando a su suerte a las vidas detrás de esos 36 millones de seres conscientes? ¿Qué podemos hacer?”.

El otro practicante respondió: “Tienes razón, el acoso no cesó, ni un instante, el año pasado. Me sentí muy angustiado y deseé que Shifu le pusiera fin a todo este asunto rápidamente. Pero volver a mirarlo desde tu punto de vista ha cambiado mi manera de ver las cosas. La persecución nos templa para que fortalezcamos nuestros pensamientos rectos; nos hace más fuertes. Cuanto más estudiemos el Fa, tanto más poder tendremos para invalidar los arreglos de las viejas fuerzas. Aunque para nosotros, solo aparenta ser una cuestión de si podremos soportarlo o no, realmente las vidas eternas de los seres conscientes están en juego”.

Entonces le compartí algo que sentía desde hacía tiempo: “He sufrido enormes dificultades durante muchos años, al tener que vivir sin recursos y sin techo. Hubo un momento en que no podía soportar la persecución, así que le imploraba a Shifu, a menudo, que acabara pronto con la persecución. A pesar de que, a veces, pensaba en los seres conscientes que todavía no habían escuchado la verdad sobre Dafa y la persecución”.

“Llegado el momento comprendí que aquellos pensamientos habían tomado la dirección equivocada. Entonces, me desanimé, y pensé que mi nivel había caído y que mi poder se había debilitado. ¿Cuándo había perdido mi deseo de ayudar a que más seres conscientes conocieran la verdad? Si todo acababa ahora, ¿Cuán grandes serían nuestros lamentos?".

Si ahora no nos esforzamos al máximo por despertar a los seres conscientes, nos arrepentiremos cuando llegue la hora y sean extinguidos. ¿No sería parecido a lo que sintió Oskar Schindler, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando derramó lágrimas de dolor porque no había vendido su automóvil y salvado a más judíos?”.

Esto me hizo recordar una historia real: “¿No deberíamos comportarnos como Desmond Doss que esquivó las balas con valor, sin prestar atención a su propia vida, para salvar a sus compañeros soldados durante la Segunda Guerra Mundial? Esta historia real ha sido plasmada recientemente en la película titulada: ‘Hasta el último hombre’. Le rezaba a dios para que lo ayudara a salvar a un compañero. Después volvía a rezar para salvar a otro, y así sucesivamente”.

“Todavía disponemos de tiempo. Debemos calmar nuestras mentes y enfocarnos en aclarar la verdad sobre Dafa. No debemos esperar el final de la persecución. Dar rienda suelta a este sentimiento equivale a abandonar cruelmente a los seres conscientes. Pensemos en cada uno de ellos por un momento. En la enorme decepción que sentiría y en el gran sufrimiento que padecería, el lado suyo que sabe, cuando se diera cuenta de que hemos decidido renunciar a ellos”.

El practicante afirmó entre lágrimas: “No volveré a desear, nunca más, que acabe la persecución. Es totalmente opuesto a la compasión, es egoísta y cruel”.