(Minghui.org) Cuando mi esposa fue arrestada y detenida ilegalmente, muchos practicantes de Falun Dafa desinteresadamente me acompañaron a la estación de policía, a la oficina de querellas civiles y al campo de trabajo forzado para ayudarme a obtener su liberación. Soportaron un tremendo estrés y corrieron el riesgo de ser arrestados.

Aunque el rescate falló, estoy muy agradecido con todos. He ayudado a los practicantes locales de Dafa desde que mi esposa fue liberada del campo de trabajo. He pasado por muchos altibajos y muchas noches sin dormir.

No me arrepiento de haber ayudado a los practicantes, aunque pueda encontrar dificultades en el futuro, estoy dispuesto a trabajar duro por su libertad

Ayudando a las familias de practicantes arrestados

En realidad, mis opciones para ayudar a rescatar a los practicantes arrestados eran limitadas. Para consolar a las familias relativamente vulnerables, compartí mis experiencias de cuando mi esposa fue arrestada, detenida y acosada. Los animé a que mantuvieran la cabeza en alto.

Les dije que se vistieran apropiadamente, presentaran sus casos con rectitud, estudiaran las leyes pertinentes y fueran amables al tratar con la policía. Les aconsejé que no cedieran ante ninguna demanda. Si lo hacían, la policía no solo los despreciaría, sino que también perseguiría a sus familias y a los practicantes con más intensidad.

Les conté cómo lidié con la policía. Soy una persona introvertida. Tenía miedo cuando discutía con la policía, mis palmas sudaban constantemente, pero fingí estar calmado y ser valiente.

En una ocasión, regañé a un policía alto cuando se negó a dejarme ver a mi esposa, que estaba detenida ilegalmente. Le grité: "¡La ley me da derecho a las visitas familiares!".

Esperaba encontrarme con los puños agitados de él. En cambio, se quedó sorprendido y luego explicó cortesmente: "No sirve de nada regañarme. No fue mi decisión".

En cada carta que escribí a mi esposa, siempre añadía un poema corto o algo alentador al final y doblaba la carta en forma de corazón. Un guardia de la prisión se conmovió por mi verdadero amor por ella. Cuando llegaba mi carta, inmediatamente le decía a mi esposa que había recibido una carta de su familia. Mi esposa me dijo que una reclusa que leyó mi carta sintió una sensación de calidez y felicidad e incluso lloró.

Una protesta fuera de la prisión siempre disminuye la persecución en el interior. Mi esposa dijo que, debido a mis persistentes protestas, el ambiente en la prisión era menos tenso y fue tratada con más amabilidad que otras practicantes. 

Alenté a las familias de las víctimas a protestar por la persecución y acepté participar en sus actividades.

Protestando fuera del centro de lavado de cerebro

Fui con unos practicantes a un área que se había hecho mundialmente conocida por perseguir a los practicantes. Era un día de nieve, y el suelo estaba helado como un espejo. Sin embargo, el clima no nos intimidó.

Diferentes opiniones surgieron una vez que llegamos a la zona. Algunas personas querían enviar pensamientos rectos en el acto, mientras que otras querían hacerlo en el centro de lavado de cerebro en una ubicación remota. Fue difícil llegar a una decisión.

Aunque no era practicante de Falun Dafa, me sentía obligado a llevarlos a casa a salvo. Por razones de seguridad, decidí ir junto con ellos al centro de lavado de cerebro.

Los abogados, los practicantes y las familias de los practicantes arrestados estaban allí cuando llegamos. Las familias protestaban porque les habían negado las visitas familiares. Gritamos fuerte hasta el anochecer. Era la hora en que la gente salía del trabajo.

Para terminar con la protesta, el centro de lavado de cerebro hizo que la oficina de suministro de energía apagara las luces de la calle. Así tuvimos que abandonar el sitio de mala gana.

Varios coches de policía se acercaron al sitio cuando nos íbamos. Bajo la protección del Maestro, el fundador de Falun Dafa, salimos a salvo. También pasamos sin peligro un punto de control en el camino a casa y escapamos de una patrulla, que nos siguió.

Después de que el patrullero se dio la vuelta, mis palmas y espalda estaban mojadas de sudor.

Les dije a los practicantes: “Un puño siempre tiene más fuerza. En una circunstancia difícil como la de hoy, no debemos ser egoístas y distraernos".