(Minghui.org) Conocí a una practicante de Dafa por la que poco a poco fui desarrollando sentimientos después de que nos conocimos. Eventualmente tuvimos una relación impropia, pero pensé que nuestro encuentro estaba predestinado.

Impulsada por la lujuria y el deseo, nuestra impropia relación duró mucho tiempo. Ni siquiera me di cuenta de que habíamos cometido un crimen contra Dafa, incluso cuando otros practicantes notaron el asunto y trataron de ayudarme a darme cuenta.

Las palabras del Maestro Li seguían haciendo eco en mis oídos:

“Además, mucha gente tiene comportamientos personales indecentes, no tratan a su cultivación de manera seria y solemne, esto causará problemas para ti, dificultades, incluso sufrimientos, y aún más, incluso perder la vida" (Enseñando el Fa en el Día Mundial de Falun Dafa).

En la superficie, el qing, la lujuria y el deseo parecen ser parte de nuestro verdadero ser. Pero en realidad son asuntos podridos en el mundo humano y una prueba de vida o muerte en el camino de la cultivación de un practicante.

En este mundo turbulento, hay muchos elementos que impactan a la gente. Las cosas que la gente considera buenas pueden resultar malas a los ojos de los dioses. La prueba de la lujuria es una gran prueba para un practicante. Si la conciencia principal no está clara, o los pensamientos rectos no son fuertes, causará que uno tropiece en la cultivación y será difícil mantenerse diligente.

El Maestro no se dio por vencido y me dio pistas varias veces. En varios sueños, nunca pude encontrar mi camino de regreso después de ir a la ciudad natal de la practicante. Me di cuenta de que Shifu me estaba advirtiendo que saliera del qing, la lujuria y el deseo.

El Maestro dijo:

“Dafa dizi: dije largo tiempo atrás que la lujuria es un obstáculo fatal para un cultivador que se deja mover y llevarse demasiado y fuertemente por este qing. Ni siquiera puede desprenderse de esta pequeñez. Cuando en aquel tiempo al comienzo las viejas fuerzas arreglaron ponerlos tras las paredes de la prisión en China continental, parece que sólo bajo tales circunstancias ellos se corregían a sí mismos, ¿verdad? Las viejas fuerzas piensan: veamos cómo te comportas en tal ambiente brutal. ¿No eres así debido a tu vida demasiado cómoda?” (Exponiendo el Fa en el Fahui del Oeste de los Estados Unidos 2004).

No hay forma de que los practicantes regresen a su verdadero ser original si se aferran a los apegos y deseos.

La lujuria puede hacer que uno pierda la fuerza de voluntad. Si un practicante no puede dejar de lado sus deseos, no logrará alcanzar la iluminación. Solo eliminando continuamente los apegos de uno y sumergiéndose en el Fa, se puede alcanzar gradualmente la divinidad.

Me di cuenta de la diferencia entre un humano y un dios: cuando nuestros pensamientos humanos son dominantes, entonces somos humanos, pero si nuestros pensamientos rectos son fuertes, entonces estamos en el camino hacia la divinidad.

La rectificación del Fa ha progresado a la etapa final, y yo debía salir de todos estos apegos. De lo contrario, no solo enfrentaría la eliminación, sino que los seres consientes que han puesto su esperanza en mí también puede que no sean salvados.

El Maestro dijo:

“Conocen cada acción y cada pensamiento de los Dafa dizi. Todo lo que los Dafa dizi hacen se muestra claramente ante los ojos de seres más elevados. Por lo tanto, asegúrense de hacerlo bien y ganar su admiración" (Exponiendo el Fa en el Fahui de Boston, 2002).

Al recordar las palabras del Maestro, sentí un profundo remordimiento y vergüenza. Había decepcionado al Maestro y a Dafa. Debía recorrer mi camino con rectitud para cumplir los votos que hice.

La cultivación es muy seria. Si nos relajamos un poco, muchos de los apegos que habíamos soltado en el pasado pueden recaer. Incluso podemos desviarnos si no somos capaces de iluminarnos a esto. Durante la etapa final de la cultivación, debemos ser estrictos con nosotros mismos y siempre ser conscientes del sentimentalismo, el deseo y la lujuria. No debemos desperdiciar esta preciosa oportunidad de cultivación debido a nuestros apegos.