(Minghui.org) Tengo 63 años y padecía diferentes enfermedades de las cuales los médicos no encontraban la causa. A comienzos de 1997 alguien de mi aldea me introdujo la práctica de autocultivación de Falun Dafa. Después de escuchar la Primera Lección en Zhuan Falun, me di cuenta que era una práctica espiritual que enseñaba a ser mejores personas.

Como no tenía las otras lecciones, fui a buscarlas a la casa de mi vecino. Mi suegra estaba sorprendida ya que no me sentía bien y tenía dificultad para caminar. Me asombré de poder ir hasta la otra vivienda, una hazaña desconocida para mí.

Al momento de haber escuchado las nueve lecciones, me había recuperado de todos mis padecimientos. Mi familia también experimentó el poder de Falun Dafa y me dijo que debía haber comenzado a practicar hacía mucho tiempo.

Acosada, arrestada, detenida y torturada

En julio de 1999 después que el partido comunista comenzó la persecución, continué haciendo los ejercicios en el parque. También fui a Beijing a apelar por el derecho a practicar Dafa. La policía me arrestó muchas veces y me detuvo en un centro de detención.

En junio de 2000 en Beijing me arrestaron y encerraron en una jaula de hierro. Me privaron de alimentos y agua, y no me permitieron usar el baño. Golpearon mi cabeza contra una pared, y una oficial pateó mi pantorrilla con sus zapatos de cuero.

En otra oportunidad, cuando fui a Beijing a apelar por justicia, mi familia impidió que oficiales me llevaran a un hospital psiquiátrico para nuevos abusos.

Por contarle a la gente sobre Falun Dafa y la persecución y pegar etiquetas sobre las paredes con información sobre Dafa, me detuvieron muchas veces, me llevaron a un campo de trabajo forzado por dos años y me torturaron. También tuve que dejar mi hogar y muchas veces fui indigente. Mi familia también sufrió la persecución por la política de implicación del partido comunista por asociación.

Sin embargo, la persecución no hizo que renunciara a mi fe. Después que fui liberada, continué cultivándome y les conté a otros sobre Dafa y la represión. La policía me acosó y pasé por la indigencia nuevamente.

Experimentando el poder de Dafa

En octubre de 2008 cuando mi esposo y yo íbamos al mercado, un auto chocó nuestra bicicleta. El neumático delantero del auto pasó sobre el muslo de mi marido y luego sobre mi pierna y pie izquierdos. En mi corazón, le pedí al Maestro Li Hongzhi, el Fundador de Falun Dafa, que nos proteja.

Como no podía pararme, mi familia y el conductor nos llevaron al hospital. Mi esposo estaba bien, pero yo tenía huesos rotos. Mi familia no me permitió dejar el nosocomio, y el médico colocó tres clavos de acero sobre el lado derecho de mi pie y dos sobre el lado izquierdo.

El Maestro dijo:

“Nuestros sitios de refinamiento de gong son mejores que los sitios de práctica de gong de cualquier otro método de gong; si vas a refinar gong en nuestro sitio, es mucho mejor que si tú reparas la enfermedad” (Zhuan Falun).

Después de recordar la enseñanza del Maestro Li, les dije a mis familiares que quería ir a casa, que me recuperaría más rápido una vez que practicara los ejercicios y estudiara Zhuan Falun.

En mi hogar estudié los libros de Dafa e hice los ejercicios. Mientras estaba sentada en meditación, el hueso roto de mi pierna izquierda y los clavos de acero me molestaban, entonces dije: “No les tengo miedo”. Aunque el dolor era insoportable, terminé la práctica. Todas las semanas, los practicantes vinieron a visitarme y dejaron algunas copias de los materiales de Dafa. Después de terminar de leerlos, se los daba a mis vecinos.

Dos meses más tarde, pensé: “Los clavos de la derecha son molestos cuando hago los ejercicios y le hablo a la gente. Necesitan ser removidos”.

Cuando envié pensamientos rectos, primero le rogué al Maestro que me fortaleciera y luego les comuniqué a los clavos: “Ahora es el período de la rectificación del Fa. Todas las personas y todas las cosas necesitan posicionarse. Si se quedan donde están, están interfiriendo con mi habilidad de aclarar la verdad a la gente y en hacer los ejercicios. Por favor salgan y dejen de interferirme. Me cultivaré diligentemente. Si alcanzo la consumación en el futuro, les daré una buena posición”.

Al poco tiempo, sentí algo frío en mis medias y entonces noté que uno de los clavos había salido por su propio medio. Continué enviando fuertes pensamientos rectos y salieron dos más.

Dos meses después, aun había dos en el lado izquierdo del pie y les hablé: “Todos entraron juntos. ¿Por qué todavía están aquí? Por favor salgan”. Le rogué al Maestro que me fortaleciera antes de enviar pensamientos rectos. También salieron del pie sin ninguna operación.

Los cinco clavos de acero que salieron de mis huesos.