(Minghui.org) Aunque sus padres la trataban como a una princesa, siempre estaba infeliz, estresada y sobrecargada de trabajo. Sin embargo, después de cruzarse con Falun Gong, cambió su punto de vista sobre la vida.

Una infancia infeliz

La Srta. Li Jiahong contó que sus padres la consentían todo. Describió: "Crecí sintiéndome respetada, pero infeliz. No hacía ninguna tarea. Mi único deber era estudiar y destacarme en los estudios. Me sentía bajo una presión tremenda. Desde el jardín de infantes, me matriculaba en todas las actividades extra del plan de estudios, como matemáticas, escritura, inglés o clases de ciencias, y también en clases de ballet y violín. Me encontraba en clase, o viajando de un aula a otra durante todos el día, incluso los fines de semana".

Era muy infeliz, ya que apenas jugaba, quizás una o dos veces a lo sumo. "Nunca me molesté en preguntar a mis padres si podía salir a jugar porque sabía que dirían que no", precisó.

La Srta. Li se destacó en la escuela primaria y obtuvo las mejores calificaciones cada año. También era la presidenta de la clase. Para sus padres, las buenas notas lo eran todo.

"Me sentí bajo más presión cuando comenzó la escuela secundaria, debido a las interminables tareas escolares. Mi hogar se convirtió en una prisión y, por eso, nunca quería volver a casa. Decidí que un día dejaría esa'prisión'", comentó.

"Las tareas escolares no me resultaban difíciles, la verdadera presión residía en que todos esperaban que fuera la primera de la clase. Qué vida tan aburrida tuve!".

"Durante varios meses, lloré cada vez que veía mis libros de texto, ya que no sentía motivación alguna por mis estudios. El día antes de mi examen de ingreso a la escuela secundaria, lloré porque no quería hacer el examen".

Sólo me aceptaron en la tercera de las escuelas que elegí. Sus padres quedaron tan decepcionados que ni siquiera le dirigían la palabra.

Varios años después, en 1999, su madre le regaló el libro Zhuan Falun, el texto principal de Falun Gong, cuando tenía 18 años. Muchos de sus colegas lo practicaban, así que pensó que a su hija le interesaría.

Compartió: "Me quedé despierta toda la noche leyendo el libro. Mi corazón estallaba de emoción y gritaba: '¡Lo he encontrado! ¡Por fin lo he encontrado!'. Sentí que esto era lo que había estado esperando. Escribí en mi diario: Hoy es el primer día de mi nueva vida".

La Srta. Li después de que comenzó a practicar Falun Gong.

Un nuevo comienzo

La Srta. Li siguió los principios de Falun Gong de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Lo cual la ayudó a soltar muchos apegos. Expresó: "La amargura de mi corazón se ha ido, y ahora sé cómo vivir mi vida. Solía estar bajo tanta presión que no podía mirar al horizonte. Ahora soy feliz. Cada día es un nuevo comienzo".

Nunca había deseado a sus padres un feliz día de la madre o del padre, ya que estaba tan llena de odio y resentimiento, porque se sentía una víctima de su fracasada crianza.

"Habría dejado el país", explicó, "para no volver a verlos nunca más si no hubiera practicado Falun Gong. Ahora me doy cuenta de que ¡yo era la egoísta! Era egocéntrica y solo me importaban mis propios sentimientos. No era considerada con los demás. Ahora me preocupo mucho por ellos. Mis padres han visto los cambios positivos en mí".

El eccema crónico de la Srta. Li desapareció después de practicar Falun Gong y se sintió más fuerte y saludable. También parece más joven que su edad. Cuando le preguntan sobre su "secreto de belleza", responde: "Todo esto es porque practico Falun Gong. Solía enfadarme cuando los demás me trataban mal. Les guardaba rencor y discutía con ellos. Ahora trato los conflictos con un corazón ligero. He mejorado perdonando a los demás y siendo más comprensiva. Cuando suelto los apegos, mi cuerpo pasa por cambios fundamentales, y eso se refleja en mi apariencia".

Abandonar los apegos

Recuerdo que uno de mis gerentes impidió que me concedieran un ascenso durante varios años consecutivos. Sin embargo, no me importaba cómo me trataran los demás, ya que era una practicante. Acabaría superándolo.

El Maestro nos enseñó:

"Durante el proceso de transformación del yeli, para poder contenerse uno mismo y para que no aparezcan situaciones iguales a las de la gente común cuando efectúa mal un asunto, debemos mantener a toda hora un corazón de misericordia y un estado mental sereno. Entonces, si te encuentras de repente con algunos problemas, podrás resolverlos bien. Frecuentemente, si tu corazón siempre es así de sereno y misericordioso, cuando de repente aparece un problema, te da margen para amortiguarlo y reflexionar" (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

No solo no se sentía enojada, sino que aún trataba a todos con compasión, incluyendo a sus superiores

La Srta. Li trata a todos con compasión.

También llegué a ser capaz de abandonar la sensación de injusticia y el deseo de discutir. "Corregí mi actitud y me enfoqué en hacer mi trabajo. Reflexioné más a fondo sobre cada caso y tomé la iniciativa de entender todo lo relacionado con mis proyectos. Presenté propuestas antes de que mi gerente me las pidiera".

Situaciones como esta se convirtieron en el punto de partida de la Srta. Li para la superación personal. En lugar de señalar con el dedo, corrigió en silencio sus imperfecciones. Más tarde fue elogiada por su gerente frente a sus colegas.

Señaló: "Yo vivía en mi pequeño mundo, muy egocéntrico. Después de empezar a practicar Falun Gong, empecé a preocuparme por los demás, y comprendí que mi vida tenía mayores responsabilidades".

Al leer las enseñanzas de Falun Gong, se dio cuenta de que la raíz de las preocupaciones proviene del egoísmo, los celos y el sentimentalismo. La mente de una persona no alberga preocupaciones cuando su corazón está lleno de compasión y bondad. "En cuanto aparté esos elementos de mi vida", indicó, "mi corazón se sintió más ligero".