(Minghui.org) Mi madre tiene 89 años. Cree sinceramente en Falun Gong (también conocido como Falun Dafa). Recita "Falun Dafa es bueno", y "Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno" todos los días. Un milagro ocurrió en nuestra casa.

Mamá estaba sola en casa un día de agosto de este año. De repente se cayó de una estructura de bambú mientras recogía frijoles, y quedó atrapada entre dos palos de bambú. Se lastimó el abdomen y no era capaz de levantarse, ni gritar para pedir ayuda.

De repente recordó que le había dicho que recitara esas nueve palabras especiales: "Falun Dafa es bueno", y "Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno", en caso de que alguna vez estuviera en problemas.

"¡Maestro Li Hongzhi (el fundador de Falun Dafa), por favor ayúdeme! Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno ¡Por favor ayúdame! Creo en Dafa", dijo débilmente.

Continuó recitando "Falun Dafa es bueno" y "Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno", repetidamente. De repente, pudo mover la cabeza y una pierna. Luego, lentamente, se arrastró desde entre los postes hacia la casa.

Se desmayó en el sofá una vez que entró en la casa. Era pasada la medianoche cuando se despertó. Todo su cuerpo estaba empapado. Se sentía extremadamente débil y no podía moverse en absoluto.

"Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno. Tengo tanta sed y necesito un poco de agua. Pero no tengo fuerzas", pensó en su corazón.

Luego, logró moverse lentamente hacia la mesa y alcanzar el agua.

Trató de llamar a mi hermano, pero no entró la llamada. Afirmó: "Falun Dafa, por favor, ayúdame. No puedo morir sola en casa...". Pasó medio inconsciente toda la noche.

Al amanecer, mi madre repitió: "Falun Dafa, por favor, ayúdame a llegar a la calle...". Finalmente se levantó y se movió muy lentamente. Con su teléfono celular y un paraguas (llovía ligeramente) en sus manos, lentamente se arrastró apoyándose en las paredes de la casa y llegó a la calle donde pudo obtener mejor señal telefónica.

Mi hermano llegó a casa rápidamente después de recibir su llamada telefónica. Llevó a mi madre al hospital.

A nuestra madre le diagnosticaron cáncer de hígado avanzado. Su abdomen estaba lleno de sangre. El médico dijo que no podían tratarla y sugirió que la trasladáramos a otro hospital.

Sentimos que mi madre no sería capaz de entrar a alguna cirugía debido a su edad avanzada y decidimos contratar a un especialista de un hospital muy conocido para una segunda opinión. El especialista dijo que era necesaria una operación de inmediato para detener el sangrado, pero que aún así podría no lograrlo. Él sugirió, y nosotros estuvimos de acuerdo, que ella tomara un tratamiento más conservador que incluyera transfusiones de sangre.

Rápidamente le susurré a mi madre: "Ahora, solo tienes que pensar en esas nueve palabras. Vamos a recitarlas juntos".

"Las he estado recitando sin parar", dijo mi madre débilmente".

Cuando fue examinada cuatro días después, el médico dijo que el sangrado parecía haber cesado. Seis tubos grandes de agua sanguinolenta fueron extraídos de su área abdominal. El médico dijo que era lo mejor que podía hacer y que el resto dependía de nuestra madre.

Otro examen se realizó dos días después. Confirmó que la hemorragia se había detenido. El hospital sugirió que la dejáramos dos días más.

Cuando mi madre dejó el hospital, el médico nos dijo que hiciéramos los arreglos para su funeral.

En su primer día en casa, mi madre solo podía tomar un par de sorbos de sopa de arroz. Pero a la mañana siguiente, estaba sentada en la cama cuando entré a su habitación. Estaba conmocionada. "¿Cómo te has sentado?". Le pregunté.

"No dejaba de pensar que ya me la he pasado todo el día en la cama y que mis hijos están preocupados. Quería sentarme. Recité las nueve palabras bendecidas y, al mismo tiempo, me senté usando una mano para sostenerme", respondió débilmente.

Dije con entusiasmo: "¡Tenemos que dar las gracias al Maestro!".

Mi madre dijo: "Podré inclinarme ante el Maestro desde el fondo de mi corazón dentro de unos días".

En menos de dos semanas, mi madre podía levantarse de la cama, ir al baño y comer sola.

Sus familiares y amigos se sorprendieron de que su cáncer avanzado se había curado y le preguntaron a mi madre cómo lo había hecho. "Fue el Maestro y Falun Dafa los que me salvaron la vida", les contestó mi madre.

Su salud mejoraba día a día. Podría lavar su propia ropa y ordenar su habitación un mes después. Acto seguido, podría salir a la calle y contarle a la gente sobre su milagro.

Tratamos de impedir que mamá contara su historia en público por miedo a que se metiera en problemas con las autoridades, pero nuestra madre ha insistido en que todos sepan el milagro de Falun Dafa. Siente que el Maestro y Falun Dafa le salvaron la vida y que debería hablarle de Falun Dafa a todo el mundo.