(Minghui.org) Cuando era niña no tenía buena salud. Me casé a los 28 años de edad. Poco tiempo después mi familia me animó para que tuviera un bebé cuanto antes, pensando que mi salud podría empeorar a medida que envejeciera.

Los médicos recomiendan el aborto

Después de unos meses, me brotó una pequeña protuberancia roja en la nuca. Pensé que solo era una picadura de mosquito y empecé a rascarla cuando picaba. En pocos días, se extendió ocupando una zona mucho más grande. Se hinchó hasta que la picazón se hizo insoportable.

Mi médico me diagnosticó urticaria y me recetó una pomada. Cuando me dirigía a la farmacia del hospital con la receta, recordé que también tenía un dolor reciente en la parte baja del abdomen y un pequeño sangrado al orinar. Entonces fui a ver a un ginecólogo. Me alegró saber que me había quedado embarazada, aunque por mi bajo nivel de progesterona, había riesgo de sufrir un aborto espontáneo. Al enterarse mi familia, me llevaron a casa y empezaron a cuidarme como si fuera un tesoro nacional. Además de inyectarme progesterona todos los días en el hospital, me pidieron que mantuviera reposo acostada.

Lo que más me preocupaba era la urticaria de mi cuello. A pesar de usar la pomada recetada, la picazón empeoró y el área afectada se agrandó y cubrió toda la parte posterior del cuello. Probé sin éxito, varios tipos de pomadas similares a la que me recetaron, que no tenían ningún efecto negativo en el embarazo.

Dos meses más tarde, me hice una ecografía tipo B, que sirve para detectar anomalías en esa etapa de la gestación. El informe mostró que mi bebé tenía linfangioma, un tumor en la parte posterior del cuello, edema en todo el cuerpo y un índice de translucencia nucal más alto de lo habitual. Mi médico sugirió que fuéramos a un hospital más prestigioso para una segunda opinión. Después de repetidas consultas, el médico me dijo que, si se confirmaba el resultado de la prueba, recomendaría un aborto. No podía evitar preguntarme si mi urticaria era la causa de todo aquello.

Al día siguiente, varios parientes me acompañaron a un hospital importante. En el camino, todos trataron de convencerme de que debía abortar para evitar el sufrimiento innecesario del bebé. Me mantuve callada todo el camino.

El resultado fue el mismo. Lloré a gritos. Me atormentaba solo pensar en la sugerencia del médico de poner fin a la vida de mi bebé por nacer.

Beneficiándome de la cultivación

Mi madre es una practicante veterana de Falun Dafa. No dijo ni una palabra cuando mis parientes trataron de convencerme camino al hospital. Después se acercó y me dijo que recitara: “Falun Dafa es bueno”, “Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”.

En casa, me contó muchas historias sobre personas que no eran practicantes, incluyendo mujeres embarazadas y sus bebés, que fueron bendecidas por su fe en Dafa. Yo siempre creía las historias que mi madre me contaba sobre Dafa. Siempre que pude, recité esas dos frases, siguiendo sus consejos en lugar de abortar.

Cuando mi madre hizo los ejercicios en nuestra sala de estar, me acosté en el sofá para observarla, yo sabía por lo que me dijo antes que el campo de energía cerca de un lugar de práctica de Falun Dafa era beneficioso para los espectadores y que podía ayudar a armonizar mejor sus cuerpos.

Mientras observaba y escuchaba la música, poco a poco se volvió tan armoniosa y sus movimientos tan elegantes que sentí la necesidad de aprenderlo yo misma. Así que le dije: "Mamá, ¿me enseñarías practicar Falun Dafa?".

Desde entonces, practico los ejercicios con mi mamá todas las mañanas y leemos Zhuan Falun a lo largo del día.

Un día, mientras hacíamos la meditación sentada, me picaba mucho el cuello. Apreté los dientes y soporté la incomodidad mientras continuaba con el ejercicio sentada, pensando que el Maestro me estaba viendo y cuidando. Con este pensamiento, sentí una repentina sensación de frío en el cuello y la picazón desapareció. El enrojecimiento desapareció en una semana y mi piel volvió a la normalidad.

Tribulaciones en la cultivación

Mi madre me dijo que en el camino tendría muchas pruebas para ver si yo creía en Dafa. Tenía toda la razón.

A la semana 35 de gestación, me hice otra ecografía tipo B. El médico gritó a la imagen: "¡Dios mío! Los pulmones y el corazón del bebé no se forman normalmente. Todos los vasos sanguíneos tampoco parecen estar en el lugar correcto". Hizo venir a otros médicos y enfermeras y les mostró la imagen.

Me sentí angustiada y perdida al escuchar esto. Pero otro pensamiento vino a mi mente: "Creo en Dafa y comencé a practicarlo junto a mi madre. Ahora soy una practicante de Dafa. Esta debe ser una prueba para saber si de verdad creo en Dafa o no. Y lo hago. Todo esto es una ilusión".

No me importaba cuanto discutieran sobre lo mala que era la situación. Trataba la charla como si no fuera sobre mí y seguía recitando: "Falun Dafa es bueno", "Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Yo creo en Dafa y soy una practicante de Dafa. Maestro, por favor, ayúdame y salva a mi bebé.

En ese momento, uno de los médicos revisó mi historial clínico y dijo en un tono más serio: "Cuando estabas embarazada de tres meses, el resultado del examen mostró anormalidades y fue confirmado por un segundo examen. Encima de eso, usted siguió pasando por todo tipo de problemas menores a lo largo de su embarazo. Ahora la ecografía muestra problemas aún peores. Tiene que tomar una decisión sobre lo que va a hacer".

Me pidieron que me trasladara a otro hospital. Después de negarme, me pidieron que firmara un acuerdo en el que me hacía responsable de las consecuencias, ya que no aceptaba sus consejos profesionales. Confiaba en que mi bebé estaría bien. Yo creía en Dafa y el Maestro nos salvaría. Por lo tanto, firmé el acuerdo.

Alrededor de la semana 38 de gestación, tuve el parto por cesárea. Antes de la cirugía, me hicieron una última ecografía y me dijeron: "Es posible que tu bebé no pueda llorar o respirar al nacer".

Mientras estaba acostada en la mesa de operaciones, seguí recitando "Falun Dafa es bueno", "Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Aun con la parte inferior del cuerpo anestesiada, pude sentir cuando mi abdomen fue abierto y dio a luz a mi bebé. Y oí un llanto fuerte...

Entonces escuché al médico y a las enfermeras decir: "¡Qué extraño! ¿Por qué es diferente de lo que vimos en la ecografía? Esto nunca había sucedido antes". Cuando la enfermera trajo a mi bebé, sus ojitos estaban cerrados y su piel era muy tierna y hermosa. Es imposible expresar con palabras cómo me sentí. En mi corazón, expresé mi gratitud al Maestro.

Mi hijo tiene ahora cinco años, es sano e inteligente. El Maestro y Dafa lo salvaron.