(Minghui.org) La señora Jin Junmei, de 61 años de edad, vive en el condado de Yuzhong, ciudad de Lanzhou, provincia de Gansu. Fue arrestada varias veces por negarse a renunciar a Falun Dafa, una práctica de mente y cuerpo, perseguida por el régimen comunista chino.

Fue condenada a ocho años de prisión, tras su detención en 2008. Meses después, cuando su esposo murió, le dieron libertad condicional. Sin embargo, fue detenida nuevamente en 2012 y encarcelada por tres años, durante los cuales la golpearon con violencia, se le negó el uso del baño y fue obligada a beber orina y a comer heces.

A continuación, la señora Jin relata su terrible experiencia.

Discapacitada a los cinco años y renacida en 1997

Era físicamente normal hasta que cumplí cinco años. Contraje una enfermedad contagiosa que me impedía caminar. A los 13 años mi pierna derecha mejoró pero la izquierda no podía soportar mi peso sin muletas.

Me casé a los 25 y después di a luz a un niño y una niña. Sufrí una crisis en el año 1992, cuando un vecino reconstruyó su casa y nos quitó parte de nuestras tierras. Cuando discutí con ellos, me patearon y pisaron el estómago, escupí sangre y no tenía fuerzas para defenderme.

Cuando fui al hospital, me diagnosticaron una hemorragia estomacal. También me descubrieron cálculos biliares, colecistitis y enfermedades cardíacas.

Traté de hacer justicia por la usurpación de nuestras tierras presentando una demanda en el juzgado, pero fue en vano. Apelé ante el tribunal, pero aun así no obtuve ninguna compensación.

La injusticia me enfureció y mi salud se deterioró. Sufría arritmia cardíaca y mi vista empeoró. Mi esposo quería pedir dinero prestado para que pudiera recibir atención médica, pero no quería ser una carga para mi familia. Intenté varias veces suicidarme, pero mi esposo me detuvo.

A comienzos de 1997, un amigo me dio una copia de Zhuan Falun. Varios meses después, intenté leerlo a pesar de mi muy mala visión. Le dije al Maestro Li, el Fundador de Falun Dafa, en mi corazón, que me gustaría comenzar la práctica si se mejora mi salud. Entonces vi las palabras en las páginas empezar a brillar y luego a aclararse. Comencé a leer.

El sangrado de mi estómago cesó antes de que aprendiera los ejercicios y me sentía mejor. Pronto encontré un sitio de práctica local y fui. Todas mis enfermedades desaparecieron poco después.

Al leer Zhuan Falun, ya no estaba obsesionada con el hecho de que mi vecino me quitara mi tierra. Aprendí a no contender por dinero o beneficio personal. Dafa me dio una nueva vida.

Tres arrestos en dos años

Después que comenzó la persecución a Falun Dafa, yo, como millones de practicantes, deseábamos decirle al gobierno que la persecución estaba mal.

El 22 de julio de 1999, practicantes de la ciudad de Lanzhou y yo fuimos a las oficinas del gobierno en la provincia de Gansu para apelar. Me arrestaron. Las autoridades de mi pueblo me trajeron de regreso y me dijeron que culpara a Falun Dafa, por mis piernas discapacitadas, en una entrevista con un reportero de una estación de televisión. Me negué.

En octubre y noviembre del 2000, fui a Beijing dos veces para apelar por Falun Dafa. Después de la segunda apelación, fui arrestada y luego liberada.

La policía local allanó mi casa en 2001. Confiscaron libros y materiales de Dafa, y me llevaron al departamento de policía del condado de Yuzhong. Me golpearon y me esposaron por la espalda con una mano sobre el hombro. Me liberaron después de que les dije que podía morir si no practicaba Falun Dafa.

Estando arrestada, se estrelló contra el suelo y se rompió una pierna

Mi cuñada, Yue Dingxiang, practicante de Falun Dafa y yo fuimos arrestadas el 13 de abril de 2008. La policía irrumpió en mi casa y también arrestó a mi esposo. A él lo liberaron unos días después, pero a mí me enviaron al 1.er centro de detención de Jiuzhou.

Permanecí detenida por nueve meses. Los oficiales del lugar me quitaron las muletas y no podía caminar por mi cuenta. Los guardias les decían a los presos que me llevaran al baño. Los presos siempre me empujaban o me dejaban caer cuando entraba allí. Tenía que agarrarme a la pared o a la ventana para no caer.

En una ocasión me golpearon contra el inodoro y me hirieron tanto que grité. Cuando terminé, los presos me llevaron afuera empujándome hacia abajo. Mi muslo izquierdo se desgarró y empezó a sangrar. El médico me dijo que tenía la pierna rota. La vagina también se lesionó y sangró durante varios días.

La corte de Chengguan escuchó mi caso el 15 de agosto de 2008. Con una pierna rota, me llevaron a la sala del tribunal. Me condenaron a ocho años de prisión.

Mi esposo falleció en diciembre de 2008. Mi hijo solicitó al tribunal que me liberaran. Aún estaba sangrando y demacrada. El tribunal me cedió libertad condicional debido a mi estado de salud y regresé a casa el 10 de diciembre de 2008.

Encarcelada nuevamente y sometida a tortura brutal

El 30 de julio de 2012, la policía local, personal de la oficina 610 y empleados de mi lugar de trabajo -una docena en total- vinieron a mi casa. Me esposaron y llevaron a un hospital para que me examinaran y luego al centro de detención. Un mes después, me trasladaron a la prisión de mujeres de Gansu.

Durante los tres años que estuve encarcelada allí, fui brutalmente torturada.

Palizas severas

Las palizas comenzaron el día que llegué. Los guardias y los presos me golpeaban cuando les daba la gana. Cuando no les gustaban mis respuestas, me daban puñetazos o patadas y a veces me electrocutaban con picanas eléctricas.

Los presos me golpeaban con lo que encontraban: reglas de plástico, lavamanos, bancos o loncheras que se rompían al golpearme. El lavamanos me partió la cabeza.

Recreación de tortura: Golpeando con un banco.

Cuando me caí, me pisotearon la mano. Los presos rompieron mi mano izquierda a propósito cuando me llevaron.

Privada de usar del baño

Por lo general no me permitían ir al baño y me obligaban a ensuciarme los pantalones. Luego los presos me arrastraban al baño y me echaban agua fría encima, una palangana tras otra, sin importar el clima. A veces, me desnudaban antes de mojarme con agua. Tenía tanto frío que me costaba respirar y temblaba sin control. A menudo me golpeaban si me resistía. También me obligaron a tomar medicamentos desconocidos.

Por la noche, para evitar que me orinara en la cama, los presos me fabricaron pantalones de plástico y me obligaron a dormir con ellos puestos. Como estos no tenían ventilación, desarrollé un eczema rojo que me picaba en las nalgas, la cintura y los muslos. Esa tortura duró más de un año.

Obligada a beber orina y a comer heces

En una ocasión no terminé mi comida y cuando terminó el receso del almuerzo los presos me arrastraron al baño junto con mis sobras. Echaron orina y heces sobre los restos de comida y me golpearon hasta que la comí.

En otra oportunidad, oriné en un recipiente de plástico por la noche y traté de vaciarlo en secreto en el baño. Un preso se dio cuenta y echó la orina en mi agua potable. Me ordenó que bebiera. Cuando me negué, me golpeó hasta que lo hice.

Durante esos tres años en prisión, por mi incapacidad de caminar, me arrastraron por el suelo la mayor parte del tiempo. Tenía cortes y moretones por todas partes. También me privaron de dormir cuando me ordenaron escribir informes difamando a Falun Dafa.

Recreación de tortura: Arrastramiento.

Me dijeron que los practicantes que morían a causa de palizas se consideraban suicidas. Los guardias ordenaron a los presos que vigilaran y torturaran a los practicantes. Varios presos fueron recompensados con la libertad anticipada, ya que hicieron un trabajo "excelente" de "vigilancia".

Cuando estaba al borde de la muerte o en una situación desesperada, Falun Dafa me dio esperanza, pero me arrestaron por mantener mi fe.

Aún estoy viva y mi experiencia es el mejor testimonio de la despiadada persecución.